El pasado 5 de mayo fue el día escogido para el inicio de la convocatoria de una huelga general indefinida en el campo sevillano por CCOO, UGT y SOC. El motivo era que el Convenio anterior finalizó el 1 de enero de 2004. Desde entonces los jornalerosEl pasado 5 de mayo fue el día escogido para el inicio de la convocatoria de una huelga general indefinida en el campo sevillano por CCOO, UGT y SOC. El motivo era que el Convenio anterior finalizó el 1 de enero de 2004. Desde entonces los jornaleros no tienen convenio provincial ya que la patronal se opuso, a través de la negociación, a mejorar las condiciones de los trabajadores. Pero esta huelga sería desconvocada por los dirigentes de CCOO y UGT la noche antes de la huelga. La razón para esto había sido la firma de un acuerdo con dos de las principales asociaciones empresariales de la fruta, COAG y ASOCIAFRUIT.

El SOC que se opone a esta actitud y considera insuficiente estos acuerdos, empieza una lucha empresa por empresa para mejorar dicho acuerdo. En cuestión de menos de una semana lo que nos encontraremos en las puertas de las fincas será con el peor de los escenarios: frente a los piquetes del SOC para apoyar a los trabajadores en huelga, contrapiquetes de CCOO y UGT para proteger a los esquiroles y la Guardia Civil armada hasta los dientes en medio. La patronal estaba pasando, seguramente, uno de sus mejores días.

Cualquier sindicalista sabe perfectamente que antes de ir a una huelga uno debe medir las fuerzas con las que cuenta. El SOC había estado realizando asambleas en los pueblos y tajos para movilizar y concienciar a los trabajadores. CCOO y UGT convocaron un paro el 31 de marzo y 1 de abril seguido de forma masiva. Es evidente que la correlación de fuerzas era muy favorable a la clase obrera. Pero CCOO y UGT deciden que la huelga ni siquiera va a empezar porque con la amenaza de ésta y en una negociación se consigue todo lo pedido. Esto no es así como vamos a ver.

UGT y CCOO firman

un acuerdo parcial

El objetivo era un convenio provincial que dignificara las condiciones laborales de uno de los sectores obreros más explotados. Pero lo que se ha firmado ha sido un simple acuerdo con los empresarios de la fruta, producto que iba a ser afectado por el paro laboral. Las dos asociaciones firmantes, COAG y ASOCIAFRUIT recogen a centenares de empresas y con ellas a unos 50.000 trabajadores, pero ¿de qué sirve ese acuerdo en el momento en que acabe la campaña del melocotón y la naranja? La subida salarial ha sido de un 4,5% para los eventuales de este producto, pasando a cobrarse 37,5 euros al día. La jornada se mantiene en 39 horas semanales consiguiéndose 15 minutos de descanso para el bocadillo. Unos 70.000 jornaleros eventuales que trabajan en la provincia en otras tareas como la remolacha, el olivar, el algodón, el arroz, ... seguirán sin convenio. Además, los 37,50 euros son sólo para el melocotón y los frutales, que sería el salario más alto. Lo acordado respecto al espárrago verde son 36,82, hortalizas 36,37, tractorista 35,46, trabajadores de almacén ninguno llega a 36 euros. Según la plataforma de CCOO y UGT la idea era conseguir un convenio en el que se unificaran en 3 bandas los 23 tipos de salarios diferentes que hay en el campo al tercer año del cumplimiento del convenio, tomando como referencia el salario del melocotón.

Si los dirigentes sindicales ven en esto una mejora en las condiciones laborales lo que habría que preguntarles es porqué no se siguió con la huelga para conseguir que esas mejoras se consolidasen en un convenio y no en un acuerdo parcial. La respuesta no puede ser que la patronal frutícola ha cedido y no era justo hacerles una huelga cuando son los terratenientes olivareros los que no quieren un convenio digno. La cuestión es que si la huelga se hubiera hecho, la patronal de la fruta podría haber presionado y obligado a los olivareros a firmar. Lo otro es poner por encima de los intereses de la clase obrera los de una supuesta patronal “menos mala”.

El SOC ante el acuerdo

Después de la firma del acuerdo los dirigentes de CCOO y UGT pensaban que el campo iba a volver a su normalidad y que en septiembre se volvería a negociar para conseguir entonces el convenio, de la misma forma tranquila y no traumática con que se había conseguido este primer acuerdo. Lo que había que hacer ahora era ir tajo por tajo intentando que se cumpliera. No hubo asambleas en los pueblos, ni en los tajos donde los trabajadores ratificaran ese acuerdo. Lo más fueron algunas reuniones con delegados de empresa.

El problema que se encontraron fue que el SOC no estaba a favor del acuerdo y tenía sus propias reivindicaciones por encima del mismo. Los dirigentes de CCOO y UGT no habían contado en absoluto con los compañeros del SOC para esta huelga. De hecho el SOC para evitar la división del movimiento, a pesar de las diferencias existentes en la plataforma reivindicativa, desconvocó su jornada de huelga del 3 de mayo y se sumó a la del 5 y así unificar la lucha.

La reacción del SOC ante el acuerdo, en la medida en que no pueden mantener la huelga por sí solos, es iniciar una movilización tajo por tajo para conseguir mejorar el propio acuerdo, defendiendo 39 euros como salario mínimo y único (para todas las faenas) excepto el olivar y jornada de 36 horas semanales. La subida salarial es importante si tenemos en cuenta los bajos salarios, ya que un euro o dos al día pueden suponer un porcentaje importante del salario. El 7 de mayo, tres días después de la desconvocatoria, pasan a la acción en la finca “La Tiesa” en la que consiguen, después de una sola mañana de presión, firmar un acuerdo con sus reivindicaciones. El 8 de mayo, en Villamanrique se repite la misma historia. El método para obtener estas mejoras es organizar una asamblea de todos los trabajadores en la que se debate y se vota la plataforma de la finca, decidiendo ir a la huelga para conseguirlo.

Viendo la respuesta de los trabajadores y la cierta facilidad para mejorar las condiciones del acuerdo, el SOC extiende las convocatorias. En otras fincas como en “Buitrago” y el cortijo ”San José” se vota mayoritariamente a favor de la huelga. Esto en la práctica supone romper el acuerdo, que quedaría desautorizado si se extiende la lucha a otras explotaciones agrícolas importantes. Las direcciones CCOO y UGT inmediatamente se ponen en movimiento. Las jornadas van a ser tensas y llenas de enfrentamientos.

Protegiendo

a los esquiroles

Lo que vivimos los días 10, 11 y 12 de mayo difícilmente lo olvidaremos. Mientras el SOC tenía en la puerta de una finca un piquete esperando a que llegaran los trabajadores para hacer una asamblea en la que decidieran si se hacía o no la huelga, CCOO y UGT habían preparado un contrapiquete que protegía a los esquiroles; a su vez, el contrapiquete era protegido por la Guardia Civil y los antidisturbios. Al día siguiente una escena parecida se da en otra finca, sólo que en ésta los trabajadores ya habían votado “Sí” a la huelga mayoritariamente. ¿Desde cuando CCOO o UGT son organizaciones que se utilizan como fuerzas de choque para romper huelgas? Muchos afiliados y militantes de estas organizaciones han sufrido palos de esos mismos guardias civiles que el 10 de mayo les protegían. Es más, los militantes de estas organizaciones deberían recordarles a sus dirigentes que estos sindicatos se levantaron con la sangre, y decimos bien, con la sangre, de compañeros que lucharon contra esquiroles y fuerzas de represión del estado, costándoles a algunos la vida. Es necesario recordar esta historia, porque cuando a uno le tiene que escoltar y proteger la Guardia Civil de los trabajadores que defienden una huelga, quizás es el momento de reconocer que la estrategia sindical tiene que cambiar radicalmente porque si no, se estará al lado de la patronal. Intentar imponerle a unos trabajadores un acuerdo cuando ellos han decidido una huelga para mejorarlo es un método completamente ajeno a la democracia obrera.

El 12 de mayo el SOC se vio obligado a desconvocar las huelgas en los tajos que la habían votado. Era evidente que esta situación no podía continuar, entre otras cosas porque las fincas en huelga estaban siendo aisladas con el enfrentamiento. Esto es un ejemplo de para qué ha servido la actitud de las direcciones sindicales de CCOO y UGT. La patronal se frotaba las manos desde las ventanas de las fábricas, mientras veía el espectáculo. Tenían un motivo de alegría: el enfrentamiento entre trabajadores les hace más fuertes. Difícilmente en esas condiciones las fincas en huelga podían conseguir lo que pedían.

Es necesario que las bases de los sindicatos presionen para cambiar a sus direcciones. No basta con ser del sector crítico; hay que defender un modelo de clase y combativo, alternativo a las posiciones de la derecha sindical.

La lucha por un convenio digno necesita recuperar los principios de clase tradicionales como la democracia obrera y la unidad de acción. La democracia obrera, a través de la participación activa de los trabajadores en las decisiones que tome el sindicato. La unidad de acción de las organizaciones obreras en la lucha, para tener la fuerza suficiente con la que ganar la patronal. Para ello es necesario una plataforma que agrupe a los tres sindicatos de cara a las necesarias movilizaciones que van a venir en septiembre si se quiere conseguir un convenio digno. Esta es la única garantía que tenemos los trabajadores para ganar la próxima batalla.

Raquel E. Andreu

Sevilla

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