Los batallones pesados de la clase obrera viguesa han vuelto a las calles. Tal como anunciábamos en el nº 222 de El Militante, la negociación del convenio colectivo del metal en la provincia de Pontevedra en el contexto de la actual crisis económica podía desembocar en una intensa movilización.

 

Los batallones pesados de la clase obrera viguesa han vuelto a las calles. Tal como anunciábamos en el nº 222 de El Militante, la negociación del convenio colectivo del metal en la provincia de Pontevedra en el contexto de la actual crisis económica podía desembocar en una intensa movilización.

27.000 trabajadores del sector fueron a la huelga los días 6 y 7 de mayo. El día 6, 15.000 trabajadores, en su mayoría del naval, recorrieron en manifestación las calles de Vigo durante toda la mañana, concluyendo la jornada de lucha con una multitudinaria asamblea en la Praza do Rei. Al día siguiente, miles de trabajadores ocuparon el Instituto Ferial, donde se estaba realizando el Salón del Automóvil, mientras que en Pontevedra y en Vilagarcía se realizaron encierros en la Cámara de Comercio.

Se ha llegado a esta situación debido a las presiones de la patronal para hacer pagar a los trabajadores el coste de la crisis. En un sector precarizado, con una alta tasa de temporalidad, los empresarios planteaban congelar los salarios durante dos años, argumentando que había que hacer sacrificios en época de vacas flacas. Claro, que no hablan de los cuantiosos beneficios que ellos han acumulado en los últimos años y a los que no están dispuestos a renunciar. "Si de donde no hay no se puede sacar...", dicen, en un ejercicio de cinismo.

Por su parte, los dirigentes de CIG, CCOO y UGT se oponen a la firma de un convenio por 2 años y reivindican un acuerdo laboral que tenga vigencia por un año, y que en diciembre de 2009, cuando esté más claro el escenario de crisis, se reabran las negociaciones. Además, reclaman, con vistas a ese futuro convenio, un incremento salarial del 6% y una reducción de la jornada laboral. La patronal del sector pretende aprovechar la crisis para aumentar sus ataques sobre los trabajadores, y su actitud, plantando a la mesa de negociación en 2 ocasiones, es buena muestra de ello.

Las explosivas movilizaciones de 2006 arrancaron un buen convenio, aunque  mejorable dado el nivel de lucha y sacrificio que demostraron los trabajadores durante 2 semanas de huelga indefinida. En el año 2007, el sistemático incumplimiento de ese convenio por parte de la patronal provocó otra huelga indefinida de 2 semanas. Es, por tanto, un sector con unas tradiciones de lucha arraigadas y es visto como un ejemplo de combatividad por parte del conjunto de la clase obrera provincial. Es por ello que un ataque al metal constituye un ataque al conjunto de los trabajadores. En un contexto de destrucción de puestos de trabajo en la comarca de Vigo (38.000 en los últimos meses, especialmente en la automoción), en el que arrecian los ataques a las condiciones laborales, la lucha del metal muestra el camino para parar los pies a los patronos. Por eso la lucha debe continuar, implicar a los trabajadores de PSA Citroen, extenderse a más sectores y culminar en una huelga general. Porque nuestro futuro se decide en los astilleros, en los talleres mecánico, en las carpinterías, en las cadenas de montaje...y en las calles.

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