El Grupo Izar, resultado de la fusión de los astilleros públicos civiles y militares, realizará sus elecciones sindicales el próximo 28 de noviembre, en vísperas de un año en el que se negociará un convenio único para todo el Grupo, previo a la negocXaquín García Sinde

Comisión Ejecutiva CCOO Izar-Ferrol

El Grupo Izar, resultado de la fusión de los astilleros públicos civiles y militares, realizará sus elecciones sindicales el próximo 28 de noviembre, en vísperas de un año en el que se negociará un convenio único para todo el Grupo, previo a la negociación de un Plan Industrial.

Izar tiene importantes retos en el horizonte. Uno es su posible privatización, algo que el gobierno no se corta en anunciar a cada poco. Hace falta muchísima más beligerancia sindical contra esa intención del PP. Otro es la subcontratación, que no deja de ser una forma encubierta de privatizar. En los últimos años, las compañías auxiliares absorben cada vez más trabajo incluso aunque suponga que trabajadores de Izar estén de brazos cruzados. La única explicación que le encuentran los trabajadores es que haya directivos de Izar que engordan sus cuentas bancarias con esta situación.

Y ni qué decir tiene que las condiciones laborales de los trabajadores de compañías son penosas. El movimiento obrero de Izar debe hacer todo lo posible para que mejoren, pero no ya por una elemental solidaridad de clase, sino porque tenemos intereses comunes. Esas penosas condiciones laborales repercuten sobre los trabajadores de la principal. De forma inmediata, en temas como la seguridad en el trabajo. Pero, a largo plazo, la disparidad en las condiciones laborales no se puede mantener: o mejoran las de los trabajadores de compañías, o empeorarán las de los trabajadores de Izar.

El problema de la subcontratación debe ser abordado desde una perspectiva de clase. El Comité Intercentros —que para eso está— debe organizar una lucha conjunta de todos los trabajadores de todos los recintos de Izar para limitar la subcontratación, fomentar la contratación directa e imponer unas condiciones laborales dignas y comunes en todo el Estado, para evitar que ante situaciones de lucha de los trabajadores la dirección de Izar ande jugando con el traslado de la carga de trabajo entre factorías.

Respecto al convenio único (que debe ser negociado por el Comité Intercentros que salga de las elecciones, no por las federaciones sindicales), va a ser un convenio duro porque la empresa persigue, como dijo el presidente del Grupo, un cambio radical en los esquemas de trabajo, es decir, avanzar sustancialmente en la desregulación laboral en Izar (polivalencias, jornadas flexibles, pérdida de conquistas sociales, desprofesionalización, etc.). Pero la negociación del convenio único tiene peligros latentes. Uno se deriva de la visión miope, localista, de algunos dirigentes sindicales, que parecen más preocupados por desviar los problemas a otra factoría distinta de la suya que por organizar una lucha conjunta contra la empresa. Otro es un enfoque demasiado economicista: si la empresa paga lo suficiente, todo es asumible (en más de una ocasión hemos visto a dirigentes sindicales venciendo la resistencia de los trabajadores a medidas de desregulación laboral hablándoles del dinero que implicaban, como quien les arroja arena a los ojos para cegarlos). Pero sindicalmente esto es un grave error, hay derechos que no se pueden vender.

El 20-J demostró que la lucha sirve. Ahora toca sacar todas las lecciones de esa experiencia. Es necesario que el conjunto de los trabajadores de Izar participemos más activamente en la vida sindical, para que la actuación de los dirigentes sindicales responda en mayor medida a los deseos de la base y para conseguir una movilización enérgica que frene la degradación, por la vía de los hechos consumados, de nuestras condiciones de trabajo y mejore las de los compañeros de las contratas.

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