Al final, el acuerdo entre patronal, CCOO y UGT es prácticamente una prórroga de los firmados en años anteriores, que ya bendecían la doctrina oficial de la moderación salarial: se parte de la previsión de inflación totalmente irreal del gobierno (2%) y se contempla el incremento de productividad. En la práctica se plantean alzas salariales entre un 2% y un 3% y las cláusulas de revisión para aquellos convenios que lo recojan. En definitiva, más de lo mismo. La patronal está contenta. Cuevas dice que el marco de la negociación colectiva “es muy estable desde hace años y si funciona correctamente como hasta ahora no hay motivos para cambiarlo”. Además, en el documento se “reconoce la flexibilidad laboral pactada”, con lo que la CEOE ya ha dado luz verde al acuerdo.
Las direcciones de UGT y CCOO han defendido (y defienden) estos acuerdos, el famoso diálogo social, como el mejor, acaso el único, camino para crear más empleo y en mejores condiciones. La realidad, sin embargo, se empeña en contradecirles. En el mes de febrero hay cien mil parados registrados más que en 2002. En medio ha habido dos Acuerdos de Negociación Colectiva (2003 y 2004). Los acuerdos no han servido de nada para reducir la temporalidad: sólo el 9,3% de los contratos hechos en enero eran indefinidos. El desempleo entre los menores de 25 años ha aumentado en enero el doble que el índice general. Esto es un claro indicador de las dificultades que encuentran los jóvenes para encontrar trabajo y de la extrema temporalidad que se ceba especialmente con ellos.
¿Cómo se explica entonces la postura de las direcciones sindicales de repetir una vez más una receta que no tiene ningún resultado? Cada año han presentado los “acuerdos de moderación salarial” como el medio para arrancar de los empresarios una reducción de la precariedad laboral, pero a la vista está que esto no ha sido así. No hay en los acuerdos ningún punto que obligue a los empresarios a hacer contratos indefinidos, como tampoco la “flexibilidad pactada” está evitando los expedientes de regulación de empleo y los despidos colectivos.
La política de las direcciones sindicales de apostar por el “diálogo” y la “paz social” no se corresponde en absoluto con el ambiente que se respira en las empresas. Los trabajadores presionan por mayores incrementos salariales y mejoras laborales en los convenios y los delegados están planteando alzas por encima de las referencias de los acuerdos. Está claro que el actual rumbo de la política de los dirigentes de UGT y CCOO choca cada vez más con el deseo de los trabajadores de recuperar el terreno cedido en los últimos años y luchar contra las condiciones insoportables que se están imponiendo en los talleres. Este ambiente de cabreo y profundo malestar en las empresas debería llevar a reflexionar a las direcciones sindicales sobre el rumbo de su política y de las negociaciones en curso, previstas en la declaración del “diálogo social” que se firmó en julio en Moncloa, sobre pensiones y legislación laboral. En este escenario, los dirigentes de UGT y CCOO deberían basarse en la movilización y la fuerza de la clase obrera. Sólo a través de la lucha conseguiremos avances importantes en todos los terrenos, dando respuesta a las aspiraciones legítimas de mejoras salariales y laborales de los trabajadores.
Lluís Perarnau
UGT