Nada nuevo hay bajo el sol, o por utilizar las palabras de Marx, las segundas partes devienen farsas en la historia. El proyecto de una Unión Europea ya fue una consigna con Lenin y Trotsky en la década de los veinte y treinta del siglo pasado. Pero dicha Unión era una unión dentro de una Europa socialista y con economía planificada que propugnaba la paz.

La actual Europa es una Europa de los mercaderes” hecha desde arriba y sin tener en cuenta a las clases inferiores (peligrosas para el capitalismo). Una Europa que está construyendo un muro social y que recorta derechos económicos y sociales.... Pero no nos vamos a centrar en este aspecto.

La Europa que se construye se hace en un momento senil del capitalismo y que nos adentra en la tesis de la guerra y la barbarie. Quizás lo que se pretenda es que la guerra no entre en la casa europea, aunque para esto sea necesario que en la periferia existan “protectorados” basados en la etnia (ahí quedan Bosnia y el Kosovo).

La Constitución Europea institucionaliza un nuevo militarismo; por el que la lucha interimperialista (que no el Imperio) se traslada al Tercer Mundo, donde realmente se produce la lucha por las materias primas y por nuevos mercados. Ahí queda el ejemplo de Darfú o del delta del Níger, lugares en donde el capitalismo europeo no le importa introducir la guerra y la barbarie…

La Constitución Europea permite el rearme, así en su articulo I-40 se nos dice que “Los Estados europeos se comprometen en mejorar progresivamente sus capacidades militares”. Pero además la Constitución exige lealtad a sus miembros: “La política común de seguridad y defensa incluirá la definición progresiva de una política común de defensa de la Unión” (art. I-40, apdo 2). Y en otro apartado se nos dice: “Los Estados miembros apoyarán activamente y sin reservas la política exterior y de seguridad común de la Unión, con espíritu de lealtad y solidaridad mutua, y respetarán los aptos que adopte la Unión en ese ámbito. Se abstendrán de toda acción contraria a los intereses de la Unión o que pueda mermar su eficacia”.

He ahí la primera contradicción dentro de una Europa capitalista, una Europa que no funciona como un supra-Estado. Las contradicciones interimperialistas que se están desarrollando en el Tercer Mundo conlleva que en el interior de Europa se produzca una lucha entre dos fracciones capitalistas: el eje anglosajón más vinculado al imperialismo de los USA y por otra parte el eje franco-aleman. Intereses que quedaron patentes con la invasión de Iraq. El capitalismo no se mueve por la defensa de los derechos de los pueblos, sino por sus propios intereses económicos y políticos.

Pero por otra parte no podemos perder de vista el “caballo de Troya” que supone la ampliación de la UE; ampliación que ha supuesto la entrada de países (como Polonia) que se encuentran dentro de la órbita de los USA y que apoyaron la intervención militar en Iraq. Países que por otro lado suponen también un mercado de más de 250 millones de personas que pueden trabajar sin derechos sociales y con bajos salarios por lo que son un buen bocado para un capitalismo senil que en lo único que piensan es abaratar costes y conseguir pingues beneficios. Es una mano de obra barata y bien disciplinada, por consiguiente una de las salidas que está llevando esta Europa es trasladar empresas a estos países.

Doctrina de “guerra preventiva”

La Constitución Europa institucionaliza la “doctrina Solana”, por la que se acepta las tesis del imperialismo USA de la guerra preventiva. Javier Solana venía a defender (refiriéndose a los Estados miembros) que “debemos desarrollar una cultura estratégica propia en favorecer las intervenciones precoces, rápidas y, si fueran necesario vigorosas”. Tesis que queda clara en la Constitución al decirnos que las Fuerzas Armadas de Europa deben estar disponibles para “misiones en las que intervengan fuerzas de combate para la gestión de la crisis, incluidas las misiones de restablecimiento de la paz” [Art. III-210]. Y en el mismo artículo se continua diciendo que “todas estas misiones podrán contribuir a la lucha contra el terrorismo, incluso mediante el apoyo prestado a terceros Estados para combatirlo en su territorio” [Art. III-210]. ¿Dónde queda el límite para dicho mandato? ¿Quién dirá lo que es terrorismo o no? ¿Dicha política armamentística va a ser controlada por el Parlamento? Si leemos el articulo 40 parágrafo 8 nos damos cuenta que el Parlamento sólo queda como un órgano consultivo, pero no se dice nada sobre si podrá vetar o no una decisión de intervención militar

Es el Consejo de Ministros el que decide. El Parlamento podrá aconsejar, pero esto no es un “derecho de decisión”. De nuevo, esta no es la “democracia de los pueblos”, sino la de los mercaderes que necesitan nuevos mercados y que necesitan mercantilizar todo, incluso al ser vivo. Pero es que además, toda esta política está supeditada a la OTAN, y todos sabemos quien domina dicha alianza militar

Además, dicho militarismo incide en todo el eje político de la Unión. La tarta siempre suele ser la misma, y si potenciamos un tipo de industria determinada (la militar), hay que quitar dinero de otro trozo de la tarta. Son habas contadas. Y la Constitución nos dice que hay que desarrollar la Investigación militar para “determinar las necesidades operativas, fomentar medidas para satisfacerlas, contribuir a determinar y, si procede, a aplicar cualquier medida adecuada para reforzar la base industrial y tecnológica del sector de la defensa...” (Art. I-40, apdo. 3).

¿Puede esta política militarista afianzar la democracia? NO, y menos con un capitalismo senil que está basando su extensión en la barbarie, en el exterminio de amplias masas de la población y en la limpieza étnica. Lo que necesita esta política imperialista es recortar derechos, es el secreto y por consiguiente una “democracia mínima” que sólo valga para justificar el voto cada cuatro años. Pero donde está la decisión libre de los pueblos

Esta es la Constitución de una Europa construida por los señores de la economía que no necesita la democracia; que lo único que necesita es un ejército disciplinado que trabaje cuando sea necesario y que no reivindique nada. NO, esta no es la Europa Socialista. Es una farsa....ni siquiera eso, es la barbarie y la exclusión para los pueblos del Tercer Mundo, pero también para las amplias bolsas de pobreza que se desarrollan en el primer mundo. NO, no es nuestra Europa. Nuestra Europa es una Federación de los pueblos libres bajo una economía planificada y controlada por los organismos sociales.

(Javier Méndez-Vigo Hernández y José Mª Domínguez Rodríguez

son miembros del PSPV-PSOE)

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