El conselleiro de Industria de la Xunta de Galicia, del BNG, presentó en enero un plan industrial para Navantia-Fene (la antigua Astano, después Izar-Fene hasta la reconversión de 2004) elaborado por el astillero vigués Hijos de J. Barreras. Se concretaba así una idea lanzada por el conselleiro un año antes. Aunque a finales de febrero Barreras anunció que aparcaba su propuesta y que compraría tres astilleros asiáticos, vale la pena analizarla por la polémica suscitada. El plan, muy pobre en sus contenidos, consiste en que gran parte de Fene pase a manos de Barreras. La nueva factoría privada se basaría en un grado máximo de subcontratación. El plan recoge un objetivo de plantilla de 250 trabajadores en la principal y 3.000 en las compañías auxiliares.
Paradójicamente, aunque el plan dice que hay una notable descapitalización profesional por las continuas reconversiones, Barreras no quiere la actual plantilla y propone que se quede en Navantia. Probablemente a esto se refiere el plan cuando dice que una de sus fortalezas sería que no habrá "las limitaciones que siempre imponen las inercias de las empresas en funcionamiento", o sea, que no quieren a los actuales trabajadores porque sus derechos y tradiciones serían un foco de contaminación sindical.

¿Riqueza para quién?

Los defensores de esta privatización la justifican por el auge de la construcción naval mundial y el alto nivel de paro en Ferrol. Dado que Europa le impuso a Fene limitaciones para construir buques civiles, la privatización significaría trabajo y el trabajo significaría riqueza "para la comarca".
Pero la pregunta del millón es: ¿Quién es "la comarca"? ¿Somos todos? Rotundamente, no. La privatización de Fene no crearía riqueza en la comarca porque las privatizaciones no crean riqueza, solamente trasvasan riqueza. El dinero que antes iba a los bolsillos de miles de trabajadores porque los contratos estables de la empresa pública daban fuerza sindical y ayudaban a conseguir buenos convenios, después va a los bolsillos de unos pocos porque la subcontratación generalizada favorece el aumento bestial de la explotación capitalista.
Nos ponen Vigo como modelo, pero la huelga del convenio del metal de Pontevedra el pasado mayo es la prueba de que los miles de trabajadores subcontratados en los astilleros vigueses no se benefician de la riqueza que crean con su trabajo. Y no sólo eso: los empresarios de los astilleros, con Barreras a la cabeza, intentaron por todos los medios boicotear una conquista fundamental de ese convenio, la creación de bolsas de empleo para el personal subcontratado en los astilleros.

Entusiasmo de la derecha

Desde que el plan fue presentado sufrimos un auténtico bombardeo ideológico. Todos los días los medios de comunicación alaban sus bondades. Pero los medios de comunicación no son independientes. No les preocupan los parados, sino los beneficios empresariales. En 2004, cuando la reconversión de Izar, presentaban un panorama desolador de la construcción naval europea, supuestamente impotente ante la competencia desleal de los malvados coreanos, para así imbuirles a los trabajadores un espíritu derrotista que favoreciera los planes privatizadores del gobierno. Fue una tergiversación consciente, puesto que los datos demostraban que la construcción naval mundial vivía un auge histórico, como evidenció un documento del Sector Crítico de CCOO de Navantia (ver sección Astilleros en lucha en www.elmilitante.org). Ahora utilizan ese auge para crear una corriente de opinión favorable a la privatización de Fene.
Además, comparan de forma tendenciosa la situación de los astilleros de Vigo y de Ferrol, achacando la primera a su gestión privada y la segunda a su gestión pública. La Voz de Galicia (21/1/07) titulaba: "Vigo y Ferrol, caras opuestas del sector naval gallego", para a continuación hablar del esplendor de los astilleros vigueses, "todos privados", y del languidecimiento de los ferrolanos.
En lo que no cambiaron es en el fomento de prejuicios para dividir al movimiento obrero, labor en la que destaca La Voz de Galicia, que en 2004 llegó a falsificar las cifras de recorte de las plantillas de Izar para "demostrar" su tesis del favoritismo del PSOE hacia Andalucía. Que les pregunten a los trabajadores de Izar-Sevilla, recientemente privatizada, a los trabajadores subcontratados en las factorías gaditanas de Navantia o a los 1.600 trabajadores de Delphi en Puerto Real, amenazada de cierre, si son unos privilegiados. ¿Será por esos privilegios que Cádiz es una de las provincias españolas con más paro, junto con Córdoba y Badajoz?
Los medios de comunicación burgueses sirven a sus amos, la derecha empresarial y política, que por supuesto está encantada con el plan, hasta el punto de que ocurre lo impensable. En el ayuntamiento de Sada, una moción sobre el plan ha sido la primera moción del BNG apoyada por el alcalde del PP en cuatro años. Pero en vez de congratularse, el BNG debería preguntarse las razones para que un impresentable como él, famoso por sus cacicadas, apoye esa moción. Como dijo en una ocasión August Bebel, fundador del socialismo alemán: "Cuando la derecha me aplaude, yo me pregunto: viejo Bebel, ¿qué estás haciendo mal?".

¿Qué le ocurre al BNG?

El apoyo de los empresarios y el PP a la privatización es lógico, pero el del BNG, un partido nacionalista que obtiene gran parte de sus votos entre los trabajadores, deja perplejos a muchos de sus partidarios. El año pasado, cuando el conselleiro habló por primera vez de privatizar Fene, la sorpresa fue tal que el BNG llegó incluso a negarlo. Ahora, sin embargo, asume sin complejos la privatización. Con entusiasmo digno de mejor causa, los dirigentes del BNG están cruzando el Rubicón ideológico. Así, el 16 de febrero, durante un acto en Ferrol para presentar el plan, Anxo Quintana, líder del BNG, afirmó que "no queremos vivir del maná falso de papá Estado" y se enorgulleció de haber articulado una propuesta "dentro de la más pura y sana economía de mercado". No se quedó atrás Francisco Rodríguez, diputado del BNG, que, defendiendo una interpelación en el Congreso, alegó que "el Estado español, Galicia en particular, tiene el derecho de privatizar, de ir al libre mercado, de posibilitar la iniciativa privada" (El País, 22/2/07).
Como comentó un prejubilado de Astano a la salida de dicho acto, "si hubiese habido coloquio, yo le habría preguntado: ¿dónde estaría ahora el Bloque si hace unos años hubiese defendido esas posturas?". No se trata solamente de que el BNG siempre defendió el carácter público de Fene, sino de que creció por tener una imagen luchadora y de estar a la izquierda del PSOE. Por eso muchos de sus votantes, y también una parte de sus militantes, están alucinados con este giro copernicano. Pero las causas de este giro no son de corte ético ("el poder corrompe", "se han apoltronado", etc.), sino político.
El problema del BNG es que, aunque su base social es mayoritariamente obrera y de izquierdas, su programa es reformista, lo que inevitablemente le lleva a plegarse a los límites que el capitalismo impone, igual que les ocurre a los dirigentes del PSOE. En la medida en que no se tiene una alternativa a este sistema, el pragmatismo, el "realismo", la política del mal menor, la falta de confianza en la capacidad de lucha de los trabajadores, etc. es el pan de cada día. Además, en el caso de la dirección del BNG, bajo la idea de defender "Galicia" en general se oculta una dañina política de alianzas interclasistas que, en realidad, supedita los intereses de los trabajadores a los de la burguesía, que no es mejor por muy gallega que sea.
El marxismo explica que no se puede servir a dos amos a la vez y que, cuando se intenta, el único resultado posible, como atestigua toda la historia del movimiento obrero, es que se sirve a la burguesía y se perjudica a los trabajadores. Mientras el BNG estuvo en la oposición, esta contradicción se mantuvo latente. Pero una vez en el poder, los dirigentes del BNG han tenido que optar. Y su opción parece bastante obvia: los dirigentes del BNG, que llevaban años suspirando por una burguesía gallega "con conciencia de país", a imagen y semejanza de la catalana o la vasca, han optado por demostrarle a los empresarios gallegos que ellos pueden defender sus intereses mejor que nadie. Pero el fin de la opresión social y nacional (en Galicia, Cataluña o Euskadi) sólo podrá conseguirse con el socialismo, lo que exige una batalla frontal contra la burguesía, sea de la nacionalidad que sea.
La única ideología útil para defender los intereses de los trabajadores es el marxismo. Y el primer principio político del marxismo -derivado del hecho de que los intereses de obreros y empresarios son absolutamente incompatibles en todo momento y lugar- es una total independencia de clase, es decir, la necesidad de que los trabajadores luchemos exclusivamente en defensa de nuestros intereses con nuestras propias fuerzas y sin ningún tipo de alianza con ninguna burguesía, empezando por la propia.

En defensa del sector público

El movimiento obrero tiene que oponerse a esta privatización. En primer lugar, por principios. Los trabajadores no podemos aceptar jamás ninguna privatización porque no solucionan nada, sino que lo empeoran todo. Pero además hay otra razón: el plan de Barreras podría esconder un futuro pelotazo urbanístico. No es descartable que Barreras aspire a acabar cerrando su factoría de Vigo, que está en medio de la ciudad, para vender sus terrenos a precio de oro, como pasa con Naval Gijón. Lo peor que le podría ocurrir al movimiento sindical es dar una imagen de colaboración, por activa o por pasiva, con semejante tejemaneje empresarial.
Es una pena que Fene sea hoy una sombra de lo que fue, pero a esta situación se llegó siguiendo los dictados ideológicos de los mismos que ahora quieren aparecer como sus salvadores, que, además, en muchos casos son juez y parte. El actual presidente de Barreras (privatizado en 1997) fue directivo de Astano; el número dos de Izar y Navantia dimitió en 2005 para formar una empresa y optar a la privatización de Sestao. ¿Alguien se puede creer que los intereses particulares de esta gente no influyeron en su gestión cuando todavía estaban en la empresa pública?
Claro que en Ferrol hacen falta empleos, pero los trabajadores no podemos contentarnos con empleos basura: en precario, mal pagados, con jornadas abusivas, sin derechos, con despidos arbitrarios, con listas negras de trabajadores combativos..., que es la realidad actual en las compañías auxiliares. Hay que volver a llenar Fene con carga de trabajo aprovechando la actual bonanza del mercado mundial de buques, pero desde la iniciativa pública. No es verdad ese cuento de que Europa lo impide. La Unión Europea es un timo para que los trabajadores aceptemos con resignación las medidas antiobreras, pero cuando a las empresas privadas no les conviene una directriz comunitaria, simplemente la ignoran. El culebrón de E.On y Endesa es un buen ejemplo de este doble rasero.
Los trabajadores no debemos dejarnos condicionar por la burguesía ni apoyar ninguna privatización, sino movilizarnos para que las decisiones respondan a nuestros intereses de clase. Pero sobre todo tenemos que comprometernos y trabajar para que los vientos que soplan por Latinoamérica crucen pronto el Atlántico y algunos se den cuenta de que lo que toca no es seguir privatizando, sino todo lo contrario: revertir las privatizaciones del pasado.

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