El desfile del Día de la Hispanidad del pasado 12 de octubre pasará a la historia como uno de los capítulos más surrealistas e insultantes para la memoria histórica de nuestro país. El desfile del Día de la Hispanidad del pasado 12 de octubre pasará a la historia como uno de los capítulos más surrealistas e insultantes para la memoria histórica de nuestro país.

El ministro de Defensa, José Bono, arropado por el gobierno de Zapatero, hacía pública el pasado 8 de octubre su decisión de que en dicho desfile participasen dos soldados veteranos españoles; uno que perteneció a la División Azul, que participó en la invasión de la URSS a las órdenes de Hitler, y un republicano que combatió en la División Leclerc, que liberó París de los nazis.

El motivo según palabras de Bono; “contribuir a la concordia y el entendimiento entre los españoles” porque “quiero a este país y busco la concordia de todos, los de derechas y los de izquierdas, los que estuvieron en un bando y en otro” (¡¡Toma ya!!).

El aluvión de críticas no se hizo esperar por parte de los grupos de izquierda y particulares que se manifestaban rotundamente en contra de que desfilase un miembro de la División Azul. Pero frente a tanta protesta a nuestro “moderno” ministro no se le ocurrió decir otra cosa que “no hay que pedir permiso (para celebrar la fiesta nacional de España) a quien exhiba un planteamiento antiespañol”. No suficiente con esto, también tuvimos que escuchar sus ofensivas declaraciones en las que decía que “aquí todos han luchado por unos ideales, los republicanos y los falangistas también”. No faltaba más, y otra vez a soltarnos el rollo de que su padre por haber sido falangista no era ni mejor ni peor que un republicano.

Pues bien, señor Bono, si su padre era un fascista no debiera usted estar tan orgulloso. Se dice usted socialista pero olvida con sospechosa facilidad que fueron miles y miles los socialistas asesinados por los fascistas, simplemente por eso, por ser socialistas.

Este afán por “superar” el pasado, por equiparar a fascistas y luchadores antifascistas es una de las mayores ofensas que se pueden hacer a las millones de víctimas del fascismo y a todos lo que dieron hasta la vida por luchar contra la opresión, de los que quisieron lograr un mundo mejor para los suyos, transformar la sociedad existente por otra donde no hubiera explotadores ni explotados. Y ahora pretende el señor Bono que echemos “pelillos a la mar” y nos reconciliemos y aquí no ha pasado nada. Señor Bono, dice usted que aquí somos todos iguales, tenga cuidado, pues aunque usted quiera enterrar la historia bajo una capa de basura y mentiras, aquí hubo y hay unos vencedores y unos vencidos y (como decía recientemente la nieta de un republicano en una carta a Zapatero); “entre otras cosas, llevamos desde el año 1936 no siendo todos iguales”. Sí, a pesar de sus falsificaciones, a pesar de gente como usted que quiere borrar nuestra memoria histórica, nuestro país y el mundo entero sigue estando dividido en poderosos y pobres, vencedores y vencidos. Usted quiere que los vencidos nos reconciliemos con los vencedores, porque los vencedores ya están reconciliados de sobra, que a ellos nadie los ha juzgado, encarcelado, torturado, asesinado ni exiliado y siguen teniendo sus nombres en las calles y sus estatuas en las plazas.

Y hasta que las diferencias entre vencedores y vencidos no desaparezcan, hasta que no haya igualdad de verdad, ni se cerrarán heridas ni los que luchamos por cambiar la sociedad cejaremos en nuestro empeño de transformar este mundo.

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