La guerra imperialista ha iniciado su cuenta atrás. Como sucede en toda guerra de esta naturaleza, la maquinaria diplomática y los medios de comunicación burgueses preparan a toda velocidad un chorro de excusas, mentiras y propaganda demagógica para Una propaganda por la paz que no venga acompañada del llamamiento a la acción revolucionaria de las masas sólo puede sembrar ilusiones y hacer del proletariado un juguete en manos de la diplomacia secreta de los países beligerantes

Lenin

La guerra imperialista ha iniciado su cuenta atrás. Como sucede en toda guerra de esta naturaleza, la maquinaria diplomática y los medios de comunicación burgueses preparan a toda velocidad un chorro de excusas, mentiras y propaganda demagógica para justificar sus crímenes y engañar al mundo entero. Sin embargo en esta ocasión, millones de personas en EEUU y Europa y en el resto de los continentes han dejado claro que no piensan comulgar de este credo militarista.

El enemigo está en casa

La naturaleza imperialista de la guerra en Iraq es evidente para cualquier persona informada. El control de los pozos petrolíferos iraquíes y de las rutas comerciales y los mercados de Oriente Medio y el Golfo Pérsico, son las razones principales que mueven a la burguesía norteamericana a la intervención. También hay otras, como el deseo de Bush de ganar las próximas elecciones desviando la atención de la opinión pública norteamericana de sus graves problemas domésticos, y demostrar al conjunto del mundo y muy especialmente a los pueblos oprimidos que nadie puede desafiar el poder del imperialismo sin verse sometido a un severo castigo. De hecho su arrogancia llega a tal punto que desde la Administración Bush, funcionarios tan cualificados como Condoleezza Rice, asesora de seguridad del presidente, han declarado que no quieren gobiernos títeres en Bagdad sino un general norteamericano al frente de un gobierno que dependa directamente de la Casa Blanca. ¡Una auténtica réplica del Imperio Romano con sus pretores designados desde la capital imperial!

Da exactamente igual que la guerra sea o no respaldada por la ONU; al fin y al cabo esta institución no es más que una hoja de parra con la que el imperialismo esconde sus auténticos intereses. Con la guerra, los trabajadores, los parados, los jóvenes precarios, los estudiantes, todos los pueblos oprimidos salen perdiendo. La guerra será la coartada para profundizar en la ofensiva contra los derechos democráticos y recortar gastos sociales, en un momento de crisis general del capitalismo en todo el mundo.

El gobierno de Aznar es cómplice de esta masacre

Los marxistas siempre hemos explicado que nuestros enemigos no son los jóvenes o los trabajadores de Iraq y el mundo árabe. En realidad nuestro enemigo es el imperialismo y en nuestro caso la burguesía española.

Como cabía esperar, José María Aznar ha ido corriendo a postrarse de rodillas ante el amo Bush y ofrecerle sus servicios en esta masacre contra un pueblo inocente. Nadie se puede llevar a engaño con la política exterior de este gobierno, que no es más que una continuación de su política interior. Como ha demostrado en sus ataques constantes a la clase obrera, a los parados, a los jornaleros y a la juventud, o ante el desastre de Galicia, este gobierno realiza una política en beneficio de la gran banca, los grandes monopolios, incluidos los petroleros, y los sectores más reaccionarios de la sociedad. Como prueba de ello Aznar ya ha declarado que cederán las bases de Rota y Morón para que el ejercito norteamericano las utilice en sus operaciones de guerra. ¿Cuánto dinero va a costar la participación española en el conflicto? Serán decenas de millones de euros, que podrían emplearse en paliar el desastre en Galicia, en mejorar la cobertura a los parados, en la sanidad y la enseñanza pública... Por eso la lucha contra esta guerra es también la lucha contra el gobierno de la derecha y su política antiobrera.

Sólo la lucha de masas puede detener la guerra imperialista

Lo único que puede detener la masacre del pueblo iraquí y evitar nuevas guerras, como ocurrió en la guerra de Vietnam, es la lucha masiva y prolongada de la clase obrera y la juventud a escala internacional. La oposición a la guerra está creciendo en todo el mundo. En Gran Bretaña, EEUU o Italia se han manifestado centenares de miles de personas contra la guerra.

En el Estado español las iniciativas se multiplican: la Marcha a la base de Torrejón, la huelga general de estudiantes para el 13 de febrero convocada por el Sindicato de Estudiantes o las movilizaciones previstas para el 15 como parte de la jornada mundial contra la guerra. Pero es necesario que la movilización se amplíe y que la clase obrera juegue un papel central, por eso CCOO y UGT deberían pasar de la oposición verbal a la guerra a la movilización, organizando una campaña en las fábricas y empresas de todo el país, formando comités contra la guerra y convocando una huelga general contra la guerra imperialista y el apoyo del gobierno del PP a la misma.

Esta nueva intervención imperialista pone de manifiesto, por encima de todo, la necesidad de acabar con el dominio del planeta por un puñado de multinacionales, que son la causa última de la miseria y las guerras. En el caso de Iraq, no será el imperialismo americano quien libere al pueblo de un dictador como Sadam, que en el pasado fue un títere de los propios imperialistas. La tarea de la liberación de las masas árabes corresponde a la clase trabajadora y la juventud árabe, luchando contra el capitalismo, el imperialismo y los regímenes burgueses de la zona, para poner los enormes recursos económicos de sus países bajo el control democrático de la mayoría. La lucha por una Federación Socialista de Oriente Medio es la única salida del callejón al que el imperialismo y la degenerada burguesía árabe han conducido a los pueblos de esta zona del planeta.

El capitalismo es el responsable de esta nueva pesadilla en Iraq y de la que viven millones de hombres, mujeres y niños en todo el mundo. Luchar contra esta barbarie militarista, contra el desempleo crónico, contra la precariedad, contra la opresión imperialista, es luchar por el socialismo, por el derrocamiento del capitalismo y la expropiación de los grandes monopolios, la banca, los grandes terratenientes, como punto de partida para establecer la planificación democrática y socialista de la economía en beneficio de todos.

· Creación de comités contra la guerra en cada centro de estudios, fabrica y barrio.

· No a la utilización de las bases de Morón y Rota para la guerra imperialista! ¡Boicot sindical a todas las tareas relacionadas con la guerra (transporte de tropas y material bélico, comunicaciones, suministros, etc).

· Retirada inmediata de todas las tropas españolas de la zona.

· El dinero de la intervención para gastos sociales.

· Continuar la movilización contra el gobierno del PP.

¡Únete a los marxistas revolucionarios de El Militante!

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