Basta ya de detenciones y deportaciones a refugiados

Después de que la política sobre inmigración de Trump haya provocado una explosión de ira entre millones de jóvenes y trabajadores norteamericanos, el presidente estadounidense se ha visto obligado a dar marcha atrás en uno de los elementos de su política de “tolerancia cero” que criminaliza a cualquier persona que trate de cruzar la frontera sur de Estados Unidos, incluidas aquellas personas en busca de asilo. En una orden ejecutiva, la administración manifestaba que los niños ya no serán separados de sus padres en las instalaciones de detención.

Lo que esto realmente significa es que los niños serán retenidos de manera indefinida junto a sus padres en estas instalaciones hasta que se celebre un juicio por el “crimen” de huir de la pobreza y la violencia. Tampoco aclara cuando o como los 2.300 niños que ya han sido separados de su familia serán reunidos con estas. Además ya están en marcha planes para llevar a cabo la detención de 20.000 personas.

Represión en aumento

Bajo el mandato de sucesivas administraciones republicanas y demócratas, la política de inmigración de los Estados Unidos ha ido incrementando el protagonismo de la “justicia” penal y el sistema carcelario. Los inmigrantes son tratados como criminales en lugar de como personas en busca de asilo. Nos encontramos ante un sistema de detención inhumano, el cual, para mayor escándalo, en gran parte se encuentra en manos privadas, resultando así un negocio del que los empresarios del sector obtienen suculentos beneficios económicos a partir del encarcelamiento de inmigrantes.

Como socialistas, nos oponemos frontalmente a las políticas aberrantes de Trump, así como a sus infames y casi diarios ataques a los inmigrantes, como si no los considerara seres humanos. Luchamos contra estas políticas monstruosas, no solo por razones humanitarias, también porque estas están encaminadas a dividir y debilitar la lucha de la clase obrera, sea inmigrante o nativa.

El calvario para miles de inmigrantes que intentan llegar a los Estados Unidos es brutal. El New York Times dice: “En algunas cortes, el tiempo de espera medio para una audiencia por inmigración era de más de 1.400 días; algunas audiencias están siendo programadas para más allá de 2021 si no se encuentra un hueco previo en las listas de casos”.

Ahora los congresistas demócratas tienen la consigna de denunciar a las políticas de Trump de separar a los niños de sus familias. Esto es profundamente hipócrita. Esperan con esto que la gente se olvide de que en el año 2014, durante la anterior oleada de refugiados provenientes de Centroamérica (incluyendo decenas de miles de niños), la administración de Obama detuvo a miles en unas condiciones similares, y deportó a miles de niños de vuelta a Centroamérica, donde muchos corrían riesgo de muerte.

La ola de inmigración actual va ligada a las políticas neoliberales llevadas a cabo por los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos durante las últimas décadas, incluyendo sus políticas frente al tráfico de drogas, que ha aumentado la violencia entre bandas en toda Latinoamérica.

Políticas socialistas

No podemos confiar en las grandes corporaciones y el capitalismo para resolver estos problemas. Estos son precisamente los que provocan el drama social que obliga a millones de personas a abandonar su hogar para huir de la violencia y la pobreza. La explotación laboral, la represión cruel y sistemática, caracterizan la actividad de las grandes empresas capitalistas multinacionales, que recurren a todo tipo de recursos para reducir costes e incrementar sus beneficios, siendo Latinoamérica uno de los lugares donde despliegan esta labor con más intensidad.

La lucha por los derechos de los inmigrantes forma parte de la pelea por unas condiciones de vida dignas para la clase obrera sea del país que sea y esta está indisolublemente ligada a la necesidad de una transformación profunda de la sociedad.

En el camino para acumular la fuerza suficiente para lograr este objetivo, hacemos un llamamiento a combatir por un programa que recoja, como puntos centrales, un plan de obras públicas para remodelar la infraestructura y construir casas que sean accesibles para todo el mundo, medidas concretas para reorientar la economía hacia el uso de energías renovables y garantizar un salario que permita una vida digna de los trabajadores. Otros aspectos centrales deben ser la exigencia de una sanidad pública para todos, incluido el acceso gratuito a los medicamentos, la financiación pública completa de las escuelas y el incremento de los servicios comunitarios para cubrir las necesidades reales de las familias de clase obrera.

Exigimos también que se terminen las políticas neoliberales que han desvalijado México y Centroamérica, forzando a las familias a huir de sus casas. Estas políticas también han destrozado los trabajos en los Estados Unidos. De hecho, como trabajadores tenemos un interés común en mejorar nuestros estándares de vida en ambos lados de la frontera. Es necesario organizar una lucha masiva que fuerce a las corporaciones políticas a actuar según los intereses de la mayoría, siendo remplazados si no lo hacen. Queremos un movimiento independiente de la clase obrera que suponga un desafío tanto para el partido republicano como para el demócrata, ya que ambos están al servicio de los intereses de las grandes corporaciones y los bancos.

Problema común

El problema de defender unas condiciones de vida dignas está íntimamente ligado a la tarea de conseguir una sociedad basada en defender los intereses de la mayoría de la población, una sociedad socialista.

La vía para desafiar las políticas derechistas de Trump es la acción unida de la clase obrera independientemente de su raza, color, género, orientación sexual o país de nacimiento.

La criminalización de los inmigrantes va en contra de los intereses de los trabajadores, estadounidenses o centroamericanos. Muchos trabajadores se ven forzados a guardar silencio cuando sus jefes no les pagan horas extras, o son sobreexplotados en su puesto de trabajo por miedo a perder su puesto de trabajo.

Una clase obrera con bajos sueldos, temerosa de luchar por sus derechos es ideal para los jefes, que solo buscan acumular beneficios. El aparato represivo del ICE (servicio de inmigración y control de aduanas) y la militarización de las fronteras mediante la policía es el arma que usarán contra todos los trabajadores que enfrentemos este problema.

Ha sido la explosión de ira y la amenaza de protestas masivas lo que ha obligado a Trump a cambiar su posicionamiento frente a la separación de niños de sus familias en la frontera. Debemos usar la fuerza y el enfado actual causado por el infame trato a los niños para desafiar toda su política de criminalización de inmigrantes.

Exigimos:

  • • Parar la detención de refugiados y acabar con las deportaciones.
  • • Abolir el ICE y parar las redadas en los puestos de trabajo.
  • • Legalización de todos los inmigrantes indocumentados.

Unidos para pelear contra las causas del racismo antiinmigración

  • • Imponer impuestos a los ricos para financiar la educación y viviendas accesibles.
  • • Por un salario mínimo de 15 dólares la hora.
  • • Servicios sanitarios para todos.
  • • Un programa laboral público de un billón de dólares para rearmar la infraestructura nacional como transición hacia una economía basada en energías renovables.

El problema es el capitalismo, un sistema que solo genera pobreza masiva; es necesario organizarse y luchar por la transformación socialista de la sociedad.

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