Fraga acaba de adelantar las elecciones al Parlamento de Galicia. Serán finalmente el 19 de junio, cuatro meses antes de que acabe la legislatura. El adelanto llama más la atención teniendo en cuenta que el octagenario presidente de la Xunta siempres Fraga acaba de adelantar las elecciones al Parlamento de Galicia. Serán finalmente el 19 de junio, cuatro meses antes de que acabe la legislatura. El adelanto llama más la atención teniendo en cuenta que el octagenario presidente de la Xunta siempre se jactó de agotar hasta el último día las legislaturas.

La dirección del PP, sin duda, tenía previsto el adelanto en caso de sufrir un batacazo en Euskadi, como así fue. Hay otros elementos que pueden haberles impulsado a adelantarlas, como la crisis en el BNG con el reciente enfrentamiento entre Beiras (que dimite de la presidencia del partido y renuncia a presentarse como diputado en las próximas eleciones) y Anxo Quintana (candidato a la Xunta), y la propia estrategia electoral de la derecha gallega, centrada en denunciar el incumplimiento de Zapatero respecto a la ejecución del Plan Galicia. Si las elecciones se mantuviesen para octubre, éstas coincidirían con el aumento presupuestario que el Gobierno central tiene previsto para Galicia, lo que desluciría la campaña de supuestos agravios en la que se ha embarcado Fraga.

Un PP en crisis

La derecha aborda estos comicios en una situación de gran debilidad. Si no fueron desalojados del poder hace años no fue debido a que “Galicia sea de derechas”—como las históricas movilizaciones contra el PP a raíz del hundimiento del Pretige se han encargado de demostrar— sino a la incapacidad de la izquierda de entusiasmar y movilizar a su electorado, como venimos explicando desde hace años los marxistas.

El Partido Popular de Galicia se halla hoy enormememente dividido. Los diferentes caciques locales aspiran a hacerse con la dirección (o a abandonar el partido, si fuese necesario). La propia elección de Fraga como candidato por el PP, por quinta vez consecutiva, pone de manifiesto la absoluta falta de candidatos alternativos capaces de manter el partido unido. Hasta ahora Fraga ha actuado como el bonaparte de la situación, equilibrándose entre los sectores en pugna. Sólo su existencia (y cada vez menos, como reflejó la rebelión de los cinco diputados del sector de Baltar hace unos meses) impide una escisión en el partido. Ocurra lo que ocurra en las elecciones, la crisis en el PP se agudizará. Si Fraga revalida la mayoría absoluta, tarde o temprano, inevitablemente, estallaría en el PP una lucha cainita por la sucesión. Si el PP es desplazado de la Xunta, la escisión y la formación de una partido galleguista de derechas será una probabilidad muy real.

Ningun pacto con la derecha

Lamentablemente, existen sectores dentro del Bloque Nacionalista Galego, para quienes el galleguismo actual del PPdeG ha supuesto una grata sorpresa. De forma absolutamente equivocada, Anxo Quintana, candidato a presidente de la Xunta por el BNG afirmó esta semana en Vigo que “estoy abierto a pactar con todos, y cuando digo todos, son todos” (La Voz de Galicia, 22 de abril). Esta es la mejor receta para enviar a decenas de miles de votantes nacionalistas a la abstención, aunque una parte del voto irá al PSOE. El giro a la derecha a marchas forzadas que viene impulsando la dirección del BNG en los últimos años, que se ha reflejado, entre otras cosas, en el pacto del Bloque con la derecha vasca y catalana en las pasadas elecciones europeas, provocó la pérdida de 200.000 votantes (el 60% de los electores obtenidos en 1999). Parece que la máxima dirección de la coalición nacionalista no comprendió el mensaje de sus votantes, que sí son de izquierdas. Declaraciones como las de Anxo Quintana, que se contradicen con el mensaje habitual del Bloque respecto a la necesidad de derrocar a Fraga, no hacen sino generar confusión y malestar entre su propio base. Los trabajadores del BNG han de estar alerta e impidir el intento de determinados sectores de la dirección por acercarse al sector “galleguista” de la derecha.

Por un gobierno de izquierdas

con un programa auténticamente socialista

Tras 24 años de gobierno conservador, casi ininterrumpido, en Galicia, se abre la posibilidad muy real de conquistar una Xunta de izquierdas. Tras décadas de Gobierno de la derecha, la situación social en Galicia está enormemente deteriorada. CC.OO acaba de denunciar que uno de cada tres asalariados gallegos cobra menos del salario mínimo interprofesional. Entretanto, la falta de futuro sigue alimentando la hemorragia de la emigración, provocando que cada año 20.000 jóvenes se vean obligados a abandonar Galicia para trabajar.

Esta situación coexiste con los beneficios milmillonarios de Amancio Ortega, dueño del imperio Inditex y hombre más rico del Estado o de empresas caracterizadas por la sobreexplotación, como Pescanova.

Si la izquierda en Galicia se dotase de un programa claro de profundas reformas sociales, de incremento drástico del gasto en sanidad y educación, en infraestructuras, en empleo público, en vivienda social y plantease la necesidad de financiar estas reformas con las ganancias de ese puñado de capitalistas, entusiasmaría automáticamente a miles de electores de izquierdas tradicionalmente abstencionistas.

El odio a la derecha puede ser suficiente para derrocar a Fraga. Pero esto no está garantizado de antemano. La izquierda ha de dotarse de este programa, junto a la defensa del derecho de autodeterminación del pueblo gallego, como la forma más eficaz de barrer a la derecha de la Xunta.

Lucas Picó

Santiago de Compostela

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