Más de cuatro años después de la última convocatoria de huelga general el 14 de noviembre de 2012 las dos grandes centrales sindicales, CCOO y UGT, han lanzado una convocatoria de movilización en todas las ciudades para el día 15 de diciembre y una gran manifestación sindical y social en Madrid para el domingo 18 de diciembre.

Durante estos cuatro años la clase trabajadora del Estado español ha sufrido ataques y retrocesos de todo tipo. Destrucción masiva de empleo, sustitución sistemática de trabajadores con contrato fijo por trabajadores en condiciones precarias, salarios a la baja en todos los sectores, pérdida generalizada de derechos en materia laboral, deterioro continuado de servicios públicos tan indispensables como la sanidad o la educación, saqueo del fondo de reserva de las pensiones hasta el punto de que su futuro está seriamente comprometido, y una larga serie de retrocesos han caracterizado estos últimos tiempos. Conquistas históricas de la clase obrera, obtenidas a través de décadas de lucha, se han ido perdiendo sin que los dirigentes sindicales se decidiesen a lanzar una ofensiva firme para hacer retroceder a Gobierno y patronal.

Y no sólo eso. Muchos de estos ataques y recortes fueron “negociados” y aceptados por los dirigentes de CCOO y UGT en nombre de la “paz social”, la “responsabilidad ante la crisis” o el “mal menor”. Durante años nuestros máximos dirigentes sindicales aceptaron una política de retroceso salarial en los sucesivos Acuerdos para el Empleo y la Negociación Colectiva suscritos con las patronales CEOE y CEPYME, e incluso avalaron con su firma la Reforma de las Pensiones del gobierno de Rodríguez Zapatero que, como era perfectamente previsible, acabaría poniendo en riesgo los ingresos, ya bastante exiguos, de los pensionistas.

Tras tantos años de pasividad ante el progresivo empobrecimiento de capas cada vez mayores de trabajadores, tras tantos años de callada sumisión a las exigencias de patronal y Gobierno, cuando los dirigentes sindicales se deciden al fin a reclamar tímidamente al nuevo gobierno de Rajoy que al menos algunas migajas de los beneficios inmensos que las empresas están amasando reviertan sobre los asalariados, la respuesta que han recibido ha sido una sonora bofetada.

Basta de paz social. Hay que recuperar la calle

Henchido de soberbia, confiando en que una vez más los dirigentes sindicales volverán a agachar la cabeza, Rajoy ha puesto sobre la mesa dos condiciones para iniciar la negociación social que hacen completamente imposible cualquier avance, por mínimo que sea, para los trabajadores. En primer lugar, Rajoy ha planteado que las contrarreformas aprobadas en sus anteriores mandatos, y muy especialmente la Reforma Laboral y la Reforma de las Pensiones, son intocables. Además exige que el impacto económico de los nuevos acuerdos sociales no se salga del marco presupuestario que permitirá a la Hacienda española cumplir con el objetivo de déficit impuesto por la Unión Europea, o, dicho en otras palabras, que el nuevo pacto social avale un nuevo recorte presupuestario, esta vez de 5.500 millones, y que al igual que en anteriores ocasiones recaerá fundamentalmente sobre el gasto social.

Ante este ultimátum en la reunión que mantuvieron con la patronal y el gobierno el pasado 24 de noviembre, los dirigentes de CCOO y UGT se han visto obligados a optar entre aceptar mansamente una nueva humillación del PP, o hacer frente a este desafío recurriendo a la movilización de sus bases, aunque sea en dosis mínimas y poniendo por delante su inquebrantable voluntad de llegar a acuerdos a toda costa.

Es lógico que muchos trabajadores vean con reticencia esta convocatoria y desconfíen de sus verdaderas intenciones, así como es comprensible que el primer impulso de muchos trabajadores, defraudados por la desmovilización y la inacción de estos dirigentes, sea el de abstenerse de participar en las movilizaciones de diciembre. Pero, más allá de la intención de Toxo y Álvarez de volver cuanto antes al confortable terreno de las mesas de negociación y de los sofás de La Moncloa, las convocatorias del 15 y 18 de diciembre nos ofrecen la oportunidad de expresar a la vez nuestro firme rechazo a la política de recortes de Rajoy y nuestra tajante censura a la política de paz social de los dirigentes sindicales.

Por eso desde GanemosCCOO hacemos un llamamiento a la clase trabajadora del Estado español a convertir las convocatorias de diciembre en auténticas jornadas de lucha planteando en las calles la exigencia de convocatoria inmediata de una huelga general. Siguiendo el ejemplo de los estudiantes, que con sus movilizaciones del 26 de octubre y 24 de noviembre han conseguido acabar con el intento del PP de restaurar las odiadas reválidas franquistas, los trabajadores debemos mostrar nuestra fuerza y nuestro músculo en las calles, abandonando las fracasadas políticas de paz social que sólo han conseguido empobrecernos y debilitarnos.

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