Grandes acontecimientos sacuden Turquía desde la tarde del viernes 15 de julio. Un sector del Ejército tomaba el aeropuerto de Estambul, bombardeaba el Parlamento en Ankara, y ocupaba la televisión pública para anunciar la destitución del presidente, el islamista Recep Tayyip Erdogan. Éste llamaba a sus partidarios a salir a la calle y en pocas horas el golpe militar fracasaba. Inmediatamente, se ponía en marcha un nuevo golpe: Erdogan está aprovechando la ocasión para profundizar en su purga del aparato estatal, homogeneizarlo a su servicio, y dar un paso decisivo hacia una dictadura apenas disimulada por la existencia de un parlamento. Con razón Erdogan calificaba el golpe militar de “regalo de Dios”. Los gobiernos de Estados Unidos y Europa, más allá de farisaicas críticas, apoyan a Erdogan y a cualquier poder político mientras mantenga sus intereses fundamentales en Oriente Medio, controle a la izquierda kurda y turca, y convierta el país en una sangrienta criba para los refugiados que se encaminan a Europa.

El golpe militar refleja las tensiones internas dentro del Ejército y del aparato estatal en general, tensiones que han acompañado a Erdogan y al sector de la burguesía que está detrás de él (los llamados tigres de Anatolia) desde que accedieron al poder frente al aparato político tradicional (kemalista) y al sector capitalista vinculado a él. Sin embargo, la autoría exacta de esta intentona no está clara. Erdogan, inmediatamente, ha acusado a Fethullah Gülen, (1) exigiendo a Estados Unidos su extradición.

Lo que es evidente es que este golpe ha sido muy chapucero. Ha movilizado a un sector minoritario del Ejército, que no ha demostrado suficiente determinación para imponer su voluntad (un ejemplo claro de esto es permitir que Erdogan volara en avión desde la costa del Mármara hasta el aeropuerto de Estambul, viaje anunciado previamente por él mismo para demostrar precisamente la firmeza de la que carecían los golpistas). Los militares rebeldes tampoco tomaron las principales radios y televisiones privadas, que se convirtieron en altavoces del Gobierno (desde una de ellas Erdogan llamó a salir a la calle). Frente a las vacilaciones golpistas, la determinación de Erdogan fue decisiva. Un sector de la población, fundamentalmente la base social del AKP,(2) rodeó los tanques, olió la indecisión, y pasó a la ofensiva, arrebatando el control de los tanques en muchos casos. El golpe se desmoronó rápidamente, alentando así la actividad de las bandas de lúmpenes del AKP, que se dedicaron al acoso y asalto de sedes kurdas, activistas de la izquierda y grupos de alevíes (minoría religiosa).

Del golpe militar, al golpe civil de Erdogan

Inmediatamente, Erdogan se ha puesto manos a la obra, dando la vuelta al aparato estatal como a un calcetín. Una gigantesca purga está en marcha. De momento, 20.000 funcionarios han sido despedidos o cesados de sus puestos, entre ellos 8.500 policías, 3.000 jueces (un 20% del total), un gobernador y 76 cargos regionales, y 6.000 militares, de los cuales 103 son generales y almirantes (un tercio del cuadro de mando). Muchos de ellos han sido detenidos. Entre ellos dos miembros del Tribunal Constitucional que hace pocos días se opusieron a la reforma judicial prevista que supedita la justicia a los criterios de Erdogan . (3) La limpieza del aparato es un paso de gigante hacia la instauración de una dictadura abierta, disfrazada de “régimen presidencialista”. Y es una puesta a punto para atacar al enemigo principal, tanto de Erdogan como de la burguesía internacional: el movimiento obrero y la izquierda kurda y turca, representada mayoritariamente en el HDP (que, recordemos, hace un año consiguió un 13% de votos pese a la represión y a múltiples trabas legales, y que está en proceso de ilegalización).

Este golpe fallido ha favorecido tanto a los islamistas, que incluso hay rumores de autogolpe. Lo que sí parece evidente es que los poderosos servicios de inteligencia, totalmente controlados por Erdogan, conocían la tentativa, y dejaron hacer. También parece que el golpe se precipitó, ante una inminente depuración del Ejército, el día siguiente, lo que explicaría su deficiente ejecución. Las listas de supuestos golpistas (que incluyen, por supuesto, opositores y tibios con el poder del dictador), obviamente, ya estaban hechas antes del golpe.

Comunicado del movimiento kurdo

La Unión de Comunidades del Kurdistán (que engloba al partido HDP, a la guerrilla del PKK, a las guerrillas kurdo-sirias YPJ e YPG) ha publicado un comunicado que resume la esencia de lo ocurrido: “un poder antidemocrático lleva adelante un intento de golpe para derrocar otro poder autoritario”. “Ya existía una tutela militar antes del intento de golpe que se dio ayer”, ya que “hace un año, Tayyip Erdogan y el Palacio de Gladio dieron un golpe sobre los resultados de las elecciones del 7 de junio (…). El fascismo del AKP hizo una alianza con todos los poderes fascistas y con una parte del Ejército (…) con el fin de eliminar el movimiento de liberación kurdo y los poderes de la democracia. El fascismo del AKP movilizó al Ejército en las ciudades y pueblos kurdos, incendió las ciudades y masacró a cientos de civiles”. “El control del poder político sobre el poder judicial (…), la eliminación de la inmunidad parlamentaria (…), el encarcelamiento de miles de políticos del DHP y DBP [partidos kurdos], constituye un golpe mayor al dado en este intento de golpe”. No menos grave, dentro de todas estas medidas encaminadas hacia una dictadura abierta, es la represión policial y parapolicial a los grupos de izquierda en la propia Turquía, y la utilización sistemática del terrorismo yihadista para atacar al movimiento y crear un clima de terror.

Para mayor abundancia, el partido de extrema derecha MHP (cuyas bandas fascistas, Los Lobos Grises, ensangrentaron Turquía en los 80 y todavía hacen el trabajo sucio al Gobierno) se posicionó inmediatamente con Erdogan.

Por supuesto, el triunfo del golpe no hubiera supuesto ninguna mejora para las masas turcas y kurdas. El comunicado de los golpistas anunciaba el mantenimiento de los acuerdos internacionales (la OTAN, la coalición antiyihadista que es la cobertura legal para el saqueo de Siria…), demostrando así sus fuertes lazos con el imperialismo. De hecho, decenas de los generales purgados son de la base turco-estadounidense de Incirlik, y la mayoría de los altos oficiales golpistas recibieron estudios en Estados Unidos. La participación en el golpe de gran parte de los militares de alto rango responsables de la sangrienta represión en el Kurdistán también es muy significativa de su carácter reaccionario.

Pero, como dice el comunicado citado, “describir a Tayyip Erdogan y a los dictadores fascistas del AKP como si fueran democráticos después de este intento de golpe, es un enfoque más peligroso que el intento de golpe en si mismo”. Y, obviamente, éste es el enfoque del imperialismo y de sus medios de comunicación. Ellos no son principistas en cuanto a qué sector del aparato estatal o de la burguesía controla el poder, siempre y cuando se mantengan sus intereses. Cuando se desconocía el alcance y la seriedad del golpe, la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea se mantuvieron en silencio. En una rueda de prensa conjunta en Moscú de Serguei Lavrov (canciller ruso) y John Kerry (enviado de Obama), el primero (como representante de una potencia que desde hace dos semanas es nuevo aliado táctico de Erdogan) condenó sin paliativos el golpe, mientras Kerry se limitaba a desear “estabilidad, paz y continuidad”, preparando el terreno para una interlocución fluida con los golpistas, si llegaban a triunfar. Boris Johnson, nuevo ministro de Exteriores británico, con conexión clara con un sector importante del aparato de Estado estadounidense, sólo dijo estar “muy preocupado por los acontecimientos”. Obama sólo condenó claramente el golpe cuando ya era evidente que fracasaba, y coincidiendo con la detención de los principales cabecillas, y en cuanto el jefe de la OTAN habló hubo una cascada de declaraciones en la misma línea.

El imperialismo mantiene el apoyo a Erdogan

Al imperialismo le da igual si el gato es blanco o negro, mientras cace ratones. En cuanto vieron que Erdogan ganaba la partida, se deshicieron en elogios al triunfo de la “democracia turca”, de las “instituciones constitucionalmente establecidas”, y demás palabrería. Los medios de comunicación turcos, sometidos salvo honrosas excepciones a la autoridad del nuevo sultán, son definidos por el editorial de El País como “baluartes de la democracia y las libertades de los ciudadanos” . (4)  El golpe civil protagonizado por el islamista es convenientemente escondido, o presentado como una depuración de elementos antidemocráticos. Y, por supuesto, los Gobiernos de la UE y de Estados Unidos seguirán dando manga ancha a Erdogan para seguir masacrando Kurdistán en silencio.

Qué contraste el tratamiento hacia este sátrapa, por parte de la llamada “comunidad internacional” (es decir, las instituciones levantadas por el imperialismo), con su actitud hacia la revolución venezolana. Estamos ya acostumbrados a ver a Obama, Merkel, Hollande, Rajoy, Pedro Sánchez, y compañía presentar como presos políticos a ultraderechistas y promotores de asesinatos como Leopoldo López, y a una oposición burguesa que utiliza todo tipo de medios para llegar al poder, como democrática. ¿Oiremos a estos señores declarar su defensa del Gobierno legítimamente constituido, de la democracia venezolana, si mañana hubiera un golpe para acabar con el Gobierno de Maduro? Es evidente que no. Y es que, donde hay intereses de clase en juego, los capitalistas y sus representantes sólo juegan con los términos “derechos humanos”, “democracia” o “libertades” para esconderlos, con total desprecio al porvenir de millones de personas. Un último ejemplo de esto son las declaraciones de la nueva primera ministra británica, Theresa May, dispuesta a “matar a cien mil hombres, mujeres y niños inocentes”, con bombas nucleares; eso sí, sólo si es necesario… (5)

La conjunción de intereses entre la camarilla de Erdogan y el imperialismo no significa que no haya o surjan tensiones. La reciente alianza del turco con Putin, que le ha llevado a defender públicamente —por primera vez— la necesidad de dialogar con el presidente sirio, Bachar al-Assad (ya veremos lo que dura esta luna de miel turco-rusa), demuestra al imperialismo norteamericano el peligro de la imprevisilidad del sátrapa turco. Las vacilaciones estadounidenses ante el golpe han tensado las relaciones hasta el punto de que el ministro de Trabajo turco, Süleyman Soylu, señala que ellos han organizado el golpe; también afirma que “las ambiciones y los planes de Estados Unidos están detrás del terror en el sureste de Turquía [el Kurdistán Norte], así como en Siria e Irak”. Por su parte, el primer ministro, Binali Yildirim, amenaza a Washington: “la no entrega de Fethullah Gülen sería una decepción, y nos plantearíamos si USA es un amigo de verdad”.

El momentáneo reforzamiento de Erdogan no va a acabar con la polarización social y política en Turquía ni va a estabilizar el país, todo lo contrario. Sus planes bonapartistas pasan por la reforma constitucional a través, posiblemente, de un referéndum (más bien un plebiscito), y previamente va a intentar arrasar sin contemplaciones con los focos de resistencia, especialmente el HDP, todo el movimiento kurdo, el movimiento sindical… Utilizando como hasta ahora todo el peso del aparato estatal —y en eso sí están de acuerdo todos los sectores de éste—, y también a las bandas yihadistas, absolutamente infiltradas por el Estado turco. La anunciada restauración de la pena de muerte será utilizada especialmente contra la izquierda y el pueblo kurdo. Ésta es la democracia turca que defienden los gobiernos burgueses de Occidente. “La solución no es ni el golpe civil de Erdogan ni el golpe militar, sino una tercera vía, el fortalecimiento de la lucha de los pueblos”, ha declarado el PKK. Una lucha que necesita el arma de un programa revolucionario.

 

1 Teólogo musulmán, líder de un movimiento llamado Hizmet, considerado un Opus Dei musulmán, y que se infiltró en el aparato estatal, incluyendo el Ejército, con el beneplácito de Erdogan. Con más conexiones con Estados Unidos (donde vive) y Europa que el actual presidente, rompió con él hace tres años, y desde entonces sus seguidores son purgados sistemáticamente y su poderoso grupo de comunicación puesto al servicio del Gobierno.

2 Partido de Erdogan.

3 La detención de estos dos jueces tiene el efecto de asegurar la lealtad a Erdogan del Tribunal Constitucional, que hace poco ordenó la libertad de dos periodistas, acusados de injurias por denunciar el suministro oficial de armas a los yihadistas. Erdogan se jactó de desobedecer esa orden y prometió que tomaría las medidas para que no se repitieran decisiones judiciales similares.

4 http://elpais.com/elpais/2016/07/17/opinion/1468781843_502293.html. El titular del editorial es ‘Erdogan debe aprovechar para reforzar la democracia y unir al país’. Significativo…

5 http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/18/actualidad/1468877477_403820.html

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