A principios de febrero los trabajadores recibimos cartas con el título: Iniciativa del Grupo Eulen en favor de los damnificados del Sudeste Asiático. Se nos invitaba cordialmente a una “iniciativa solidaria” abierta a todos con el fin de “contribuirA principios de febrero los trabajadores recibimos cartas con el título: Iniciativa del Grupo Eulen en favor de los damnificados del Sudeste Asiático. Se nos invitaba cordialmente a una “iniciativa solidaria” abierta a todos con el fin de “contribuir a prestar ayuda a los damnificados”.

“La familia Álvarez, propietaria del grupo, contribuirá con una cantidad que POR LO MENOS será igual a la suma aportada por todos los trabajadores del Grupo”. Si son tan generosos ¿por qué no dicen cuánto van a donar de antemano?

Eulen es una empresa importante de servicios (limpieza, seguridad, auxiliares, etc.,) con 35.000 trabajadores en el Estado español y 10.000 en Latinoamérica. En el 2003 facturó 753 millones de euros. La mayoría de los trabajadores tenemos contratos basura con sueldos de 600-700 euros al mes. Las horas extras y festivos trabajados se pagan bastante mal. Muchos compañeros se quejan todos los meses de que deben reclamar a la empresa el pago de las horas extras que realizan.

En nuestro caso concreto, trabajamos en Hipercor (El Corte Inglés). Estamos en un almacén subterráneo sin calefacción, donde hace poco teníamos temperaturas de 3-4 grados. De hecho entrábamos en la cámara frigorífica y no notábamos la diferencia. Reclamamos jerseys y ni una noticia hasta ahora, cuando ya ha pasado la ola de frío. Las botas de “seguridad” son de muy mala calidad, se estropean con facilidad y además filtran mucho la humedad. El resultado: todos enfermos durante una semana.

Cuando recibí la carta sentí una tremenda rabia. Pensé “encima de tener que aguantar estas condiciones de trabajo, estos señores vienen a pedirnos amablemente que donemos dinero a una cuenta de ellos”, porque ni siquiera es una cuenta de Caritas o la Cruz Roja, sino que prometen ser unos intermediarios honestos. Con los sueldos que cobramos, la mitad se nos va en el alquiler de un piso (que están carísimos) y el resto para arreglarnos como se pueda... ¿qué podemos hacer?

La familia Álvarez con sus beneficios millonarios evidentemente no tiene estos “problemas cotidianos”. Sólo se preocupan (calculadora en mano) de cómo seguir aumentando su fortuna a cualquier costa, incluso utilizando la catástrofe que conmocionó a todo el mundo. Pregunto: ¿cómo esta gente se va a preocupar realmente de las víctimas del tsunami si ni siquiera se preocupan por nosotros que somos los que les procuramos suculentos beneficios con nuestro esfuerzo diario?

Los trabajadores no tenemos ninguna esperanza en transformar a estos parásitos sociales en benefactores de la humanidad. Para conseguir por lo menos algunas mejoras mínimas de nuestras condiciones laborales la experiencia demuestra que sólo se logra luchando duramente: o sus beneficios o nosotros. Y para luchar hay que organizarse, es el único camino que nos queda.

¡Contra la precariedad laboral!

¡Por empleo fijo y digno!

¡Por la defensa de nuestros derecho sindicales!

¡Organízate y lucha!

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