Los días 16 y 23 de mayo los trabajadores del metal de Sevilla han protagonizado una maravillosa lucha que ha conseguido paralizar la producción de la mayoría de las pequeñas y medianas empresas del sector. Como hicieran sus compañeros gallegos en PoLos días 16 y 23 de mayo los trabajadores del metal de Sevilla han protagonizado una maravillosa lucha que ha conseguido paralizar la producción de la mayoría de las pequeñas y medianas empresas del sector. Como hicieran sus compañeros gallegos en Pontevedra, los obreros sevillanos se han echado a la calle por un convenio justo y digno.

Las condiciones en las que se está trabajando en estas empresas son de precariedad absoluta. Las que tienen cerca de 300 trabajadores todavía tienen posibilidad de exigir que los convenios que se firmen se cumplan. Pero el metal está plagado de pequeñas empresas que no llegan a cincuenta trabajadores, y fruto de la eventualidad han evitado que pueda haber representación sindical. Como nos decía J.V.C., un joven trabajador: “vamos a formar ahora un comité porque llevamos años sin sindicatos en la empresa, que tiene 45 trabajadores y nos están machacando”. Este mismo trabajador nos explicaba que tienen 520 euros de sueldo base porque les están aplicando el convenio del año 96 y que a duras penas llegan a los 900 euros haciendo horas (que se las pagan a 4 euros), con plus de productividad, etc.

Otro trabajador de 24 años, S.B.M., nos decía que él es químico analista, que está en prácticas desde hace diez meses y que todavía podrían mantenerle haciendo prácticas hasta los 24 meses: “yo cobraba sólo el 60% del salario de un trabajador de plantilla por estar en prácticas, y eso que a partir de la segunda semana de trabajo prácticamente ya estaba produciendo igual que los demás. Y ahora cobro el 70% del salario porque me pasé por el sindicato de la fábrica”.

A este compañero le hicimos una pregunta que ya es casi una ironía: “así podrás comprarte pronto un pisito ¿verdad?”. A lo que respondió: “sí, con este sueldo me voy a comprar un piso, una casa y un yate en Benalmádena”.

Otro trabajador J.S.A., de 34 años, nos explicaba que es muy complicado con 900 euros llevar para adelante la familia, cómo cuesta llegar a fin de mes, pero que además si un mes tiene 28 días, pues ese, cobran menos.

Pero no son sólo los problemas salariales a los que se enfrentan. J.V.C. también comentaba como “nos meten en la fábrica a las 7:30h y salimos a las 4 o las 5 de la tarde, con un bocadillo a las 10:30h. Nos cierran las puertas para que desde fuera no puedan ver cómo cortamos las mamparas, tragándonos todo ese polvillo que es fatal para la salud”.

Es por todo esto que ha explotado una lucha muy radicalizada entre los trabajadores del metal, la gran mayoría, como se comprueba en las manifestaciones, son muy jóvenes. Como nos explica Francisco Carrasco Calero, secretario local de CCOO de Utrera y presidente del comité de empresa de EUCOMSA: “pedimos por un lado que haya una subida del IPC más el 2%; además que se acabe con tanta eventualidad, que en estos momentos es más de la mitad; en concreto se exige que del total de plantilla el 70% sea indefinido y el 30% eventual. Pedimos que se pague el 60% del salario cuando haya baja por enfermedad, ya que en estos momentos los tres primeros días no cobramos nada. Otra petición es que el convenio sea por dos años, porque será entonces cuando confluyan todos los convenios del metal de Andalucía y así podríamos luchar por un convenio andaluz unificado y no por provincias. En estos momentos el convenio de Sevilla es uno de los más bajos de Andalucía (el sexto) y del Estado”.

El 17 de mayo, un día después de la primera huelga, hubo asambleas de delegados y representantes de los trabajadores en las que se decidió seguir con las movilizaciones; como nos seguía diciendo Francisco Carrasco: “nos quieren dar una subida del IPC más 0,35 céntimos”.

Un buen convenio

no es suficiente

S.T.P., obrero de 29 años, nos decía que el único problema no es la falta de un buen convenio. Por ejemplo, en su empresa los salarios no se han movido ni un sólo céntimo desde hace 4 años “pero cuando yo voy a comprar al supermercado todo me cuesta mucho más caro. Los convenios no se están aplicando. Y el fallo lo tenemos nosotros porque si estuviéramos todos juntos esto no pasaría. Tendríamos que tener todos un mismo convenio, en Andalucía y en toda España ¿no somos todos los trabajadores iguales? Hay que hacer como hemos hecho en esta huelga, que con piquetes muy grandes hemos parado polígonos industriales enteros”.

Antonio Navarro, de 58 años, era muy crítico con los dirigentes sindicales. Les culpaba de haber dejado solos a los trabajadores de la pequeña y mediana empresa, mientras aceptaron que las grandes empresas tuvieran sus propios convenios: “el capital dice ‘divide y vencerás’. Tenemos un convenio para el metal, otro para el campo, otro para la construcción ¿pero dónde vamos así?”.

Firmado un preacuerdo y desconvocada la huelga del 25

Igual que pasara con el convenio del metal de Pontevedra, los dirigentes sindicales se han precipitado a firmar un preacuerdo en Sevilla, que se ha discutido en asamblea de delegados aunque no se ha votado. Hay que decir que la gran mayoría de empresas pequeñas y medianas no han participado en las asambleas, pues simplemente no tienen delegados sindicales.

Los avances que han anticipado parecen bastante pobres. De la subida del 2% que se pedía por encima del IPC sólo se acepta un 0,75% y, además, no sería consolidable en el salario, sino que se aplicaría para los plus de transporte, etc. La patronal insiste en que se firme un convenio por tres años, cosa que eliminaría la posibilidad de unificar la lucha dentro de dos años para pelear por un convenio andaluz.

¿Cómo es posible que una lucha cuyas fuerzas y empuje están en alza se pare? Según los dirigentes sindicales, la patronal amenazaba con no sentarse a negociar si mantenían la huelga. ¡Pero esa es la vieja cantinela de siempre! Los empresarios, para ceder, necesitan que se les haga presión, sin ella no habrá avances. Las dos primeras huelgas demostraron a estos capitalistas que la clase obrera del metal estaba dispuesta a pelear duro. La continuidad de la movilización les pondría en un serio problema, pues día de huelga, día que no se produce, día que el patrón gana menos. Por tanto es justamente la huelga y no su desconvocatoria la que puede hacer que se consigan verdaderas mejoras. Si hoy la patronal no se sentaba a negociar por la convocatoria del 25, lo hubiera hecho mañana fruto de la presión. Por eso aunque se vaya a ganar cerca de 60 euros mensuales más, lo importante es lo que se podría haber conseguido con el mantenimiento de la lucha.

Para muchos trabajadores de este sector, ésta ha sido su primera lucha. No nos cabe la menor duda que la mayoría habrá aprendido mucho con ella. Una de las conclusiones que muchos sacarán será la necesidad de crear secciones sindicales y comités en sus empresas. Esto introducirá aire fresco en los sindicatos obreros que ayudará a que en futuras luchas presionen más a sus direcciones sindicales para obligarlas a ir más lejos, o si no cambiarlas por nuevos dirigentes obreros que estén a la altura de las nuevas circunstancias: el aumento de las luchas obreras producto del continuo ataque a nuestras condiciones laborales.

Raquel E. Andreu

Sevilla

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