La revolución traicionada, un texto decisivo para entender la viabilidad del socialismo y de la revolución mundial

Se han escrito ríos de tinta por parte de la burguesía para asegurar que la restauración capitalista de la URSS y los países del Este es la prueba de que el socialismo es inviable y que el sistema totalitario y burocrático que se instaló en la Unión Soviética tras la muerte de Lenin fue consecuencia directa e inevitable de la Revolución de Octubre.

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, cientos de miles de comunistas y trabajadores en general perdieron un referente de lucha contra el capitalismo sin recibir una sola explicación de lo que había sucedido por parte de los dirigentes de los partidos comunistas, cayendo en un profundo pesimismo sobre el futuro.
La compresión de lo que pasó en la URSS es crucial para entender la viabilidad del socialismo y de la revolución mundial. Lo que hizo posible la contrarrevolución capitalista en la URSS y los países del Este fue la consolidación de una casta burocrática en el poder. Pero esta casta, aunque hablara en nombre del socialismo, se hizo con el control del apartado del Estado pisoteando todos y cado uno de los principios que habían llevado a los bolcheviques a protagonizar la primera revolución socialista victoriosa de la historia, y exterminando físicamente a todos los comunistas que, por su participación directa en la revolución, encarnaban las genuinas tradiciones de Octubre. Para la compresión de cómo ese proceso de burocratización fue posible, hay que entrar en las circunstancias históricas y subjetivas concretas en las que se desarrolló la revolución.

Las circunstancias externas e internas que siguieron A la revolución

Marx y Engels habían previsto el triunfo de la revolución en un país capitalista desarrollado. Sin embargo, la revolución socialista triunfó, por primera vez en la historia de la humanidad, en un país capitalista atrasado. El carácter atrasado de Rusia no hubiese sido un problema de haber sido la revolución rusa el preludio de la revolución socialista mundial victoriosa. La política internacionalista de Lenin y Trotsky no era fruto del sentimentalismo sino que venía derivada del carácter internacional del propio sistema capitalista. Ningún país tiene por sí solo las condiciones materiales para una nueva sociedad sin clases, ni puede garantizar la eliminación completa de la escasez y la necesidad heredadas del capitalismo. Era necesario un régimen transitorio, un Estado obrero democrático cuya tarea central fuese acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas eliminando los vestigios de la sociedad clasista. La atrasada economía rusa necesitaba de la potente economía occidental para superar sus contradicciones. Con la ola revolucionaria que se abrió en 1918 en Europa se demostró que esa necesidad podía haberse satisfecho. Sin embargo, la ausencia de un partido marxista revolucionario junto a la traición abierta de los dirigentes socialdemócratas, especialmente en Alemania, hizo que 1918 fuese un año negro para el proletariado internacional.
Los tres primeros años que siguieron a la revolución de 1917 estuvieron marcados por una guerra civil encarnizada, alentada directamente por los países imperialistas. La vida económica se subordinó por completo a las necesidades del frente. Es lo que se llamó "comunismo de guerra" (1918-1921). Nueve millones de personas murieron de hambre, enfermedades y frío durante la guerra civil. La economía estaba en ruinas. Se tuvieron que introducir drásticas medidas para poner la industria en marcha, alimentar a los obreros hambrientos y acabar con la migración de la ciudad al campo, requisando el grano necesario para mantener la industria de guerra en funcionamiento.
El fracaso de la revolución europea, la debacle económica y la atomización y desmoralización de la clase obrera rusa, agotada por cinco años de guerra, junto al descontento del campesinado, obligaron al Partido Bolchevique a introducir toda una serie de medidas que implicaban hacer una serie concesiones a los capitalistas, plasmadas en la Nueva Política Económica (NEP). Cesaron las incautaciones de grano a los campesinos y les fue concedida la libertad de cultivar y vender a su conveniencia, una vez hubiesen satisfecho una cuota obligatoria al Estado. En la práctica, la NEP sirvió para fortalecer a los kulaks (campesinos ricos) y a los nepmen (especuladores capitalistas) en detrimento del proletariado. Lenin y los bolcheviques siempre fueron conscientes de que la NEP era un paso atrás y una medida temporal, ya que animaba a los pequeños propietarios, que eran una gran masa social, a hacer valer sus intereses. Estas presiones de clase se manifestaron no sólo en el incipiente Estado soviético sino en el propio partido, que se convirtió en el centro de una lucha de intereses de clase en conflicto.
Por otro lado, la guerra civil había devorado a los mejores cuadros comunistas, muchos de ellos habían muerto en el frente y otros habían sido desplazados en las áreas de responsabilidad por nuevos burócratas que provenían del antiguo régimen.

El proceso de burocratización

Lenin, consciente de este proceso de burocratización y alarmado por el poder de Stalin ofreció a Trotsky una alianza para luchar contra el secretario general. Con la muerte de Lenin, la lucha contra la creciente reacción burocrática pasó a manos de Trotsky y la Oposición de Izquierdas.
En 1923, la Oposición había entendido que la industria no podía continuar apoyándose en la infraestructura heradada del pasado, sino que tendría que basarse en la "acumulación socialista" para expandirse a través de la planificación económica. Eso requería acelerar el ritmo de industrialización, pero la dirección estalinista se opuso, acusando a los dirigentes de la Oposición de "superindustrializadores". Esta política aumentó dramáticamente las diferencias de clase en el campo y permitió a los kulaks concentrar en sus manos cada vez más riqueza.
Un año después la URSS no sólo no caminaba "a paso de tortuga hacia el socialismo" sino que cabalgaba hacia la restauración capitalista. La situación se hizo insostenible debido al acaparamiento de trigo por parte de los kulaks, que provocaron una situación de hambre generalizada en las ciudades, mientras la reacción capitalista tomaba posiciones preeminentes. Stalin, asustado por la situación, dio un giro de 180 grados y, apropiándose de manera distorsionada y burocrática de algunos puntos del programa de la Oposición de Izquierdas, emprendió un proceso de colectivizaciones forzosas con consecuencias humanas y económicas espantosas.
El atraso objetivo de Rusia, con altas tasas de analfabetismo y la debilidad numérica de la clase obrera, obligaban al joven gobierno soviético a tomar medidas excepcionales y basarse en gran medida en los servicios de cientos de miles de antiguos funcionarios zaristas, que saboteaban los esfuerzos del nuevo régimen. Lenin denunció esta medida como una "concesión burguesa" que tenía que reducirse lo antes posible.
Existía un peligro real de que la revolución sufriese una degeneración burocrática. Los obreros, por sí mismos, a través de sus organizaciones, debían ejercer un control sobre el aparato del Estado y sobre la burocracia. Sin embargo, por su atomización hacia el final de la guerra civil, la reacción burguesa, la hambruna y la devastación creada por cuatro años de guerra contra varios ejércitos imperialistas la clase obrera era incapaz de combatir con efectividad la creciente burocratización estatal.
La burocracia soviética adquiría más seguridad a medida que las derrotas de la clase obrera internacional eran más terribles. En Bulgaria, Alemania (1923), Estonia (1924), Inglaterra, Polonia (1926), China (1927), Alemania y Austria, las derrotas arruinaban la confianza de las masas en la extensión de la revolución y afianzaban a la burocracia. La contrarrevolución política de la burocracia liquidó completamente el régimen de la democracia obrera soviética, aunque de momento, no había destruido las nuevas relaciones de propiedad establecidas por la Revolución de Octubre, es decir, la economía nacionalizada. Elevándose por encima de los trabajadores, la casta burocrática intentó regular estas contradicciones en su propio interés.

La restauración capitalista

Los privilegios de la burocracia estalinista no surgían de la esfera de la producción, sino de la esfera de la distribución. Por eso la burocracia estalinista no era una clase dominante, sino una casta parasitaria, que no jugaba ningún papel en el proceso productivo. Por esta razón se veía obligada a defender, en un primer momento, la propiedad estatal como fuente de su poder y de sus ingresos. Sin embargo, un régimen de esta naturaleza no se puede mantener indefinidamente. En la medida en que la economía se hace más compleja, los métodos burocráticos y la ausencia de la democracia obrera se convierte en un obstáculo absoluto para el desarrollo de las fuerzas productivas. Al mismo tiempo, la burocracia, desvinculada completamente de la revolución y de sus objetivos históricos, acaba sintiendo la economía planificada como una traba para el disfrute pleno de sus privilegios, ya que, entre otras cosas, impide el derecho a herencia. Por eso la burocracia se convierte en un puente hacia la restauración capitalista, como así acabó ocurriendo a finales de los 80.
La degeneración burocrática fue un proceso y no un acto. Las grandes derrotas del proletariado europeo y los primeros éxitos, muy modestos, de la economía soviética, sugirieron a Stalin durante el otoño de 1924 que la misión histórica de la burocracia era construir el socialismo en un solo país. La burocracia fue adquiriendo conciencia de que la victoria de la revolución social en Occidente podría estimular una sublevación de las masas (que habían sido expropiadas de su poder político) en la Unión Soviética*, no contra los logros de la revolución, la economía planificada, pero sí contra la élite privilegiada y usurpadora representada por Stalin. Por lo tanto, una guerra civil unilateral fue realizada bajo la forma de juicios, purgas y asesinatos en la segunda mitad de los años treinta. Toda la vieja generación de bolcheviques, incluyendo la Oposición de Izquierdas y finalmente el propio Trotsky fueron exterminados físicamente por la maquinaria estalinista. Incluso en las fauces de esta maquinaria monstruosa, Trotsky produjo su brillante análisis del estalinismo que predijo el futuro de la URSS bajo este sistema totalitario. En 1936 él pronosticó dos posibilidades para la URSS: "Una sublevación exitosa de la clase obrera rusa, una revolución política y la restauración de la democracia; o la vuelta del capitalismo con calamitosas consecuencias para las masas de la población". Esta predicción fue finalmente corroborada por los hechos cincuenta años después con la contrarrevolución capitalista en Rusia.
Tan sólo Trotsky y la Oposición de Izquierdas libraron una batalla sin cuartel contra la degeneración burocrática estalinista. A través de la obra de Trotsky La revolución traicionada toda una generación puede hallar explicación a semejante desenlace. A la luz de los acontecimientos actuales podemos decir que la caída del Muro de Berlín sólo fue el anticipo del colapso más grande de la economía en la historia del capitalismo, con una crisis sin precedentes y un cuestionamiento cada vez más claro por los trabajadores de este sistema, que vuelve a poner la revolución socialista en el orden del día.

* Este proceso culminó con la revolución española (1931-37) donde la burocracia estalinista adoptó por primera vez una política consciente de hacer fracasar la revolución. Hasta entonces, su contribución a las derrotas se debía a una política empírica de zigzags inherente a su carácter burocrático. 

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