Parafraseando el título de esta película de intriga, en la que un hombre aparentaba una cosa y luego era otra mucho peor, podemos hablar de Guadalajara. Pese al espectacular crecimiento de la población, la instalación de grandes empresas en el Corredor del Henares (franja de terreno paralela a la N-II desde Guadalajara a Madrid) y el auge de la construcción, la realidad de esta provincia no tiene nada que ver con el aspecto que muestra.
En estos primeros meses del año ya tenemos el macabro récord de ser la provincia del Estado con más accidentes laborales, desbancando a otra provincia de Castilla - La Mancha: Toledo. Ocupamos el penúltimo lugar en niveles de salarios y tenemos el triste privilegio de ser la provincia donde más contratos hacen las ETTs de todo el Estado. Valga como ejemplo los últimos datos del servicio de empleo de Castilla - La Mancha referidos al mes de octubre de 2006: de un total de más de 11.000 contratos realizados el 89,7% fueron temporales, de estos las ETTs realizaron el 43,2%, con una duración de menos de un mes el 72,9%, y de menos de 15 días el 59,4%.
Con estos datos podemos entender cuál es la realidad en las fábricas, naves de logística, tajos y talleres: una explotación tan brutal como casi invisible. Todas estas cifras añaden más material inflamable a la situación de las condiciones de vida de los trabajadores en todo el Corredor del Henares, que más temprano que tarde, prepara el terreno para una explosión social.
Pero aún falta la guinda, en un periódico local, el secretario provincial de CCOO planteaba que la gente se afiliaba a los sindicatos por los servicios que éste ofrece, que por lo tanto los sindicatos habían perdido su carácter combativo y que luchar y reivindicar, era poco menos que cuestiones del pasado.
Al igual que en todas las películas siempre hay un personaje que no se entera hasta el final de quién es el malo, a nuestro sindicalista le ocurre lo mismo. No ve las enormes presiones a las que está sometida la clase obrera y confunde los síntomas con la enfermedad, la gente se sigue afiliando porque la engañan con la nómina, con las vacaciones, con las bajas, con los despidos y necesita del sindicato.
Al igual que los telefilmes malos no niegan la existencia de grandes películas, a los sindicalistas de andar por casa los sustituirán tarde o temprano una nueva generación de grandes protagonistas.

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