El pasado 30 de enero, Fidalgo, Méndez y Cuevas firmaron un nuevo pacto de convenios “para encarar la crisis”. Los dirigentes sindicales adujeron tres razones para la firma de este segundo acuerdo sobre criterios y recomendaciones para la negociaciónEl pasado 30 de enero, Fidalgo, Méndez y Cuevas firmaron un nuevo pacto de convenios “para encarar la crisis”. Los dirigentes sindicales adujeron tres razones para la firma de este segundo acuerdo sobre criterios y recomendaciones para la negociación colectiva: 1) el acuerdo dificulta los intentos de imposición unilateral de reformas por parte del Gobierno; 2) el acuerdo persigue “ocupar terrenos que se encuentran en el ámbito discrecional del empresario” en un contexto de crisis; y 3) los favorables resultados del acuerdo suscrito el año pasado (ANC-2002) les anima a seguir la misma senda.

Los dos primeros puntos son exactamente los mismos argumentos que emplearon ya para defender el acuerdo anterior: parar los ataques del Gobierno y hacer frente a la recesión. Sobre el tercer punto, los favorables resultados del ANC 2002, estos se resumen en:

1.— El nivel de protección con las cláusulas de revisión salarial ha pasado de siete de cada diez trabajadores en 2001 a prácticamente ocho de cada diez en 2002.

2.— Las cláusulas de revisión que garantizan la restitución plena del poder adquisitivo mermado por la inflación han pasado a afectar al 45% de los trabajadores frente el 36% de hace un año.

Entre una cosa y la otra, se calcula que de los dos puntos de desviación de la inflación registrada (según los datos oficiales, que no recogen la desviación real, que ha sido superior) se recuperarán como media aproximadamente 1,1 puntos con las cláusulas de garantía pactadas en 2002 (mientras que con las de 2001 se habría recuperado 0,9 puntos). Y con esto se pone de manifiesto, para las direcciones de UGT y CCOO, “un cierto avance en materia de eficacia de la política salarial” (¡?), cuando lo que queda totalmente claro, para cualquiera, es la pérdida de poder adquisitivo de la mayoría de los trabajadores, fruto directo del “fabuloso” acuerdo de moderación salarial suscrito por ellos mismos con la CEOE. Menos mal que el “conjunto de criterios y recomendaciones” del ANC 2002 no fueron atendidos en los pocos convenios nuevos pactados el año pasado, con lo que éstos han conseguido una subida salarial media del 4,2%, reflejando así un tendencia a luchar por mayores incrementos salariales. Ante la imparable escalada de los precios y tras el éxito de la huelga general, que ha vuelto a poner bien claro que la lucha sí sirve, ésta va a ser la tendencia. Más luchas, más jornadas de huelga, por mayores incrementos salariales. Los cantos de sirena de los acuerdos interconfederales, con sus recomendaciones de moderación salarial, van a volver a caer en saco roto en muchas empresas y sectores.

El ANC-2003

En el ANC 2003, los criterios en materia salarial se mantienen invariables respecto a lo pactado para el 2002: primera referencia, inflación prevista por el Gobierno para 2003 (el increíble 2%), + “puede haber incrementos superiores a la inflación prevista dentro de los límites derivados del incremento de la productividad” + cláusula de revisión salarial, “sin que ello trunque el objetivo de la moderación salarial”. Algo que, como hemos visto, no va a ser ninguna referencia válida si lo que se pretende es defender nuestros salarios y recuperar parte del poder adquisitivo perdido en los últimos años.

En cuanto al empleo, el documento constata que el “ajuste” o “recorte” en el empleo ya se ha dejado sentir durante el primer semestre de 2002 en el sector industrial, que se está produciendo fundamentalmente entre los contratados temporales (o sea, entre los más jóvenes) y que, de hecho, se espera un “ajuste pasivo” de la tasa de temporalidad al extenderse el recorte de empleo al sector de la construcción y al de servicios. O sea, reducción de los contratos temporales por la vía de engrosar las filas del paro. Y ante estas nada halagüeñas perspectivas, cabe preguntarse: ¿Qué medidas efectivas contempla este acuerdo para hacer frente a esta sangría de puestos de trabajo? Ninguna. Con el Acuerdo se pretende “establecer, a través de la negociación colectiva, unas condiciones que contribuyan también a mejorar el panorama del empleo” y se hace una “llamada a las empresas para que prioricen en todo lo posible otras formas de ajuste distintas de la destrucción de empleo”. Como se ve, nada. Desde luego, para compromisos tan etéreos como éste no hace falta firmar ningún acuerdo. Esto y nada es lo mismo, con el añadido de que las direcciones de UGT y CCOO aceptan la lógica del capitalismo: los trabajadores se tienen que amoldar a las exigencias del mercado (y, por tanto, someterse a las condiciones que le impone una feroz competencia que los grupos multinacionales introducen con las “deslocalizaciones industriales”); segundo, se acepta todo tipo de “flexibilidad” con tal de mantener el máximo de puestos de trabajo, con lo que se acaba desregulándolo todo y dando todavía más poder al empresario.

La imposible paz social

Este Acuerdo no va a cerrar la grieta abierta de Expedientes de Regulación de Empleo. Sólo en Catalunya, de enero a septiembre de 2002, se han visto afectados por EREs reconocidos por la Administración más de 11.000 trabajadores. Tampoco va a impedir que el Gobierno PP intente modificar el periodo de cálculo de la pensión de jubilación, pasando a contemplar toda la vida laboral, como ha anunciado ya Zaplana que quiere hacer. Se lo va impedir, en cualquier caso, la respuesta contundente de la clase trabajadora ante lo que es un nuevo ataque, como lo fue el decretazo o lo es la ley Concursal que se está tramitando en el Parlamento. Si lo que pretenden las direcciones de UGT y CCOO con el Acuerdo es tener un año de tregua por parte del Gobierno, están equivocados. En la medida en que los dirigentes sindicales no se basen en la movilización y la fuerza de la clase obrera para defender nuestros derechos y los logros conseguidos en periodos anteriores, el Gobierno va a estar dispuesto una y otra vez a probar si cuelan sus medidas. Y también se equivoca quien crea que con este Acuerdo aquí ya reina la paz, la paz social, y se tiene que dar por cerrado el periodo abierto con el éxito de la huelga general del 20-J. Aunque el objetivo de la patronal al firmar este Acuerdo sea el de enfriar al máximo el ánimo de los trabajadores, esto no va a frenar el incremento de huelgas por los convenios y la extensión de conflictos contra los Expedientes. Con el 20-J estalló todo el descontento acumulado los últimos años. La clase obrera ha visto como su fuerza alcanza para hacer retroceder al Gobierno. Por si faltaba algo, la catástrofe del Prestige y la implicación en la guerra imperialista contra Iraq, con la oposición de la mayoría de la población, deja bien a las claras qué reaccionarios son los elementos de la derecha en este país y qué intereses defienden. Todo apunta, en fin, a que este Acuerdo, que desde luego no sirve a los intereses de los trabajadores, pase a la historia rápidamente sin pena ni gloria.

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