Una crisis mundial jamás conocida, una explotación en todo el planeta llamada globalización, un mercado económico  que no entiende de frontera, ni de miserias.

Empresas donde prima no solo el capital sino el arrasar con todo lo que sea considerado beneficio por encima de leyes, de lógicas, de naturaleza, por encima hasta del ser humano.

Se posicionan las grandes multinacionales en el tablero del planeta, con el beneplácito de los gobiernos sanguinarios para planificar el futuro de todos los seres que lo habitan, para que las pocas materias naturales que van quedando, sean el oro del futuro, como el agua, el aire, estén bajo sus manos y todos dependamos de ellos.

Observamos absorto como día tras día, oímos que van cerrando empresas pertenecientes a estas grandes multinacionales no por tener perdidas, sino porque los objetivos marcados cada vez son más altos y quieren abaratar la producción, se marchan a otra casilla del tablero del planeta. Lo que se conoce como deslocalizacion, el arma que utilizan para su permanente chantaje.

Detrás de cada cierre, miles de obreros, consumidos en una incertidumbre de vida, donde la mitad de ella, le pertenece al banco y la otra a su esfuerzo. ¿De que viviremos mañana? Esa es la gran pregunta.

Y distinguen de lucha, esos que temen que alguien se salga del tiesto, que no tiene que ver con Delphi, o con Santana o con otras tantas empresas que han ido cerrando año tras año. En la provincia de Cádiz en los primeros siete meses del año 2009,  han cesado su actividad un total de 4000 empresas. Ha habido 53.000 despidos sólo en el sector auxiliar del automóvil en España.

Y desgraciadamente muchas de estas empresas tanto del sector eléctrico, como del automóvil, de la electrónica o de la propia banca, han recibido cuantiosas ayudas públicas. Para colmo, han gozado de un tratamiento económico y fiscal de privilegio por parte de los poderes públicos y se han aprovechado de los bajos salarios de España en comparación con otros lugares de Europa.

Y nos dicen que son luchas diferentes, que son multinacionales distintas, unas europeas, otras norteamericanas o que las causas de cierre no son las mismas, unas por absentismo laboral de la plantilla, otras por la recesión económica, otras por la aguda crisis mundial, en definitiva excusas para dividir a la clase obrera, de vergüenza los que afirman que no se trata de las mismas batallas.

Es lo mismo, es el mismo daño a la clase trabajadora, en definitiva obreros que se quedan sin su empleo después de muchos años, que no entienden, porque no hay lógica alguna para explicar el cierre de una empresa cuando se obtiene beneficio.

Gritan unidad, quieren unidad, pero para reconducir a los trabajadores apaciguando sus ánimos y para no quitarse entre los poderes públicos el protagonismo mediático.

Claro que se necesita unidad, la unidad de la clase trabajadora, la que siempre ha sido explotada  a lo largo de la historia, la que lleva siempre el peso de las dificultades y recae sobre ella las desgracias de llevar en continua crisis a lo largo de los tiempos. Su unidad es la que puede ir cambiando su futuro, ella es la que tiene en su mano el poder para sin divisiones, cambiar este modelo de vida y de mundo.

Hay que exigir que ningún gobierno, ni central, ni autonómico, firme un expediente de regulación de empleo o permita cierres a empresas que han obtenido beneficios en los últimos años. Deben intervenir como garantía del bienestar colectivo de la sociedad y de la población trabajadora.

Al ofrecer subvenciones como han ido dando tanto a la banca como a otros sectores, deberían ser accionistas de las mismas, haciendo nacionalizaciones parciales o totales, como se ha hecho en otros países, es una forma de asegurar y mantener la poca industria que va quedando.

Hoy se ríen algunos parlamentarios cuando se habla de nacionalización, ese concepto abstracto que lo satanizaron cuando Hugo Chávez en Venezuela alarmó al hablar de nacionalizar la banca y el petróleo, pero no hace mucho, apenas cinco años, hablar del capitalismo también era una locura del pasado y hoy esta de plena actualidad, porque es la causa de la crisis mundial que afecta a la mayoría de países capitalistas.

Si las multinacionales como Saint Gobain quieren seguir con sus planes de despidos o cierre, la única alternativa es que el Estado nacionalice la empresa y la gestione con los trabajadores para mantener la actividad industrial.

 

No es una locura, en un futuro no muy lejano será una necesidad.

 

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