Pese a todas las fanfarronadas y palabras de satisfacción por parte del viceconsejero de Vivienda del gobierno vasco, Javier Madrazo, la realidad es dolorosamente clara para los jóvenes vascos, y no es otra que la imposibilidad de acceder a una vivienda. Los datos hablan por sí solos: según un estudio del sindicato ELA acerca de la situación de la juventud, más del 50% de los jóvenes entre 15 y 35 años percibe un salario inferior a los 1.000 euros mensuales; además, el 40% de los que se apuntan a las Viviendas de Protección Oficial (VPO) tienen empleos precarios; si optamos por el alquiler, nos enfrentamos a una renta media de 800 euros, y es que, no lo olvidemos, la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) es la tercera del Estado español con el metro cuadrado de suelo más caro, tras Madrid y Catalunya.

Basta de enriquecerse a costa de nuestros derechos

Lo más lamentable es que esta situación está siendo auspiciada por Ezker Batua, que no conforme con entrar con la derecha vasca en el gobierno, está llevando a cabo una labor de lavado de cara a todas las políticas de recortes sociales del PNV. Un gran ejemplo es la cacareada Ley del Suelo, aprobada en 2006, con la que Madrazo sacaba pecho contándonos la "enorme cantidad" de viviendas que se iban a construir, pero que ocultaba que las de VPO se reducían, aumentando la construcción de viviendas tasadas, completamente inasequibles para la inmensa mayoría de jóvenes. En la práctica, es una ley hecha para engordar aún más los bolsillos de los de siempre, los amigos del PNV, los especuladores y constructores. Y es que, mientras la demanda de vivienda se cifra en casi 90.000, la oferta es de unas míseras 16.000, todo ello mientras sólo en la CAV hay más de 100.000 viviendas vacías.
Las movilizaciones contra esta situación han sido numerosas en el último periodo, poniendo sobre la mesa la combatividad y el cabreo de los jóvenes de Euskal Herria, hartos ya de ser explotados en el trabajo y robados a la hora de querer ejercer un derecho básico como es el del acceso a una vivienda digna. Es necesaria ya una verdadera política de izquierdas en esta materia, que a través de la municipalización del suelo urbano, lance un verdadero plan de construcción de viviendas asequibles para los jóvenes.

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