Con el año 2003 se inicia un nuevo año de negras perspectivas para el capitalismo. La falacia de un capitalismo de crecimiento económico sostenido, con apenas recesiones que servirían para “corregir” los excesos de las épocas de crecimiento, se desmo Con el año 2003 se inicia un nuevo año de negras perspectivas para el capitalismo. La falacia de un capitalismo de crecimiento económico sostenido, con apenas recesiones que servirían para “corregir” los excesos de las épocas de crecimiento, se desmorona a ojos vista y la recesión económica deja sentir sus efectos no sólo en los países del mundo colonial y los llamados “países emergentes”.

Con el 2003 se inicia un nuevo año de negras perspectivas para el capitalismo. La falacia de un capitalismo de crecimiento económico sostenido, con apenas recesiones que servirían para “corregir” los excesos de las épocas de crecimiento, se desmorona a ojos vista y la recesión económica deja sentir sus efectos no sólo en los países del mundo colonial y los llamados “países emergentes”. Según uno de los informes publicados por el propio Banco Mundial. en todas estas áreas los pobres aumentan cada año. En Asia meridional, el número de personas que vive en la pobreza pasó de 495 a 525 millones y en la África subsahariana el número de pobres aumentó en un 48%. El informe de Naciones Unidas (organización también poco sospechosa de criticar el capitalismo) pone de manifiesto que alrededor de 1.200 millones de personas subsisten con menos de un dólar diario, “mientras que la desigualdad entre los países y dentro de ellos continua en aumento”. También en los países industrializados, la pobreza afecta cada vez a más amplios sectores de la población, que de manera especialmente trágica se ceba en los jóvenes y trabajadores mayores de 40 años que han perdido su puesto de trabajo. “Más de cien millones de personas viven en la pobreza en los países más prósperos de América del Norte, Asia y Europa, donde existen más de 35 millones de desempleados” (el subrayado es nuestro).

Estas son las frías estadísticas que esconden una vida de miseria y humillación para millones de seres humanos bajo el capitalismo, un sistema en crisis que sólo ofrece hambre, violencia y barbarie para la inmensa mayoría de la humanidad.

El capitalismo,

horror sin fin

Lenin describía de esta manera el capitalismo. Durante décadas esta frase fue una brutal realidad para millones de personas que tenían la desgracia de haber nacido en los países del mundo colonial, azotados por la pobreza, el hambre y las guerras de rapiña de los imperialistas. Ahora, de manera cada vez más cotidiana, ese horror llama a las puertas de los trabajadores en los países industrializados.

Las leyes aprobadas en todos los países atacan sin pudor a los trabajadores y a los sectores más desfavorecidos en aras de salvaguardar los sacrosantos beneficios de un puñado de parásitos. Por desgracia, en la mayoría de las ocasiones, la burguesía ha contado con el apoyo impagable de los dirigentes de las organizaciones tradicionales de la clase obrera que, bien desde los gobiernos, bien desde la oposición, han asumido la lógica del capitalismo.

Por si todo esto no fuera suficiente, el imperialismo USA, apoyado por sus lacayos europeos, Tony Blair y Aznar a la cabeza, va a embarcarse en una guerra imperialista contra Iraq con el único objetivo de controlar el petróleo de este país. La cara más descarnada del horror que significa el capitalismo es precisamente la guerra. La existencia del capitalismo está sustentada sobre la sangre de millones de jóvenes y trabajadores. No ha habido una década en toda la existencia del capitalismo que se viese libre de guerras en el mundo. La guerra en la antigua Yugoslavia fue el primer aviso para los trabajadores europeos de que la guerra entraba por la puerta trasera en sus casas. Ahora, la campaña sibilina y artera de la burguesía internacional en apoyo al genocidio perpetrado por el estado sionista de Israel contra los palestinos, va a culminar en una guerra abierta contra el pueblo iraquí que tiene como único objetivo enriquecer a las multinacionales del petróleo, las mismas que han provocado el desastre del Prestige.

Pero al igual que sus hermanos de clase en Latinoamérica, la clase obrera europea y norteamericana está empezando a plantar cara a los planes de la burguesía. El aumento en todos los países de luchas sectoriales, caracterizadas por una enorme dureza, y las magníficas huelgas generales protagonizadas por los trabajadores de Grecia, Italia, Portugal y el Estado español, junto con las movilizaciones contra la guerra, son un aviso de cómo el movimiento obrero no va a aceptar estos ataques con los brazos cruzados.

De hecho, la entrada en escena de la clase obrera está poniendo en jaque a la mayoría de los gobiernos, que ven como su popularidad cae en picado. Hoy todos los gobiernos, desde Bush a Schröder, pasando por Tony Blair, Berlusconi y Aznar, están en el punto de mira del movimiento obrero.

Hay que acabar con el gobierno de la derecha

El caso del Estado español es especialmente patético. La burguesía española se ha caracterizado históricamente por ser una burguesía débil, especulativa, reaccionaria y dependiente del imperialismo y no ha cambiado nada durante todos estos años.

Como hemos explicado reiteradamente en nuestras páginas, el gobierno del PP ha podido gozar de una situación de privilegio a la hora de llevar adelante todos sus ataques y leyes reaccionarias, no por su fortaleza o popularidad, sino gracias al apoyo, por activa o por pasiva, de los dirigentes de las organizaciones mayoritarias de la clase obrera que aceptaban firmar cualquier pacto y se negaban a actuar como una alternativa por aquello de que “las razones de Estado requieren del sacrificio de todos los españoles”, aunque la realidad, que es terca y concreta, siempre ha demostrado que los sacrificios sólo descansaban sobre los hombros de los trabajadores.

Esta situación cambió radicalmente el 20-J. La respuesta de la clase obrera, incluso a pesar de la desconfianza de muchos dirigentes sindicales y la pobre campaña realizada para su convocatoria, puso en evidencia la debilidad del gobierno, aunque los dirigentes de UGT y CCOO aceptaron no continuar la lucha hasta la retirada total del decretazo, accediendo a “negociar” la insostenible situación que se encuentran ahora los jornaleros con la retirada del subsidio agrario.

Por otra parte la actuación en el caso del Prestige ha puesto de manifiesto la calaña de estos elementos que en lo único que pensaron fue en alejar el “problema” de las costas, provocando la mayor catástrofe ecológica y económica que ha conocido Galicia.

Ahora intentan desviar la atención de los trabajadores de todos estos problemas aprobando leyes reaccionarias “contra el terrorismo y la delincuencia” o dando golpes de efecto mediático, como la presentación de Ana Botella en las listas municipales. Es insultante la campaña de los medios de comunicación que quieren hacer pasar a esta burguesa, de la que sólo se conoce su afición por los desfiles de moda, como la gran defensora de los débiles y pobres de Madrid.

Mientras tanto, la dirección del PSOE sigue insistiendo en llegar a acuerdos y pactos con el gobierno, dando así un balón de oxígeno al PP, cuando en estos momentos deberían estar exigiendo la dimisión del gobierno y elecciones anticipadas, lo que conectaría con el sentir de la inmensa mayoría de los trabajadores y jóvenes, que se están movilizando masivamente contra la derecha.

El gobierno del PP es el gobierno de las vacas locas, del decretazo, de la ley de partidos, de la criminalización de jóvenes e inmigrantes, de la LOU y la LOCE, del decretazo contra los parados y los jornaleros, del desastre del Prestige, de la guerra imperialista contra Iraq...

Es necesario un gobierno de la izquierda que inmediatamente derogue todas las leyes reaccionarias impuestas por el gobierno de la derecha, que se oponga abiertamente a la guerra imperialista, que garantice la cobertura por desempleo a todos los parados, que renacionalice las empresas privatizadas..., en definitiva que lleve a cabo un programa auténticamente socialista, para satisfacer las necesidades de la inmensa mayoría de la sociedad.

Un programa de estas características conseguiría aplastar electoralmente a la derecha, evitaría la enorme abstención que se produjo en las ultimas elecciones (tres millones) entre la izquierda y que hicieron posible la mayoría absoluta del PP.

Este debería ser el programa de un gobierno del PSOE-IU, que se basara en la movilización y organización de la clase obrera y la juventud para llevarlo adelante contra la oposición de la derecha y los sectores reaccionarios de la sociedad que se opondrían a él.

Luchar por la transformación socialista de la sociedad

Durante décadas los dirigentes reformistas nos han explicado que la única manera de avanzar en nuestros derechos era a través del pacto, la negociación y el consenso. Después de décadas de aplicar su política los hechos hablan por sí solos. Los empresarios han engordado sus bolsillos, mientras nosotros trabajamos cada vez más por menos dinero y vemos empeorar nuestras condiciones de vida. Hoy una familia obrera necesita dos o tres sueldos en casa para poder llegar a fin de mes; más del 50% de la renta de las familias en este país se consume en pagar créditos, especialmente hipotecarios; aumentan los ataques a los sindicalistas en las empresas; la policía reprime cada vez más brutalmente las manifestaciones de los trabajadores y estudiantes; se ataca la libertad de expresión con la excusa de la lucha contra el terrorismo; se recortan las prestaciones sanitarias; se privatizan servicios sociales; los jóvenes no pueden acceder a una vivienda digna y, en general, la única perspectiva es un futuro incierto y lleno de penalidades para los trabajadores y sus familias.

El capitalismo ha demostrado su bancarrota en Latinoamérica y demostrará su incapacidad de ofrecer una vida y un futuro digno también en Europa y el Estado español.

La clase obrera tomará la senda de la lucha, porque es la única alternativa que nos queda frente a la rapiña y voracidad de un sistema caduco y en crisis. Así, a pesar de toda la propaganda burguesa, a pesar del intento de desprestigiar las ideas del marxismo revolucionario, la lucha por el socialismo volverá a ocupar la mente de millones de trabajadores que buscarán una solución definitiva a sus problemas.

El año 2003 confirmará la nueva etapa que se ha abierto en la lucha de clases. Estamos en el inicio de un período que removerá la conciencia de millones de trabajadores que nuevamente entrarán en la escena política intentando tomar su destino en sus manos.

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