Ha pasado sólo un año, pero parece que fueran décadas. Los medios de comunicación y la burguesía intentan constantemente que los jóvenes y trabajadores olvidemos aquellos acontecimientos que ponen de manifiesto el enorme potencial del movimiento de m Ha pasado sólo un año, pero parece que fueran décadas. Los medios de comunicación y la burguesía intentan constantemente que los jóvenes y trabajadores olvidemos aquellos acontecimientos que ponen de manifiesto el enorme potencial del movimiento de masas, como sucedió tras los atentados del 11-M. Si no somos los marxistas los que recordamos estos acontecimientos, analizándolos en su justa medida y sacando las conclusiones pertinentes, tendremos un aluvión de analistas que tratarán de descafeinar estos acontecimientos (cuando no olvidarlos).

Hace poco se presentó el libro: Jóvenes aunque sobradamente preparados, en el que se vuelve a lanzar la idea de que el 13-M, aquella histórica jornada de reflexión, se realizó gracias a los móviles. En palabras de El País en esas fechas: “Las manifestaciones del sábado sólo se explican por la convocatoria a través de los móviles. Aunque algunos sitios de Internet y medios tradicionales informaban de su desarrollo, lo que podía ser un factor indirecto de movilización, las apelaciones personales entre amigos circulaban por la red de telefonía móvil” (16/03/04).

Para el PP estaba claro que las concentraciones frente a sus sedes durante la jornada de reflexión fueron obra del PSOE. La dirección del PSOE ha desmentido este hecho, una y otra vez, aunque ciertamente centenares de sus militantes claro que participaron en la movilización. Eso sí, ni el PSOE, ni IU, ni CCOO ni UGT, ni ningún otro grupo, como organizaciones, ni convocaron, ni organizaron el 13-M. ¿Entonces quién fue?

Desde luego el móvil fue una herramienta fundamental a la hora de propagar la convocatoria. Por cierto, este hecho demuestra que el teléfono móvil, creado para tener localizado en todo momento al trabajador, se convierte en una herramienta para transmitir ideas revolucionarias como ocurre con Internet y que jugará un papel positivo en los acontecimientos futuros. Pero ha habido mucho listillo que ha sacado como conclusión que con mandar un SMS se puede convocar una manifestación (y más de una frustración se habrán llevado).

En el fondo estas ideas reflejan la profundamente reaccionaria tesis que presenta a la clase obrera como borregos. Es la misma visión que piensa que una huelga nace de un puñado de agitadores que demagógicamente manipulan a los trabajadores. Cualquier trabajador sabe que esto no es así, la huelga nace de las condiciones objetivas, de las malas condiciones laborales, salariales… o del cabreo acumulado. Así mismo, el 13-M nace de ocho años de gobierno reaccionario del PP, de las experiencias acumuladas por miles de trabajadores en las movilizaciones anteriores y en la rabia provocada por los atentados del 11-M, la mentira y la manipulación que practicó el gobierno. Todo eso se expresa el 13-M y ahí está la causa de las concentraciones frente a la sede del PP. En todo esto, el móvil ayudó, pero también las declaraciones de Rajoy y Zaplana amenazando a los manifestantes y la flagrante censura de los medios, que también agitó conciencias.

No es la primera vez en la historia que la clase obrera en el Estado español estalla y toma las calles espontáneamente. El 14 de abril de 1931, en cuanto empezaron a conocerse los resultados de las elecciones municipales celebrados días atrás, miles de jóvenes y trabajadores empezaron a tomar las plazas de las principales ciudades. Horas después y arrastrados de las orejas por el movimiento, los dirigentes socialistas y republicanos llegaron a la Puerta del Sol y proclamaron la República, mientras el Rey hacía las maletas. El siguiente estallido similar se daría el 19 de julio de 1936, en cuanto la clase obrera supo del alzamiento fascista. Pero habían pasado años de experiencias importantísimas y no sólo se limitaron a tomar las calles, si no también a defenderse y a pasar a la ofensiva, iniciando una revolución en la zona republicana. En ambos casos, no fue la iniciativa de los dirigentes de las organizaciones la que desencadenó la respuesta de la clase obrera, pero debería haberlo hecho.

La historia del movimiento obrero está repleta de ejemplos en los que la espontaneidad juega un papel muy relevante. Sin embargo, eso no contradice que la política defendida por los dirigentes de las organizaciones más importantes del movimiento no afecte de forma decisiva, para bien o para mal, al desarrollo y al resultado de una lucha. El 13-M ninguna de las direcciones de las organizaciones de la izquierda empujaron el movimiento, lo que también demuestra el potencial que estas jornadas tenían. A pesar de todo, los acontecimientos del 13-M no han sucedido en balde, ya forman parte de la experiencia viva de la clase obrera en el Estado español. Sobre esa experiencia, y muchas otras, veremos desarrollarse en el futuro acontecimientos revolucionarios decisivos, en los que la existencia de una dirección revolcionaria será la clave para el triunfo de la lucha contra el capitalismo.

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