Para los poderosos la educación pública no es nada más que un suculento pastel al que tratan de darle los bocados más grandes y desgarradores que su mandíbula les permite. Un claro ejemplo de esto es lo que está sucediendo de un tiempo a esta partePara los poderosos la educación pública no es nada más que un suculento pastel al que tratan de darle los bocados más grandes y desgarradores que su mandíbula les permite.

Un claro ejemplo de esto es lo que está sucediendo de un tiempo a esta parte en la Comunidad de Madrid con el colegio concertado J.H. Newman.

Un colegio concertado, por definición, no puede pedir a las familias que llevan allí a sus hijos que paguen matrículas o mensualidades como si se tratase de uno privado porque para eso, “teóricamente”, el Estado les da el dinero que reciben. Pero parece ser que esto en la Comunidad de Madrid no es así. Además de poder pedir dinero, siempre y cuando tengas fuertes vínculos con la Iglesia, también se regala a quien construya el colegio un solar de 19.127 metros cuadrados valorado en 11,8 millones de euros.

Lo que estamos viendo estos días con el J.H. Newman es algo absolutamente increíble, ya que a parte de recibir gratuitamente el suelo, el colegio está pidiendo a las familias que van a matricular a sus hijos un donativo de ¡5.000 euros!, advirtiéndoles que: “un 99% de quienes hiciesen el donativo tendrían plaza (…) [y] sólo se colaría un 1% sin aportar dinero” (El País, 29-03-05).

Por si esto fuera poco, la situación se ve más agravada por el hecho de que en el barrio de San Blas, lugar en el que se encuentra el colegio, a penas existen plazas públicas utilizables. Y es que las plazas públicas existen, pero no se pueden utilizar debido al estado lamentable en el que se encuentran.

La respuesta del barrio

Los vecinos de San Blas protagonizaron importantes manifestaciones contra esta situación y elaboraron un estudio en el que explicaban cómo para rehabilitar los 22 centros públicos de la zona harían falta 12 millones de euros, poco más de lo que el alcalde de Madrid le regaló a la fundación que construye el centro y que está estrechamente vinculada al movimiento ultracatólico Comunión y Liberación.

Una vez más, y al igual que en muchas otras zonas del Estado, estamos viendo como la garantía de poder acceder a una educación gratuita, laica, científica y de calidad no es más que papel mojado frente a los grandes intereses de la Iglesia católica. Por eso mismo la consigna de una única red de centros públicos es más necesaria que nunca.

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