Los resultados de las elecciones europeas y municipales en Catalunya suponen un varapalo para la derecha españolista superior incluso al de las generales. PP, Ciudadanos y Vox juntos no llegan al 15%. Vox consigue un 1,99% en la europeas y tres concejales en toda Catalunya, sacando representación en un único municipio. El PP obtiene el peor resultado de su historia, un 5,17% en las europeas y un ridículo 3,59% en las municipales, 67 concejales frente a los 3.107 de ERC, ganadora de estas elecciones. Por su parte, Cs pierde 820.469 votos respecto a las autonómicas del 21 de diciembre de 2017, con el 9,09% en las municipales y el 8,63% en las europeas.

Crece ERC y la crítica al Govern

Este colapso de la derecha españolista es el producto de la movilización masiva del pueblo de Catalunya contra la represión   del Estado español, cuyo último y escandalosos episodio ha sido la suspensión de los presos políticos elegidos diputados y senadores el 28-A. Millones de jóvenes, trabajadores y amplios sectores de las capas medias han mostrado su indignación ante esta nueva violación de los derechos democráticos y su firme decisión de romper con el régimen reaccionario del 78 y construir la república catalana.

Por primera vez gana las municipales una fuerza que se declara independentista y de izquierdas. Este resultado, sin embargo, no representa un apoyo a las declaraciones de diferentes dirigentes de ERC durante los últimos meses que han llamado a la moderación o al diálogo “sin condiciones”. Mucho menos a las políticas de recortes aplicadas por los gobiernos de JxSí o del actual Gobierno de Quim Torra, de los que ERC forma parte. ERC supera en 280.000 votos a JxCat, reflejando un claro crecimiento del ala izquierda del independentismo. La creciente crítica al Govern de Torra se expresa en el voto y también, como hemos visto este curso, en la pitada masiva contra él este 1-O por la represión de los mossos a movilizaciones antifascistas y su renuncia a la república catalana,  en el ultimátum de los dirigentes de ANC al Govern por la presión de sus bases, en la huelga general convocada por Intersindical-CSC el 21-F o en numerosas protestas contra los recortes y políticas de derechas del Govern.

La victoria de Puigdemont en las europeas, con 987.150 votos (el 28,52%), contrasta con los malos resultados de JxCat en las municipales: Puigdemont saca 450.000 votos más. La explicación está en que su candidatura ha sido vista, al igual que la de ERC en las municipales, como la mejor forma de  golpear al Estado que nos reprime (como también expresan los casi 40.000 votos obtenidos fuera de Catalunya) y exigir el cumplimiento del mandato del 1-O. Sumando sus votos y los de ERC, el apoyo a la república catalana alcanza una cifra récord: el 49,71%.

Retroceso de Podemos y la CUP

Además de ganar contundentemente en municipios y barrios donde ya lograba un voto masivo, ERC crece de forma importante en zonas obreras del cinturón rojo de Barcelona, Tarragona y otras ciudades. Muchos votantes de Barcelona en Comú y Podem han mostrado así su rechazo a la negativa a luchar por la república catalana mantenida por los dirigentes de estas organizaciones, su abandono de la movilización en las calles y la decepción con la política aplicada por los ayuntamientos del cambio. El mayor descenso de Ada Colau se produce en barrios obreros como Nou Barris y Sant Martí. Según un sondeo de El Periódico, más del 30% de sus votantes han ido a opciones independentistas en las europeas.

Después de ERC, la fuerza que más crece es el PSC, que recupera parte del apoyo perdido los últimos años hacia Podemos, incluso hacia Cs. Los dirigentes del PSOE-PSC se benefician del apoyo de trabajadores que han visto frustradas sus expectativas con los ayuntamientos del cambio, que rechazan la represión e ideas reaccionarias de la derecha españolista, y que quieren una solución a la cuestión nacional pero desconfían del procés debido al papel dirigente de la derecha catalanista del PDeCAT, que ha aplicado su agenda de recortes y ataques durante años. Este voto no es ningún cheque en blanco a la política de concesiones a los capitalistas y la derecha del Gobierno  de Pedro Sánchez y los dirigentes del PSC. Muchos de estos trabajadores pueden ser ganados con una política que vincule las reivindicaciones sociales, que ofrezcan soluciones a sus problemas cotidianos, con la lucha por la república socialista de los trabajadores y el pueblo.

Especialmente llamativo es el fuerte retroceso de la CUP ya que se produce en un contexto de diferenciación a derecha e izquierda del independentismo, de radicalización de las bases de Òmnium y la ANC y de creciente cuestionamiento del Govern. La CUP reduce prácticamente a la mitad de su apoyo electoral: de 221.577 votos en 2015 pasa a 121.274. En Barcelona pierde el 43,5%, pasando de 51.889 a 29.335 y no llega al 5% necesario para obtener representación.

Sus militantes y activistas han participado en primera línea en todas las movilizaciones contra la represión del Estado y los recortes, por la república, impulsando los CDR y un modelo sindical más combativo. Pero durante años la dirección de la CUP se ha subordinado en la táctica y en el programa a los dirigentes burgueses y pequeñoburgueses de CDC/PDeCAT y ERC, que solo ha servido para que en el momento decisivo –cuando el pueblo impuso el referéndum al Govern y se abrió una crisis revolucionaria en Catalunya con una explosión social contra el régimen del 78– la dirección del procés y la iniciativa política seguí en manos de estos dirigentes.

¡Por la república catalana socialista!

Incluso ahora, que han adoptado un discurso más crítico con el Govern de Torra, los dirigentes de la CUP carecen de una estrategia y programa claro e independiente de ERC y JxCat, que vincule la lucha por la liberación nacional con la transformación social. Esto impide que muchos jóvenes y trabajadores les vean como una alternativa capaz de cambiar las cosas y ha sido determinante para que el voto útil se concentrara en ERC.  

Estas elecciones confirman que millones de trabajadores y jóvenes en Catalunya seguimos dispuestos a hacer realidad la república de los trabajadores y el pueblo, que asegure una educación y  sanidad públicas y de calidad, una vivienda y un puesto de trabajo digno y que acabe con todo tipo de opresión. Para ello es necesario poner en marcha una estrategia revolucionaria que se base en la lucha en las calles y la defensa de un programa socialista, que nacionalice los sectores estratégicos de la economía y permita que todos los recursos que generamos los trabajadores sirva para atender las necesidades sociales y resolver los problemas de la mayoría.

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