¿Será capaz el PSM-PSOE de sacar las lecciones de su derrota electoral?

¿Será capaz el PSM-PSOE de sacar las lecciones de su derrota electoral?

Las elecciones municipales y autonómicas del 27 de mayo, supusieron para los socialistas madrileños un nuevo fracaso en el intento de echar a la derecha y llevar adelante medidas políticas de izquierdas que taponen la sangría de dinero que está yendo a engordar las arcas de los empresarios y se dedique a solucionar los problemas que afectan a la mayoría de la sociedad: educación y sanidad públicas, vivienda, transporte, servicios sociales y demás.

Para los socialistas marxistas unas elecciones expresan las tendencias generales de la sociedad, pero sobre todo responden a una coyuntura muy concreta, y es importante analizarlas por lo que pueden revelar del estado de ánimo y el comportamiento de las diferentes clases. Vienen a ser el fotograma de una película, de ahí que para hacer un análisis en profundidad de los resultados electorales hay que verlos en el contexto del desarrollo general de la lucha de clases.

En este sentido, el voto de la izquierda refleja datos muy significativos. En primer lugar la tremenda oposición a la derecha que existe por parte de la clase obrera en el Estado español. En realidad los datos electorales avalan el análisis que los marxistas hemos hecho reiteradas veces: si existiese una alternativa de izquierdas consecuente y basada en la movilización, sería relativamente fácil derrotar a la derecha. De hecho, la burguesía intenta una y otra vez aplastar a la clase obrera, pero cada vez que los dirigentes obreros han dado una referencia de lucha se ha seguido respondiendo de forma masiva. Eso sí, en esas movilizaciones se puede apreciar el enorme componente de crítica y de descontento que existe hacia los dirigentes de las organizaciones obreras.

La victoria de la izquierda en las municipales y autonómicas de hace cuatro años, como también el claro vuelco que se produjo en las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, se produjo a pesar de los dirigentes del PSOE y gracias al tremendo impulso desde abajo provocado por las movilizaciones multitudinarias de la juventud y de la clase obrera contra el PP.

Abstención en las zonas obreras

Como viene sucediendo en los últimos años la clave de los resultados electorales se explica, fundamentalmente, por las variaciones de participación en el campo de la izquierda. Eso es cierto incluso en sitios donde la derecha atribuye su victoria a un indiscutible mérito propio, como es el caso del ayuntamiento de Madrid. Esa "máquina de ganar votos", como se ha calificado a Gallardón en algunos medios, sólo ha conseguido 1.307 más que en 2003, menos que los que sube en un barrio obrero como Villaverde, 1.603; el PSOE, sin embargo, pierde 138.322 votos respecto a hace 4 años. Telemadrid, controlada por el PP, ha hecho mucho hincapié en lo ocurrido en Villaverde, dando a entender que incluso este distrito, bastión histórico de la izquierda, ha cedido al irresistible empuje del PP, que por primera vez supera al PSOE en votos, aunque la izquierda en su conjunto (PSOE más IU) sigue teniendo mayoría absoluta. Pero los datos son los siguientes: mientras el PP consigue 1.603 votos más que hace 4 años, el PSOE pierde 9.047. Es evidente donde está la clave del asunto.

Si bien es verdad que en las votaciones para la Asamblea de la Comunidad de Madrid la subida del PP es más acusada que la caída del PSOE (el PP obtiene un incremento de 244.428 votos y el PSOE pierde 81.867), debemos tener en cuenta que esa comparación se hace sobre la repetición de las elecciones a la Asamblea de Madrid, en octubre de 2003, tras la compra de dos diputados del PSOE.

En las elecciones de mayo de 2003 la izquierda había superado al PP en la Comunidad de Madrid, recogiendo los frutos de una movilización social que había sido particularmente intensa en Madrid y su cinturón obrero. Si comparamos los resultados con aquellas elecciones, antes de que la falta de contundencia del PSOE frente a la fraudulenta trama de la derecha provocase una desmovilización del voto de la izquierda, veremos que incluso en la Comunidad de Madrid es mayor la pérdida de votos del PSOE que el incremento de votos obtenidos por el PP. Así, respecto a las elecciones autonómicas de mayo de 2003 el PSOE pierde 234.917 votos, frente a los 148.036 que gana el PP.

El crecimiento económico, especialmente acusado en la Comunidad de Madrid, no puede ser utilizado como tapadera para encubrir el fracaso de la dirección del PSOE. El factor económico está presente desde hace ya bastantes años y sin embargo en mayo de 2004 se pudo derrotar a la derecha. La diferencia es que entonces el impulso desde abajo pesó más que la incapacidad de la socialdemocracia para movilizar con su programa a la clase obrera y a la juventud.

Pero también se han expresado el malestar y la crítica a las direcciones, de los que hablábamos, a través de la abstención, ya que la participación electoral en las zonas obreras en general no ha sido ni mucho menos masiva.

A priori se podría decir que la abstención perjudica a todos los partidos más o menos por igual, pero un análisis más detallado demuestra que esto no es exactamente así. Por ejemplo, en Madrid, tanto en las municipales como en las autonómicas, los barrios y zonas obreras han tenido una abstención mayor que los burgueses, como indican los siguientes resultados de participación:

Zonas voto mayoritario derecha                 Zonas voto mayoritario izquierda

 

Distritos                                                        

Chamartín                   75,5%                         Pte. Vallecas               63%    

Chamberí                    74%                                       Usera                           64%    

Moncloa                      75%                                        San Blas                      67%    

Salamanca                   74%                                       Villaverde                   66%    

 

Ciudades

Majadahonda  72%                                        Fuenlabrada                59,5% 

Pozuelo                       72,5%                         Leganés                      66,5% 

Las Rozas                   71,5%                         Parla                           63%    

 

Esta muestra es suficientemente representativa como para sacar conclusiones generales, sin obviar las excepciones y particularidades que debemos tener en cuenta. Se trata de establecer si el comportamiento de las clases ha variado o no en estas elecciones y en qué dirección.

En general las capas medias, mayoritariamente, siguen votando a la derecha,  beneficiadas por el crecimiento económico y repelidas por la parálisis política de la izquierda.

Causas de la derrota electoral en Madrid

El elevado porcentaje de abstención entre los trabajadores y la juventud es, en primer lugar, una exigencia de que los dirigentes del PSOE, como principal partido de izquierdas, abandonen su complacencia y su colaboración, en aspectos fundamentales, con el PP, y de que, no sólo lancen un discurso claro y decidido contra la derecha, sino también de que lleven adelante movilizaciones en defensa de los derechos que nos están siendo arrebatados en los últimos años. Sólo así se puede generar ilusión y confianza para barrer a la derecha.

Por otro lado, si se analizan los resultados electorales se verá que la participación en los barrios obreros, de voto mayoritario de izquierdas, está diez puntos por debajo que la de los barrios más ricos, donde tradicionalmente el voto mayoritario va a la derecha.

Cualquier observador mínimamente cuidadoso y objetivo puede concluir que la abstención se ha producido en las familias de la clase obrera, y cualquiera que sepa sumar y restar verá que, sin perder esos miles de votos, la izquierda hubiera ganado.

En realidad la auténtica causa de la derrota electoral ha sido la limitación, la incapacidad y el fracaso de un programa socialdemócrata con tintes cada vez más liberales. Un programa que no da más de sí, que no se diferencia prácticamente nada de un programa burgués liberal, ni en el Gobierno, ni en la oposición, ya que, en última instancia, a lo más que aspira es a gestionar de una formar más o menos eficaz el sistema capitalista.

Es este planteamiento político, que se ha llevado hasta sus últimas consecuencias, el que ha provocado el sentimiento entre cientos de miles de trabajadores, jóvenes, e incluso miembros de las capas medias, de que no valía la pena votar para que, en última instancia, las cosas que realmente nos afectan y nos importan siguieran más o menos igual. De ahí que la responsabilidad principal de la pérdida de apoyo haya que buscarla en la política seguida por la dirección del partido.

Por otro lado el imponer candidatos como Miguel Sebastián en Madrid o Rafael Simancas en la Comunidad sin participación de los militantes a la hora de decidir, no sólo no ayudó a ganar al PP en Madrid, sino que sirvió para profundizar más la brecha entre los militantes y votantes del PSOE y la dirección del PSM. De hecho muchos simpatizantes del partido comentaban cómo no se veían interventores en las mesas electorales y la realidad fue que muchos militantes, hartos de que no se contase con ellos en las decisiones importantes, no se quisieron apuntar.

La renuncia de Sebastián a encabezar el grupo municipal del PSM y la posterior dimisión de Rafael Simancas, provocando la actual crisis del partido en Madrid, sirvió para que muchos militantes respirasen aliviados, pensando que ahora se podría de verdad enfocar la división histórica del partido en Madrid y que podríamos encontrar soluciones para enfrentarnos a la derecha.

Crisis en el PSM-PSOE

Ante la dimisión del Secretario General del PSM la dirección del PSOE nombra una gestora que se encargue de preparar un Congreso Extraordinario para nombrar una nueva dirección que dirija el PSM hasta el Congreso Ordinario que se celebrará después del de el PSOE en el verano del 2008. La primera medida de la Gestora fue convocar el Congreso y abrir el plazo para que se presentasen los candidatos a Secretario General, pero sin plantear ningún debate de por qué habíamos perdido las elecciones, qué programa debemos presentar a los trabajadores (por supuesto no Imagina Madrid), y cuáles son los puntos en los que vamos a incidir estos meses para combatir la política de Esperanza Aguirre en la Comunidad y Gallardón en el Ayuntamiento. Todo muy dentro de los Estatutos, pero dejándonos a los militantes sólo poder elegir entre lo que plantea el aparato del partido o el derecho al pataleo.

Para dirigir el partido se han presentado tres candidatos, cada uno con su "pedigrí socialista": Tomás Gómez (alcalde de Parla), José Cepeda (diputado de la Asamblea de Madrid) y Manuel García-Hierro (concejal de Madrid). Todos plantean que su prioridad va a ser dar la voz a los militantes, es decir quieren ganarse el apoyo de esos mismos militantes que luego van a seguir como hasta ahora. Por supuesto explican que ellos están al margen de las distintas familias que se disputan el control del PSM. Pero ninguno dice qué política va a defender para que la derecha lo tenga más difícil en las próximas elecciones en Madrid.

Los problemas de la clase obrera en Madrid son conocidos. En distintos números antes de las elecciones del 27 de mayo los hemos analizado: privatización de la educación, de la sanidad, de los servicios sociales, política especulativa de la vivienda, transporte público cada vez peor, aumento del desempleo, de la temporalidad, de los accidentes de trabajo, etc.

Necesidad de un programa auténticamente socialista

Si los socialistas madrileños queremos que el PSOE sea de verdad un instrumento de la clase obrera para transformar la sociedad y no sólo una plataforma electoral a beneficio de unos pocos, es necesario que luchemos por un programa que pasa por: renacionalizar las empresas privatizadas; por garantizar un puesto de trabajo o subsidio de desempleo para todos los parados; por la reducción de la jornada laboral a 35 horas sin reducción salarial; por adelantar la edad de jubilación a los 60 años con el 100% del salario; por garantizar los recursos suficientes para una educación y una sanidad públicas dignas y de calidad; por elaborar un plan de viviendas sociales que facilite el acceso a las mismas a los jóvenes y a los trabajadores con menos recursos.

Como siempre, un sector de la dirección nos dirá que este programa no es "realista" ni "práctico", que no hay "recursos para llevarlo a cabo", que "nos enajenaría el apoyo de las clases medias".

La respuesta por nuestra parte es clara. El PSOE está gobernando con su programa "realista y práctico" y la distancia entre ricos y pobres aumenta cada vez más, hecho agravado por ocho años de gobierno del PP; los trabajadores tenemos peores condiciones en nuestros centros de trabajo; la sanidad y la educación están masificadas y cada vez ofrecen peores servicios a los contribuyentes; la precariedad en el empleo no sólo no ha disminuido sino que el destajo y el aumento de los ritmos de producción han hecho que se disparen los accidentes de trabajo y las muertes de trabajadores; la vivienda, una primera necesidad, ha pasado a ser un lujo que grava la economía familiar de una forma insostenible; las mujeres siguen siendo discriminadas y  los jóvenes cada vez ven su futuro con menos esperanza.

En cuanto a que no hay recursos, no es cierto. Recursos hay y muchos. Los bancos y las grandes empresas han aumentado año tras año sus beneficios de forma escandalosa. Sólo con los beneficios que han obtenido en los últimos años, y que se han repartido un puñado de accionistas, podría llevarse a cabo un plan de reformas que cambiaría drásticamente la situación en la que viven millones de trabajadores, ofreciéndoles unas condiciones y puestos de trabajo dignos, alcanzando en poco tiempo el pleno empleo. Por eso es necesario nacionalizar los recursos que están en manos de los grandes banqueros y empresarios y ponerlos al servicio de la mayoría de la sociedad. Es necesario nacionalizar la banca, las grandes empresas y los latifundios sin indemnización y bajo el control democrático de los trabajadores. De esta manera garantizaríamos los medios suficientes para llevar a cabo nuestro programa.

El PSOE debe retomar los principios socialistas en defensa de los intereses de nuestros votantes, de los únicos que nos dan su apoyo social y que son, pese a quien pese, la inmensa mayoría de los trabajadores y la juventud. Por lo que la lucha en defensa de un programa socialista debe suponer un paso adelante hacía la conquista de nuestros objetivos últimos y no una campaña de marketing. Como decía Pablo Iglesias:

"La aspiración suprema de los socialistas revolucionarios -nos llamamos así para distinguirnos de los falsos socialistas, que empiezan a abundar- es abolir el régimen del salario, o, lo que es lo mismo, que cada individuo perciba, mediante la socialización de los medios productivos y de cambio, el producto íntegro de su trabajo.

Realizada dicha aspiración, ningún individuo podrá explotar a otro, ni nadie, por tanto, carecerá de libertad, ni será ignorante, ni vivirá en la miseria.

Cambiando así el régimen social, todos los seres humanos serán libres. (...)

La jornada de ocho horas, el salario mínimo, la reglamentación del trabajo de la mujer y del niño, la supresión del trabajo a destajo y otras muchas medidas que reclaman los socialistas no son válvulas de seguridad para la existencia del régimen burgués, sino acicates, estímulos, medios eficacísimos para acelerar la ruina de éste.

Todas esas reformas -aspiraciones inmediatas del proletariado- conducen al triunfo del Socialismo, que es cada vez más la aspiración final de los oprimidos y de todos cuantos ansían que la Humanidad sea libre". (El Socialista, 30-VI-1905, del artículo La aspiración final y las aspiraciones inmediatas).

Si adoptamos este programa, un programa auténticamente socialista, necesitamos el apoyo de la mayoría de la sociedad que es quien se beneficiaría del mismo. Para conseguirlo es necesario explicarlo desde las agrupaciones, desde el Parlamento y desde todas las instituciones en las que el partido está presente. A la vez que lo explicamos debemos llamar a los trabajadores y a los jóvenes para que entren en el partido a luchar por llevar a la práctica este programa y a defenderlo de los ataques que vendrán de la burguesía y de sus infiltrados en el partido. En esa lucha los marxistas estaremos en primera línea.

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