En una nueva reunión en la Consejería, la empresa una vez más pide un margen de confianza para buscar carga de trabajo en un mes y propone negociar el Convenio Colectivo (algo que la CSI rechaza ya que primero se debe despejar el futuro del astillero) y otra regulación. Posteriormente, se retractaran de todo esto manteniendo solo la necesidad del nuevo expediente de regulación.
Ante esto, el comité se levanta de la mesa de negociación y los trabajadores ratifican en una masiva asamblea la decisión de incorporarse al trabajo. A la mañana siguiente, toda la plantilla está en el astillero, dispuesta a ocupar sus puestos de trabajo. Este gesto basta para que nuevamente se convoque una nueva reunión, en ella la empresa se compromete a intentar conseguir carga de trabajo, pidiendo un mes de margen y proponiendo, mientras tanto, un nuevo expediente de regulación, éste por un período de dos meses.
La nueva propuesta, defendida por CCOO y UGT, es llevada a la asamblea, donde es aprobada. La CSI manifiesta su rechazo a la regulación, negándose a firmar el expediente y explicando que los últimos movimientos son precisamente fruto de la movilización y señalando que deben seguir por ese camino. No obstante, la CSI no recurrirá el expediente en aras de la unidad de acción, acordando además que éste será improrrogable. Además, se ha decidido continuar con las movilizaciones para mantener la presión sobre la empresa y PIMAR.
Es indudable que, a la vista de anteriores experiencias, no debe haber ninguna confianza en las “buenas intenciones” de la dirección de Naval Gijón ni de PIMAR. La situación continúa siendo muy grave y la amenaza de cierre sigue en el aire. Son muchos los intereses económicos y políticos que se alían para que Naval eche el cierre definitivo. La especulación urbanística, la reconversión permanente sobre el sector naval, la necesidad de doblar la espina dorsal de una plantilla organizada y con tradiciones de lucha… y frente a esto, los trabajadores sólo tienen un arma: la resistencia, la movilización y la solidaridad del conjunto de los trabajadores y de la clase obrera en general. Ahora más que nunca es necesario trasladar un mensaje: ya no valen las falsas promesas ni los cantos de sirena, solo con la lucha y la movilización es posible vencer y mantener el futuro del astillero y los puestos de trabajo.
Mónica Iglesias
Asturias