un anticipo de lo que nos espera

un anticipo de lo que nos espera

La violenta represión que han sufrido los transportistas profundiza la política de represión y criminalización de las luchas en los últimos años, y es un anticipo del tratamiento que recibiremos en próximas movilizaciones. A la muerte de un trabajador en un piquete en Granada, hay que sumar más de un centenar de detenidos desde el inicio de la huelga. El gobierno ha actuado como un efectivo esquirol, facilitando la escolta de casi 14.000 camiones. El Ministerio del Interior establecía un operativo de más de 25.000 agentes de la Policía y de la Guardia Civil y el ministro Rubalcaba advertía a los piquetes que "las fuerzas del orden tienen instrucciones para actuar con la máxima contundencia", algo que pudieron comprobar muy especialmente los camioneros concentrados en la frontera con Francia. Todas estas medidas llevadas a cabo con la total complacencia de la Confederación Nacional del Transporte de Mercancías, que agrupa a los grandes empresarios del sector, y que no convocaba el paro. A ellos les viene muy bien que la actual crisis "limpie" lo más posible el panorama del transporte, eliminando a los más débiles.
Para justificar la represión hacia los camioneros han contado con la impagable ayuda de los "independientes" medios de comunicación. La prensa y la televisión se han empleado a fondo para generar confusión y minar las simpatías hacia los camioneros. Histéricos tertulianos, muchos supuestamente progres, alineados incondicionalmente con el gobierno del PSOE, presentaban a los huelguistas como criminales violentos y generaban la alarma agitando el fantasma del desabastecimiento, aún cuando los propios minoristas negaban esa situación, salvo en casos puntuales.

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