El Militante.— ¿Qué balance hace el sector crítico de la acción sindical de CCOO en los últimos cuatro años? El Militante.— ¿Qué balance hace el sector crítico de la acción sindical de CCOO en los últimos cuatro años?

Agustín Moreno.— Con relación al informe general de José María Fidalgo, nosotros hemos manifestado que se ha venido desarrollando un sindicalismo débil frente a los gobiernos del PP y la gran patronal. Esto se ha puesto de manifiesto en acuerdos como el de pensiones, que abría la puerta a la subida de la edad de jubilación más allá de los 65 años y ampliaba el período de cálculo de las pensiones, con la excusa de incrementar la productividad. También la firma de varios acuerdos interconfederales sobre negociación colectiva, que han moderado los salarios y empobrecido el contenido de los convenios. Además de otra serie de acuerdos en diferentes ámbitos que no ofrecen un saldo y balance positivos para los trabajadores y trabajadoras.

Otro elemento a destacar es la falta de respuesta ante las agresiones de la política neoliberal del PP, como fue la reforma laboral del 2001 que siguió profundizando en la precariedad, el abaratamiento del despido, etc., y en temas como la guerra, que aunque se participó en las grandes movilizaciones, el sindicato no estuvo a la altura de las circunstancias en la huelga general del 10 de abril, aunque sí lo estuvieron las organizaciones del sector crítico y numerosos cuadros o militantes del sindicato.

Y ha habido un tema especialmente llamativo. Después de una lucha heroica y el apoyo inicial a un colectivo como el de los trabajadores de Sintel, finalmente el sindicato no mantuvo la presión ni apoyó la búsqueda de una solución definitiva, propiciando una sensación de profundo abandono de una plantilla que estaba en todo su derecho de luchar por el empleo y que en su gran mayoría eran afiliados de CCOO.

Una excepción importante fue la huelga general del 20 de junio, que demuestra que el sindicalismo de presión y acumulación de fuerzas para mejorar la posición del sindicato y los trabajadores no sólo es posible, sino que es necesario. Fue una huelga espléndida con frutos importantes: obligó al gobierno de la derecha a retirar una gran parte del decretazo pero, lamentablemente, la dirección del sindicato lo consideró sólo un paréntesis que no sirvió para dar un giro a la izquierda o para la recomposición interna de la organización.

EM.— Fidalgo ha tenido una considerable pérdida de apoyo en este congreso, ni siquiera ha conseguido el 60% que se marcó como suelo, ¿qué balance haces de los resultados del VIII Congreso Confederal?

AM.— Creo que cualitativa y políticamente Fidalgo ha perdido el congreso, con sólo un 58% de apoyo en la elección de la Comisión Ejecutiva. Y hay que tener en cuenta que el aparato confederal aporta una prima del 15-20%, lo que significa que objetivamente las bases del sindicato han impedido que el sector oficialista consiga una mayoría más grande, dado que un aparato supone muchos medios, recursos, liderazgos, normas, actuar como juez y parte en las impugnaciones, la presión que ha existido en este proceso, etc. Es decir, a pesar de todo esto, sólo conseguir ese resultado es una derrota política de la que debe tomar nota, para cambiar su talante y la política que está haciendo, en el plano externo, buscando posiciones de mayor firmeza, cambiando el centro de gravedad del sindicato hacia posiciones claramente de izquierdas. Y en el plano interno, recuperando la pluralidad de CCOO, que desde hace ya dos mandatos se ha suprimido.

EM.— ¿Cómo debe CCOO afrontar las nuevas circunstancias políticas después del 14 de marzo?

AM.— Las ponencias han quedado un poco desfasadas porque estaban elaboradas pensando en un marco político de continuidad del PP, con o sin mayoría absoluta. Esto obliga a una revisión que se debe hacer fundamentalmente en la práctica, más allá de lo aprobado en el congreso, que es una referencia y nadie pone en duda que tiene una legitimidad, pero lo que se debe tener en cuenta es la política sindical del día a día y la relación con el nuevo gobierno. En mi opinión, ese giro a la izquierda es más necesario ahora, hay que levantar bien alta la bandera de la independencia y la autonomía del sindicato porque los acuerdos que se puedan firmar con el nuevo gobierno del PSOE tienen que objetivarse absolutamente en sus contenidos. CCOO sólo debe firmar aquello que beneficie a los trabajadores, no podemos ser cómplices de ningún tipo de medidas o ajustes neoliberales, los aplique uno u otro gobierno. Si bien es cierto que en el terreno de las libertades, la educación o las relaciones internacionales este gobierno parece que puede hacer cosas interesantes, recogiendo el mandato popular de las luchas contra la guerra, contra la contrarreforma educativa, etc., en el terreno económico ya sabemos todos que existe en el PSOE un ala liberal que va a presionar para que la política económica vaya en esa dirección. No se puede en absoluto bajar la guardia y eso nos obliga a tener una actitud firme, vigilante y sobre todo muy autónoma.

EM.— En los días previos al congreso hubo diferentes informaciones sobre la división del sector crítico y la posibilidad de una cuarta lista, ¿cómo ves el futuro del sector crítico tras este congreso?

AM.— El sector crítico ha salido claramente fortalecido de este congreso. Hemos sido capaces de presentarnos con una lista unitaria que recoge nuestra pluralidad, hemos avanzado en nuestras posiciones, también en determinadas votaciones y sobre todo nos hemos convertido en una fuerza decisiva y determinante en el panorama actual del sindicato. Esto también conlleva el imperativo de la coherencia, que es lo que ha provocado las discusiones tan intensas que hemos tenido que resolver en la asamblea de todos los delegados [críticos] celebrada el miércoles por la noche, pero las hemos solucionado de forma unánime. El imperativo de coherencia nos proporciona esta posición privilegiada que puede tener el sector crítico, nuestra propuesta va dirigida a recomponer las cosas en el interior del sindicato, es un acuerdo para la convivencia democrática de todos y eso significa que los tres sectores tienen todo el derecho y toda la legitimidad. El mandato del congreso impone dirigir de forma conjunta el sindicato. Por decirlo de otra forma, la pluralidad es la existencia de integración y éste puede ser un congreso que refleje su pluralidad en la integración de la dirección, es decir, una dirección colectiva. Si continúa la opción de la confrontación, como ha sido la opción predominante en José María Fidalgo hasta ahora, esto sólo serviría para profundizar en la ruptura y la división interna.

Pluralidad es integrar, gobierno de todos, siguiendo una línea completamente de izquierdas y unos métodos democráticos; exclusión significaría profundizar en la ruptura de CCOO. Nosotros apostamos por lo primero y creemos que tenemos una posición clave para que se abra este proceso, que redundaría en un fortalecimiento del sindicato y una mayor utilidad para los trabajadores. Lo contrario sería inestabilidad en el conflicto, debilidad y un flaco servicio a la clase trabajadora.

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