La alcaldesa de Valencia acusa a la oposición de “querer incendiar al pueblo en crispación” (sic). Al parecer, considera que cualquier crítica a sus desaguisados, o simplemente la información de lo que pasa, es crispación. Nuestra flamante regidora n La alcaldesa de Valencia acusa a la oposición de “querer incendiar al pueblo en crispación” (sic). Al parecer, considera que cualquier crítica a sus desaguisados, o simplemente la información de lo que pasa, es crispación. Nuestra flamante regidora nos querría en actitud de recogimiento, esperando con gozo la próxima visita del Papa, y aguantando con resignación cristiana el caos del tráfico y la falta de transporte público, menudeces derivadas de la estancia de Su Reaccionaria Santidad en nuestra ciudad. Pero hasta las almas más apacibles se retuercen, no por mor de la oposición, sino espoleadas por tanto cinismo y tanto espíritu franquista en las instituciones de la capital del Túria.

El cementerio de Valencia acoge cinco fosas comunes, donde en su momento fueron abandonados los restos de 23.000 fallecidos, la gran mayoría víctimas del franquismo de 1939 a 1945. Entre esos 23.000 están miles de fusilados de Paterna (localidad del cinturón rojo valenciano), además de ahorcados y de presos políticos muertos de hambre y enfermedades. Cuatro de las cinco fosas han sido destruidas. El 23 de enero el Fòrum per la Memòria del País Valencià, que realiza una intensa labor de documentación y de reivindicación de la memoria de los luchadores antifranquistas, solicitó al Ayuntamiento la colocación de una lápida conmemorativa en la única fosa común superviviente. Muy al contrario, Rita, poseída por igual por el fervor de las construcciones, que benefician tanto a algunos bolsillos, como por el desprecio y temor al recuerdo de los crímenes del franquismo, pretende construir mil nichos encima de ese terreno.

El 28 de abril Mª Jesús Puchalt, concejala de Cementeris, insiste, una vez más: en ese terreno no hay ningún resto humano. El 2 de mayo el periódico Levante fotografía una pelvis entre la tierra removida. Insinuando vergonzosamente una conspiración (¿judeomasónica?), Puchalt afirma: “Resulta cuanto menos extraño que haya aparecido un hueso”. El 9 de mayo, cuando la mitad de la fosa ha sido ya arrasada, un juzgado decide la paralización cautelar de parte del terreno, paralización que continúa. Sin embargo, el Ayuntamiento tiene prisas por eliminar pruebas; el Ayuntamiento de Sagunto (PSOE, Bloc Nacionalista y IU) y la empresa de tratamiento de residuos denuncian que camiones procedentes de la fosa (de la parte no protegida por el juez), aprovechando la noche, descargan tierra con restos humanos, y les obligan a paralizar el expolio. Aunque Rita, tras pedir disculpas, manifiesta que fue un error de la contrata y que sólo un camión acarreó tierra de la fosa, la realidad es que fueron 800 toneladas las tiradas en Sagunto; ¿quizás se trataba de una actualización del milagro de los panes y los peces, de un favor de nuestro ilustre visitante apostólico?

El Ayuntamiento, como cualquier institución burguesa, hace caso omiso de sus propias leyes cuando le interesa. Incumple la normativa municipal que obliga a incinerar o depositar en un osario los restos cadavéricos. Incumple también el Reglament de Policía Sanitària Mortuòria de la Generalitat.

El PP nos recuerda una vez más, y esta vez de forma brutal, su carácter (reaccionario), sus orígenes (franquistas) y su aversión por la verdad, por la memoria. La clase dominante nunca aceptará el recuerdo de esos años en los que estuvieron a punto de perder sus negocios, su sistema (los años treinta), ni aceptará tampoco la memoria de los miles de luchadores anónimos, que levantándose sobre sus miserables condiciones de vida, lo dieron todo por cambiar la suya y la de los suyos, la nuestra.

El Fòrum per la Memòria exige que se haga permanente la paralización de las obras y se dispone a identificar los restos humanos y a usar esas pruebas para una denuncia por genocidio.

Última hora

Después de recibir 3.000 correos electrónicos en pocos días, el Ayuntamiento ha decidido “priorizar” las obras de nuevos nichos en zonas distintas a la de la fosa común. Esto es, sin reconocerlo han desistido (al menos de momento) de las obras que iban a destruir la fosa común. En ésta, pretenden instalar una placa en memoria de las “víctimas de la guerra civil”, es decir, igualar a las auténticas víctimas con los verdugos. La lucha continúa por un reconocimiento auténtico de los mártires asesinados por el fascismo.

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