El pasado 14 de marzo se celebró en Barcelona la manifestación convocada por UGT y CCOO de Catalunya con el lema: "Plantemos cara a la crisis". Se trataba, según los dirigentes sindicales, de dar un toque de atención al gobierno central y al de la Generalitat, advirtiendo que no deben ser los trabajadores quienes paguen los platos rotos de la crisis.  Se preveía que pudiera ser una manifestación importante, sin embargo la asistencia quedó muy por debajo de las expectativas. Asistieron en torno a unos 15.000 manifestantes.

El pasado 14 de marzo se celebró en Barcelona la manifestación convocada por UGT y CCOO de Catalunya con el lema: "Plantemos cara a la crisis". Se trataba, según los dirigentes sindicales, de dar un toque de atención al gobierno central y al de la Generalitat, advirtiendo que no deben ser los trabajadores quienes paguen los platos rotos de la crisis.  Se preveía que pudiera ser una manifestación importante, sin embargo la asistencia quedó muy por debajo de las expectativas. Asistieron en torno a unos 15.000 manifestantes.

No faltará quién atribuya la responsabilidad de la asistencia limitada a la manifestación al "bajo nivel de conciencia" de los trabajadores, algo que es completamente falso. El contexto general en el que se lanzaba esta convocatoria y el papel que han jugado las direcciones sindicales de CCOO y UGT en los últimos conflictos en empresas importantes como SEAT, NISSAN o ROCA es lo que ha marcado extraordinariamente la convocatoria del 14 de marzo.

Sin duda, la actual situación  de crisis está generando una enorme sacudida en la conciencia de las masas. En estos momentos todos los trabajadores viven con la incertidumbre sobre su puesto de trabajo. Nadie sabe a quién le tocará mañana. A pesar del aturdimiento momentáneo que esto pueda generar, los trabajadores están sacando conclusiones avanzadas, en el sentido de que sólo la lucha nos puede salvar. En una situación como ésta, las direcciones sindicales juegan un papel crucial a la hora de explicar cuál es  la naturaleza de esta crisis y quiénes son sus responsables. Así mismo, está en sus manos canalizar toda la frustración y rabia de los trabajadores hacia los empresarios y banqueros, dotando al movimiento de una alternativa de clase, una alternativa que se basaría en una movilización amplia y generalizada de la clase trabajadora y, por tanto, muy alejada de la mesa de negociación, que, hoy por hoy, es una receta acabada para la aceptación de todos los EREs.

Sin embargo y a pesar de un cierto giro a la izquierda en el lenguaje, volviendo a llamar a las cosas por su nombre (al capitalismo, capitalismo, a la clase obrera, clase obrera, o a los sindicatos de clase, sindicatos de clase) y de la importancia de esta convocatoria, que daba continuidad a la convocada el pasado 5 de noviembre,  no parece que de momento los dirigentes sindicales estén dispuestos a ir mucho más allá. Esto genera una cierta desconfianza entre muchos trabajadores, que no ven demasiada utilidad en estos "toques de atención" por considerarlos insuficientes en un período de estas características. La convocatoria de una Huelga General sigue estando presente entre los trabajadores, muy a pesar de los dirigentes sindicales, que no quieren ni oír hablar del tema. Argumentan que no es el momento, que no se ha producido ningún ataque a los derechos fundamentales de los trabajadores, que ahora lo que corresponde es defender los puestos de trabajo en las empresas y exigir al gobierno un plan financiero de créditos a las familias y las PYMES que reactive la producción y el consumo. Esta es, según ellos, la causa fundamental de esta crisis. ¿Acaso la perspectiva de más de 4 millones de parados, la ofensiva de la patronal, clamando por el despido libre, la lluvia de EREs amparados en la crisis o los 150.000 millones de euros entregados a la Banca, no son motivos suficientes para una convocatoria  de Huelga General?

Muchos trabajadores se hacen estas mismas preguntas y los dirigentes sindicales no podrán seguir esquivando esta situación durante mucho más tiempo.

 

 

Las direcciones sindicales y los EREs

Otros de los aspectos decisivos en la baja participación del 14 de marzo, fue la ausencia de las grandes empresas en la manifestación. A diferencia del 5 de noviembre (donde los trabajadores de NISSAN llevaron el peso de la manifestación, dotándola de un carácter mucho más combativo, en pleno auge de su lucha contra el ERE, y en un momento en el que  las federaciones de los sindicatos, todavía no habían firmado nada) el 14 de marzo se caracterizó por un ambiente frío, en gran medida motivado por la ausencia de grandes empresas en lucha.

No es ninguna casualidad que los trabajadores de estas empresas no estuvieran presentes. En el caso concreto de NISSAN se ha acabado aceptando un ERE que prevé la reducción de la plantilla en 1.400 trabajadores. En el caso de ROCA, ante la falta de una alternativa de lucha, los trabajadores aceptaron en referéndum la aplicación de un ERE temporal, que supone, entre otras cosas, que durante el periodo de un año algunas secciones no tendrán nada de trabajo. En Sony se está hablando de congelar salarios. Y en SEAT, el pasado jueves 19 de marzo, se aprobó en referéndum la propuesta de UGT,  que plantea la congelación salarial como condición indispensable para adjudicar a la planta de Barcelona el nuevo modelo de Audi (el Q3), aunque este extremo todavía no está nada claro. Los directivos de la multinacional alemana no tardaron ni un día, desde que se dio a conocer el resultado del referéndum, en reclamar que la congelación salarial debe ser por dos años. Y a la vez que exigían más sacrificios a los trabajadores, daban a conocer los beneficios del grupo SEAT: 44,4 millones de euros.

Las presiones y el chantaje de la multinacional han acabado por romper la unidad entre los dirigentes de UGT y CCOO y en el Comité de Empresa. Dentro de CCOO también hubo un intenso debate. Mientras que los actuales "oficiales" de CCOO defendían el No, los antiguos "críticos" se alinearon con la dirección de UGT, defendiendo la congelación salarial. Todo esto revela las enormes presiones y disputas que este nuevo periodo está generando dentro de los sindicatos.

Así, la posición de las direcciones sindicales llamando a la movilización resulta de alguna manera confusa para el movimiento. Los mismos que convocan, son los que firman los EREs. Esta situación no será soportable durante mucho tiempo.

Los trabajadores han dejado muy claro, y en repetidas ocasiones, su disponibilidad a la lucha. El último ejemplo fue la impresionante manifestación de profesores y estudiantes el pasado 19 de marzo por las calles de Barcelona, donde una vez más, se ha vuelto a pedir la dimisión de Ernest Maragall y la retirada de la LEC, por tercera vez en un año. ¡Esta sería la respuesta de los trabajadores ante un llamamiento de Huelga General!

Las espadas están en alto, la actual situación de impasse, más temprano que tarde se convertirá inevitablemente en un auge de las luchas, dónde las direcciones sindicales ya no tendrán margen para la antigua política de colaboración de clases. Quién no esté a la altura de las circunstancias será apartado, dejando paso al auténtico sindicalismo y a los auténticos sindicalistas de clase, hoy más necesarios que nunca.

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