El 13 de febrero tuvo lugar la asamblea de revocación del comité de empresa que un grupo de elementos antisindicales y jefes de departamento habían preparado minuciosamente tras los 22 despidos producidos en el hotel en noviembre. Con la celebración de la asamblea culminaba la estrategia iniciada por los responsables de la empresa con el fin de acabar con el comité del Hotel Puente Romano. Una estrategia basada en negarse a todo tipo de diálogo, crear confusión entre los trabajadores, dividir al comité señalando con el dedo al presidente, el secretario y la vicesecretaria, así como recoger firmas pidiendo al comité que dialogue, a sabiendas de que es la empresa la que se niega reiteradamente a ello.
El 13 de febrero tuvo lugar la asamblea de revocación del comité de empresa que un grupo de elementos antisindicales y jefes de departamento habían preparado minuciosamente tras los 22 despidos producidos en el hotel en noviembre. Con la celebración de la asamblea culminaba la estrategia iniciada por los responsables de la empresa con el fin de acabar con el comité del Hotel Puente Romano. Una estrategia basada en negarse a todo tipo de diálogo, crear confusión entre los trabajadores, dividir al comité señalando con el dedo al presidente, el secretario y la vicesecretaria, así como recoger firmas pidiendo al comité que dialogue, a sabiendas de que es la empresa la que se niega reiteradamente a ello.

La empresa, con sus presiones y apoyándose en el miedo de los trabajadores a los despidos, fomentó que toda una serie de elementos antisindicales junto a los jefes de departamento, durante los meses de diciembre y enero, estuvieran recogiendo firmas entre los trabajadores; en unos casos pedían firmas para pedir "diálogo" entre la empresa y el comité y en otros para pedir la dimisión del comité o la revocación. Utilizaban estas artimañas para crear confusión entre la plantilla sobre cuál era su objetivo real: tratar de echar a un comité combativo, que ha defendido en todo momento los intereses de los trabajadores.
Finalmente, el 1 de febrero aparecieron carteles anónimos que convocaban a una asamblea para revocar a todos los miembros del comité de empresa y que provocó una auténtica ola de terror entre muchos trabajadores, que casi no querían ni hablar del tema, sobre todo después de lo que se lleva arrastrado por la escalada de despidos iniciada en noviembre.
A partir de aquí, desde el comité de empresa iniciamos un plan para acometer la campaña por el No a la revocación del comité, y contrarrestar las maniobras que estaba llevando a cabo la empresa. La campaña del comité consistió en hablar trabajador por trabajador, sacar dos hojas informativas y resoluciones de apoyo de delegados sindicales y de otros comités de empresa. Una campaña externa que agradecemos profundamente y ha sido de gran utilidad.
En mitad de la campaña empezamos a detectar que los trabajadores hablaban más y que estábamos consolidando el No a la revocación. Además, el reparto de dos hojas anónimas llenas de calumnias contra el comité hizo que la imagen de la empresa entre los trabajadores empeorara. Los días previos a la asamblea, los jefes de departamento y otros trabajadores llamaron, uno a uno, por teléfono a los que estaban fuera con promesas de mejoras individuales si votaban a favor de la revocación del comité y, por otro lado, había rumores constantes de despidos.
Tenemos noticias sobradas de que la empresa estaba convencida de que iba a sacar la revocación adelante y en el día de la votación el despliegue de la empresa fue lo nunca visto en Puente Romano. Los revocantes llevaron a todos los jefes de departamento, directores, un notario, abogados, guardias de seguridad, etc.

Asamblea con 300 trabajadores rechaza la revocación

La asamblea tuvo una asistencia histórica de 300 trabajadores y comenzó con la intervención del comité durante unos diez minutos que al final se vio interrumpida en alguna ocasión por insultos de voceros de la empresa, cuyo único objetivo era amedrentar a los allí presentes y tratar de impedir una discusión democrática y condicionar el voto a favor de la empresa. Al abrir el turno de palabra nadie habló debido a que el miedo era tremendo, y se pasó directamente a la votación.
Algunos jefes y otros empezaron a repartir votos de Sí a la revocación entre los trabajadores, dejando ir a votar a los que sabían que iban a votar Sí y poniendo obstáculos a los que sospechaban que iban a votar que No. Al empezar el escrutinio toda la cúpula de la empresa esperaba en la puerta con el abogado -seguramente en su maletín llevaba nuestras cartas de despido-con el fin de una vez conseguido su objetivo de revocar el comité, continuar en la dinámica de no diálogo con nadie.
La empresa tenía que sacar 183 votos, ya que según dice la ley, se necesita la mitad de los electores más uno para conseguir la revocación. Y, finalmente, salió la No revocación del comité:
 
· Votos Sí     178
· Votos No     110
· Votos Blancos     9
· Votos Nulos     3
· No fueron a votar     65

Una vez que se hizo el recuento y se supo que el comité no era revocado, toda la cúpula y otros miembros de la empresa desaparecieron de la sala. La alegría de muchos trabajadores fue mayúscula ya que la preocupación era muy grande.
La valoración que hacemos no es sólo de que hemos tenido una victoria sino de que incluso ha sido una hazaña, ya que el nivel de presión al que han sido sometidos los trabajadores del Hotel Puente Romano no tenía precedente y los responsables de la empresa  pusieron toda la carne en el asador para sacar adelante la revocación. Con esta maniobra la empresa ha perdido y los trabajadores hemos ganado, pero la lucha continúa y estaremos atentos a próximas maniobras.
Desde el comité de empresa del Hotel Puente Romano agradecemos enormemente a todos los compañeros y compañeras de todo el Estado que nos han apoyado en estos momentos difíciles, su apoyo ha tenido efecto en conseguir nuestros objetivos de frenar la maniobra empresarial que pretendía liquidar a este comité de empresa.

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