"Al margen de nuestra opinión, lo que está sobre la mesa es un acuerdo por el cual se aceptan 73 nuevas prejubilaciones, con condiciones peores que anteriores expedientes, sin conocer las garantías salariales para el cobro de las mismas y sin que exista un plan creíble de viabilidad. Todo a cambio de "garantizar la viabilidad de Naval Gijón", que a este paso no tendrá plantilla suficiente para mantener la actividad del astillero (...) La situación de Naval Gijón es ciertamente muy difícil. El próximo ataque, pondrá al resto de la plantilla ante una situación aún peor. Las nuevas prejubilaciones no solucionarán el problema de fondo, pues en última instancia son poderosos intereses especulativos sobre los terrenos los que están en juego..." (El Militante, junio de 2005).

"Al margen de nuestra opinión, lo que está sobre la mesa es un acuerdo por el cual se aceptan 73 nuevas prejubilaciones, con condiciones peores que anteriores expedientes, sin conocer las garantías salariales para el cobro de las mismas y sin que exista un plan creíble de viabilidad. Todo a cambio de "garantizar la viabilidad de Naval Gijón", que a este paso no tendrá plantilla suficiente para mantener la actividad del astillero (...) La situación de Naval Gijón es ciertamente muy difícil. El próximo ataque, pondrá al resto de la plantilla ante una situación aún peor. Las nuevas prejubilaciones no solucionarán el problema de fondo, pues en última instancia son poderosos intereses especulativos sobre los terrenos los que están en juego..." (El Militante, junio de 2005).

El párrafo anterior es un fragmento del artículo que escribimos sobre los acuerdos firmados en su día para "garantizar el futuro de Naval" por parte de los representantes de CCOO y UGT en el comité de empresa. En aquel momento, la mayoría de la plantilla no confiaba en el mencionado acuerdo, que fue rechazado en asamblea.
Desgraciadamente, nuestros análisis han sido confirmados por la realidad, y el histórico astillero agoniza a falta de que el 31 de mayo se cierre definitivamente. Y con el cierre viene la incertidumbre de quién abonará a los trabajadores el complemento salarial que le correspondía a la empresa hasta cumplir los 65 años.
Este ha sido el desencadenante que llevó el pasado martes, 5 de mayo, a la ocupación de las instalaciones por parte de un nutrido grupo de prejubilados, que exigen garantías por escrito del cobro de sus salarios. La desconfianza de estos trabajadores es más que razonable, visto la trayectoria del astillero en los últimos años y la escasa credibilidad que tienen determinados acuerdos, sobre todo aquellos que contienen condiciones que favorezcan a la plantilla.
El mejor ejemplo de que los acuerdos sólo se cumplen plenamente en la parte que interesa a la empresa es la suerte incierta de los 40 trabajadores que siguen en activo. En su momento, se acordó que estos serían integrados en la plantilla del otro astillero, Juliana. Pero a día de hoy, la situación de Juliana, privatizado, o mejor, regalado por cuatro duros, no podría ser peor. Lejos de poder integrar en su plantilla a los excedentes de Naval, se encuentra al borde de la quiebra, sin ninguna actividad ni garantía de continuidad. ¿Quién puede sorprenderse de que los prejubilados "no se fíen", a la vista de la situación general del sector naval en Asturias?
De nuevo la alcaldesa, del PSOE, Paz Fernández Felgueroso, ha actuado como portavoz de los intereses patronales, frente a los de los trabajadores que, en última instancia, constituyen su base social. Sus declaraciones negando los argumentos de los prejubilados para hacer esta protesta, nos reafirman una vez más a la hora de denunciar que sus simpatías están definitivamente del lado de los especuladores urbanísticos que esperan impacientes para aprovecharse de los terrenos que ahora ocupa la industria naval.

La división es una trampa para los trabajadores

Tras el encierro de los prejubilados, la empresa respondió con el cierre patronal, alegando que no podía desarrollar su actividad con normalidad. Esto parecería lógico si no fuera porque en el astillero hace tiempo que no se desarrolla ninguna actividad productiva, estando la plantilla dedicada fundamentalmente a la realización de cursos de formación dentro del propio astillero. Así pues, el cierre patronal no es más que una burda provocación en la que han caído de lleno desde el actual comité de empresa. Si la empresa decreta el cierre patronal y deja de pagar los salarios a los trabajadores en activo ¿qué sindicalista mínimamente serio puede culpar de ello a otro grupo de trabajadores que están reclamando sus derechos por la única vía que les han dejado?
Por eso resulta sorprendente la reacción del comité de empresa de Naval respecto al encierro de los prejubilados. En lugar de censurar su actitud y alimentar las divisiones entre la plantilla, deberían exigir de forma inmediata las garantías por escrito que reclaman los prejubilados, algo que por otra parte ya debería estar resuelto desde hace mucho tiempo. Y, por supuesto, plantear junto con esto la cuestión del futuro de los trabajadores en activo, sumando las fuerzas de ambos colectivos para la lucha conjunta de los intereses de todos ellos.
Consideramos totalmente legítimas las reivindicaciones de los prejubilados de naval, y apoyamos la iniciativa de encerrarse en el astillero, ante la inminencia del cierre del mismo. Su lucha es, una vez más, parte de la lucha de todos los trabajadores. Por este motivo, denunciaremos cualquier intento de criminalizarles o de tomar cualquier represalia contra cualquiera de ellos por el mero hecho de ejercer sus derechos sindicales y de intentar defender sus condiciones de vida.


ÚLTIMA HORA: Los trabajadores abandonan el encierro con una victoria

Tras 21 días de encierro, la empresa ha presentado por fin los documentos que garantizan que una aseguradora se hará cargo de las pagas de los trabajadores cuando cierre el astillero. Queremos felicitar a estos compañeros que una vez más han demostrado que la lucha siempre obtiene más resultados que la desmovilización y el fatalismo.
El lado negativo es que los 44 trabajadores que permanecían en activo se irán al paro con 55 días por año y vagas promesas sobre el "compromiso" entre empresarios, federaciones sindicales y gobierno autonómico para "priorizar" su recolocación "donde se pueda", puesto que el acuerdo de incorporarlos a Juliana suena ahora como un mal chiste. Desde nuestro punto de vista tanto la dirección de CCOO como de UGT tienen pocos motivos para sentirse satisfechos de su gestión de la crisis de Naval Gijón. Y debería reconocer que, en última instancia, sus planteamientos de concesiones y acuerdos a cualquier precio durante estos años, han contribuido a poner los últimos clavos en el ataúd de Naval Gijón.

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