Se esperaba, y la decisión ya ha provocado una avalancha de ataques y descalificaciones. Tras la salida del grupo parlamentario de Sumar y su paso al grupo Mixto, Podemos da un paso más y ha propuesto a Irene Montero como candidata a las elecciones europeas del próximo mes de junio.

En un acto público masivo celebrado en Madrid el pasado sábado 16 de diciembre, Ione Belarra e Irene Montero han lanzado un desafío al Gobierno de Pedro Sánchez y en particular a Yolanda Díaz. A la vista de lo manifestado en ese acto, parece que el abandono de Sumar, acogido con alborozo por las bases de Podemos, puede y debe ser más que una escaramuza parlamentaria.

La intervención de Belarra, pese a que sigue siendo deudora del tono triunfalista, y realmente equivocado, acerca de los “logros” de Podemos en la pasada legislatura, marcó diferencias con lo que han sido discursos subalternos y blanqueo de las políticas del PSOE mientras se estaba en el Gobierno. “Volver a lo esencial”, volver al Podemos nacido del 15-M y de la protesta en las calles, al Podemos del “sí se puede”, al Podemos que aspiraba a “conquistar los cielos”, fue su hilo argumental y despertó el entusiasmo de los militantes y simpatizantes que desbordaron ampliamente el local en el que se realizó el acto.

Las bases de Podemos han sido duramente golpeadas en los últimos meses. Desde los medios de comunicación se lanzó una campaña salvaje para desmoralizarlas y aplastar las esperanzas de un cambio radical que inspiraron los primeros y fulgurantes momentos de la formación. Esa campaña de odio se cebó especialmente con Irene Montero, denostada sin piedad desde la judicatura y desde la prensa conservadora, mientras que desde la dirección del PSOE se contemplaba, con una satisfacción apenas disimulada, esa ola reaccionaria que, más allá de Montero y de la Ley del Solo Si es Si, tenía como objetivo destruir las conquistas que la lucha feminista había conseguido en los últimos años.

Las maniobras de Yolanda Díaz y Sumar, al descubierto

La gran beneficiaria de la campaña contra Podemos fue Yolanda Díaz que, inmediatamente después de haber sido nombrada a dedo por Pablo Iglesias como líder de Unidas Podemos, dio la espalda al partido al que debía su meteórico ascenso a las cimas de la política institucional y se echó en brazos de Pedro Sánchez para ayudarle en su tarea de recomponer el régimen del 78, gravemente dañado en su legitimidad por la movilización social resultante de la crisis de 2008 y por el levantamiento del pueblo catalán.

La destrucción de Podemos no es un detalle, no es una maniobra marginal. Es una operación estratégica para garantizar tranquilidad al Ibex-35 y a todos los representantes de esa “izquierda” amable que tras una palabrería supuestamente progresista protege los intereses de la clase dominante y colabora ilimitadamente con el imperialismo occidental incluso en sus operaciones más criminales y repugnantes.

Yolanda Díaz es la encarnación perfecta de esa “izquierda” domesticada y no tuvo escrúpulo alguno en mancharse personalmente las manos para tratar de destruir a Podemos, colaborando necesariamente con una operación política en la que el aparato del Estado y los medios de comunicación de la derecha y la ultraderecha han jugado un papel esencial.

Díaz aprovechó ese empuje y el amplio margen concedido por el PSOE a su coalición Sumar, para fichar a toda esa caterva de arribistas y carreristas que se acercaron a Podemos en la época de su ascenso para vivir cómodamente de la política. Ese incesante goteo, que ha dejado a Podemos descabezado en varias comunidades autónomas, ha tenido sin embargo un efecto positivo: libres de ese lastre, las bases de Podemos han podido hacer oír su voz y decir claramente que quieren dejar atrás esta etapa de subordinación a la socialdemocracia y volver a los planteamientos iniciales que forjaron a Podemos como la voz y la herramienta de la movilización social post 15-M.

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Solo una acción decidida para acabar con la paz social y para confrontar con los grandes poderes capitalistas podrá reconectar con las esperanzas que Podemos despertó entre inmensos sectores de la clase trabajadora y la juventud. 

¿Qué programa necesita Podemos para recuperar el apoyo perdido?

El lanzamiento de la candidatura de Irene Montero y la decisión de cortar amarras con el Gobierno de Sánchez son pasos positivos, pero hace falta ir más lejos. Hay que dejar atrás definitivamente la tentación de las maniobras parlamentarias y los atajos institucionales a los que sigue tan apegado Pablo Iglesias.

Solo una acción decidida para acabar con la paz social y para confrontar con los grandes poderes capitalistas podrá reconectar con las esperanzas que Podemos despertó entre inmensos sectores de la clase trabajadora y la juventud. En el acto de Madrid se marcaron algunas líneas de actuación acertadas, como  la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, el fin de las políticas de racismo institucional y el avance hacia la república.

Pero sin duda fueron las palabras de Irene Montero lo que podría convertirse en un paso serio para avanzar, situar a Podemos como “una propuesta política que quiera cambiarlo todo, que no se conforme con hacer unos pocos retoques al sistema sino que entienda que el problema es el sistema mismo”.

Montero resaltó una idea fundamental que defendemos desde Izquierda Revolucionaria: la socialdemocracia europea se ha demostrado completamente incapaz de frenar a la ultraderecha y por eso es necesario levantar una nueva alternativa. Sin esa alternativa acabará ganando la ultraderecha, que es quién mejor defiende la esencia del sistema capitalista en esta época de desigualdad y contrarreformas furiosas.

Ahora toca pasar de las palabras a los hechos. Esa alternativa no puede quedarse en discursos en las instituciones, ni en ideas utópicas, y bastante estúpidas, del tipo “para  cambiar la vida de la gente hay que cambiar el Estado desde dentro”. Estás fórmulas de que el capitalismo es reformable, y que el aparato del Estado es reconstruible no resisten ni la prueba de la crítica ni de la experiencia.

La alternativa para una izquierda transformadora, anticapitalista y antifascista, hay que construirla desde abajo, desde la movilización y la lucha en las calles, en las empresas y centros de trabajo, en los barrios y en los centros de estudio, en un combate decidido por la transformación socialista del mundo.  Si Podemos se decide a convertirse en una herramienta útil para la lucha de clases sería una gran noticia para todas y todos los que aspiramos a acabar con el sistema capitalista.

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