El sábado 31 de enero nos manifestábamos miles de trabajadores por las calles de Valencia, Alicante y Castellón, contra la destrucción de empleo. Es la primera movilización convocada por los sindicatos mayoritarios en lo que va de crisis, y desde luego motivos no faltan para que hubiera habido toda una explosión social.
Y sin embargo no ha sido así. Los dirigentes sindicales no han organizado de forma seria esta movilización, limitándose a convocar a los activistas sindicales, y prescindiendo de asambleas en las grandes empresas, especialmente donde hay derechos laborales o empleo en peligro (¡empezando por la Ford!). Tampoco se ha hecho ningún esfuerzo por llegar a los miles y miles de trabajadores que sufren un ERE o que han quedado en paro en los últimos meses.
La manifestación no ha sido percibida por la mayoría de trabajadores como el inicio de una lucha seria contra los cierres y despidos. Y a esta percepción ayuda mucho el tipo de declaraciones a que nos tienen acostumbrados los dirigentes sindicales. En palabras de Rafael Recuenco, secretario general de UGT-PV: "Nos hemos movilizado para pedir responsabilidad a los empresarios que despiden y al gobierno valenciano que aprueba los ERE"; o bien esta otra perla salida tanto de UGT como de CCOO: "Si al gobierno de España se le ocurre cortar derechos tendrán la respuesta sindical adecuada, lo mismo que hemos hecho antes" (Levante, 1-II-09). ¡¿Acaso no se recortan los derechos cuando se aprueban EREs, se permiten despidos masivos o cierre de plantas como la de Altadis en Alicante, aumenta la represión a inmigrantes, o se privatiza la Universidad mediante los planes de Bolonia?!
En realidad la situación actual ha dado ya motivos suficientes para una "Respuesta Sindical Adecuada". Y prescindiendo de eufemismos, tiene un nombre: Huelga General.

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