El pasado 15 de octubre, recién acabadas las fiestas del Pilar, la empresa Siemens anunciaba el cierre de la planta que mantiene en Zaragoza, donde trabajan 307 personas. Alegando "costes de producción no competitivos con los países asiáticos" y que  las tres líneas de producción (teléfonos públicos, antenas y el popular terminal Domo de Telefónica) no eran rentables, acababa con lo que la prensa definió como "uno de los mayores centros de ingenieros de Aragón".

¿Cuál ha sido la reacción de los dirigentes sindicales y de la izquierda? Todos han prometido "seguir atentamente la situación y trabajar conjuntamente", pero más allá de estas palabras huecas también han coincidido en su análisis de la situación. Nada nuevo bajo el sol. Hay que dejar que la empresa cierre y negociar indemnizaciones y recolocaciones. Siemens ya ha ofrecido recolocar a los empleados ¡por todo el Estado! Y es que si se acepta el sistema capitalista se acepta su funcionamiento. Veamos unas perlas:
Salvador Salas, responsable del Metal de CCOO Aragón: "Siemens ha decidido abandonar España, como antes lo han hecho otras y no hay más"; Joan Clos, ministro de Industria: "Estamos acostumbrados a este proceso de cierta renovación, con cierres y aperturas" pero "el saldo total de empleo es positivo"; Jesús Caldera, ministro de Trabajo: "Siempre se destruye empleo porque hay empresas que no funcionan" pero hay que conseguir "que estos puestos de trabajo se reabsorban de forma rápida en otras actividades"; Arturo Aliaga, consejero de Industria de Aragón: "hemos rogado que estudien alguna alternativa (...) Aragón no se ha portado mal con Siemens". También recordó que en los últimos años se han creado 10.000 empleos industriales en Aragón y que  "vamos a tener que acostumbrarnos" al cierre de empresas, aunque "paralelamente se están abriendo" otras, por lo que "hay que estar despiertos las 24 horas del día".
Más le valdría a este señor dormir un poco y después tomar ejemplo de la plantilla, que unánimemente se ha posicionado contra el cierre y seguido las movilizaciones convocadas por el comité de empresa, llenos de ánimo y esperanza en evitar el cierre. Incluso han creado una comisión de 20 trabajadores de todos los departamentos para proponer una alternativa seria al cierre.

Falsos planteamientos al descubierto

El caso de Siemens pone de manifiesto la falsedad de los planteamientos de que la alternativa es centrarse en empleos altamente cualificados para sustituir a los "mal pagados" que son los que se están perdiendo. China e India forman 600.000 ingenieros cada año.  De hecho, la experiencia del último periodo muestra que la inmensa mayoría de los "10.000 empleos industriales" creados tienen salarios de menos de mil euros, habiéndose perdido otros con salarios superiores. Delphi desarrolló piezas que después se fabricarán en Polonia y Marruecos, y quienes presentaban a Siemens-Zaragoza como el paradigma de la "nueva economía" tecnológica tienen que callar ahora e intentar confundirnos hablando de que se crean empleos en general.
Hoy en día no hay sectores privilegiados. La creciente intensificación de ritmos y horarios, los salarios a la baja y las amenazas de cierre nos afectan a todos puesto que el capitalismo es global.
Frente a los cierres de empresa sí hay una alternativa, como se está demostrando en América Latina y oímos corear en las manifestaciones de Delphi, y es la nacionalización bajo control obrero. Lógicamente, para los defensores del capitalismo como único sistema posible esto supone un ataque al sacrosanto principio de la "propiedad privada" pero, ¿acaso no es más importante el derecho al trabajo? La experiencia demuestra que habrá que obligarles a hacerlo, reuniendo la solidaridad y apoyo activo de toda la clase trabajadora. La masiva huelga general de la Bahía de Cádiz marca el camino.

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