Durante el último mes se han sucedido movilizaciones de masas en todo el mundo islámico, desde el Magreb hasta Indonesia. Se han producido decenas de muertos y heridos a causa de la represión, e incluso se llegaron a quemar embajadas occidentales, coDurante el último mes se han sucedido movilizaciones de masas en todo el mundo islámico, desde el Magreb hasta Indonesia. Se han producido decenas de muertos y heridos a causa de la represión, e incluso se llegaron a quemar embajadas occidentales, como la danesa en Beirut.

La explicación a un ambiente tan electrizante como este no se puede buscar en unas simples viñetas de Mahoma, publicadas en septiembre de 2005 en un diario danés de la extrema derecha. Tan sólo ahora, cuando en el mes de enero fueron publicadas en varios diarios europeos comenzó la explosión social. Y ni siquiera se puede explicar por su continua propagación por parte de los medios de comunicación burgueses a nivel internacional. Simplemente fueron la gota que colmó el vaso de la efervescencia en la sociedad árabe y en el resto de países musulmanes.

Décadas de desempleo, pobreza y humillación a manos del imperialismo continúan acumulando material inflamable. Sólo ha sido necesaria un poco de leña proporcionada por los medios burgueses occidentales, que han demostrado hasta donde son capaces de llegar de forma totalmente interesada en el contexto de la victoria de Hamas en Palestina, el cenagal de los imperialistas en Iraq o la crisis nuclear de Irán. Alimentar el odio entre civilizaciones y religiones es una herramienta eficaz para el imperialismo, que no vive precisamente un momento dorado en Oriente Medio. Es una justificación teórica perfecta a su “guerra contra el terrorismo” y a la equiparación mediática continua entre árabes, musulmanes y terroristas.

Pero, a pesar de todos los cantos a la “libertad de expresión” hechos para justificar las provocaciones (la última la del ministro de la Liga Norte, Calderoli, en Italia), ningún periódico burgués ha puesto el mismo énfasis en contar la realidad de los millones de refugiados palestinos, la de los miles de asesinatos perpetrados por el Estado de Israel, la de las torturas y la utilización de armas químicas en la ocupación de Iraq o el saqueo regular de las materias primas por parte de las multinacionales en toda una serie de países de la zona. La naturaleza aborrece el vacío. Aunque existe una situación explosiva en toda la zona, que podría expresarse a través de un movimiento revolucionario que pusiera en cuestión no sólo la opresión imperialista, sino los regímenes reaccionarios de toda esta parte del planeta —que utilizan también el sentimiento religioso para sus propios intereses— la ausencia de una alternativa revolucionaria organizada y fuerte entrega a las masas en manos del fundamentalismo reaccionario.

Sin embargo, los islamistas no tienen nada que ofrecer a las masas árabes. Son enemigos de los jóvenes y trabajadores. No podemos olvidar que fueron financiados por la propia burguesía occidental y le están haciendo el trabajo sucio al imperialismo. Las masas comprenderán la bancarrota del fundamentalismo para resolver sus verdaderos problemas y buscarán una alternativa genuina y revolucionaria para transformar la sociedad.

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