La designación de Salvador Illa como president de la Generalitat, gracias al apoyo parlamentario de ERC y Comuns-Sumar, ha sido recibida con una euforia nada disimulada por la burguesía catalana y los sectores más perspicaces del gran capital español. El objetivo de enterrar el movimiento a favor de la república catalana y la autodeterminación volviendo al redil que impone el régimen del 78 ha dado un paso trascendente.

Un portavoz tan destacado de la clase dominante como el diario El País no podía ser más claro al describir el significado que tiene para ellos este cambio de ciclo político y los objetivos que han marcado al nuevo Govern: “Cataluña entierra su revolución. Sobre las cenizas del ‘procés’, el PSC emerge como el nuevo ‘partido del orden’ (…) Se abre una nueva etapa cargada de incertidumbres, pero con una certeza: la revuelta independentista de la última década ha tocado al final (destacado en negrita por  El País)”.[1]

La vuelta del PSC-PSOE a la Generalitat y sus pactos con ERC y Junts ponen la guinda a un proceso que ha evidenciado la abierta traición de las cúpulas de estas últimas formaciones al impresionante levantamiento de masas del 1 y el 3 de octubre de 2017 contra el régimen  del 78 y por la república catalana. Unos dirigentes que se llenaron la boca durante años hablando de soberanía, mandato del 1 de Octubre e  independencia, mientras en la práctica restauraban todos los puentes con el régimen monárquico y la burguesía española, a la que (especialmente en el caso de Junts) les unen estrechos vínculos de clase a los que nunca pensaron renunciar.

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Los dirigentes de ERC y Junts se llenaron la boca durante años hablando de soberanía, mandato del 1 de Octubre e independencia, mientras en la práctica restauraban todos los puentes con el régimen monárquico y la burguesía española.

¿Qué intereses defienden los dirigentes de Junts y ERC?

El paripé del pasado 7 agosto es un buen ejemplo de lo que decimos y corona el bochorno de una estrategia que engaña a muy pocos. Con un Puigdemont interviniendo seis minutos ante miles de partidarios en el Arc de Triomf antes de volver a Waterloo, todo estaba acordado para que los Mossos, el Govern y el Gobierno central miraran a otro lado, permitieran su huida y no se empañase el asunto de fondo: la investidura de Illa.

Esta política ejemplifica el cinismo de unos dirigentes que no tienen el menor escrúpulo en jugar con los sentimientos de las bases independentistas, recurriendo a gestos y escenificaciones mientras, en la práctica, reconstruyen el pujolismo. Que no nos vengan con cuentos. Junts no es otra cosa que una herramienta plenamente confiable de la burguesía catalana. Negociando medidas favorables a esta con PSOE o PP, según convenga; haciendo suyas las medidas más racistas de PP y Vox para marginar y explotar salvajemente a los trabajadores migrantes; o votando con ellos en el Parlamento español mantener las relaciones, venta de armas y negocios con el régimen sionista de Israel, Junts es una formación que ha demostrado en los hechos a qué amo sirve. Y obviamente ha instrumentalizado la represión del Estado como un medio para seguir maniobrando y defendiendo cuotas de poder en beneficio de la patronal y el capital catalán.

La misma contradicción, entre las palabras y los hechos, ha marcado toda la acción política de ERC. Las aspiraciones de sus bases y de centenares de miles de votantes que les auparon al Govern, esperando que llevasen adelante la lucha por la república catalana y aplicasen políticas de izquierdas, se han estrellado contra las concepciones socialdemócratas de sus dirigentes y un muro de renuncias, pactos con el PSOE y conciliación con el régimen del 78 que ha desatado una de las mayores crisis de su historia reciente.

¡Qué decir de los Comuns! La fuerza que nació de la lucha contra los desahucios y del 15M, que según Ada Colau, Pablo Iglesias y otros dirigentes llegaba para cambiarlo todo, acabar con la casta, luchar por la república y el derecho a decidir, ha terminado desempeñando el bochornoso papel de “chico de los recados” del PSOE, proporcionando a Illa una cobertura de izquierdas para aplicar su agenda capitalista.

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Las aspiraciones de las bases de ERC y de centenares de miles de votantes de que llevasen adelante la lucha por la república catalana y aplicasen políticas de izquierdas, se han estrellado contra las concepciones socialdemócratas de sus dirigentes.

La amnistía, la ofensiva de la derecha españolista y las políticas del Gobierno PSOE-Sumar

Presionados por el movimiento de masas, Pedro Sánchez, Illa y el sector de la burguesía española que ve en ellos la única opción para imponer la paz social en Catalunya tuvieron que hacer concesiones políticas. Esa es la razón de los indultos y la ley de amnistía, además de sembrar un olvido interesado a su apoyo al 155 y a sus promesas de traer y meter en la cárcel a Puigdemont.

Hay que decirlo alto y claro: estas  concesiones son producto de la movilización de millones de personas que sí comprendieron que en esta batalla por el derecho a la autodeterminación había que darlo todo, a pesar de la brutal represión. Y tal como señalamos insistentemente desde Esquerra Revolucionària y el Sindicat d'Estudiants, mientras se mantenga el régimen capitalista del 78 todas las concesiones y derechos democráticos que arranquemos con la lucha se verán amenazados y cercenados.

Los hechos son tozudos: de apenas 74 personas beneficiadas por la ley de amnistía desde su aprobación parlamentaria, 54 son policías denunciados por sus salvajes actuaciones represivas. Hecha la ley, hecha la trampa. Mientras centenares de activistas represaliados por participar en manifestaciones y cortes de tráfico o por defender las urnas el 1 de Octubre siguen pendientes de juicio o investigación, en muchos casos sometidos a procesos en los que han actuado como acusación la Fiscalía General del Estado controlada por el PSOE o incluso los Governs de ERC y Junts, los que ya están libres son los responsables de molernos a porrazos en las calles.

Esto es lo que da alas a esos jueces franquistas como Llarena, los magistrados del Supremo y otros muchos más dedicados a buscar cualquier recoveco legal que permita hacer saltar por los aires la amnistía, como ya hicieron (en ese caso con la inestimable colaboración del propio PSOE) con la Ley del Solo sí es sí.

Si la “santa alianza” entre PP y Vox, este ejército de mamporreros con toga y la caverna mediática que les jalea y aplaude, puede mantenerse a la ofensiva y actuar cada vez con más audacia es por las constantes concesiones a los capitalistas y la renuncia a defender los derechos de las y los oprimidos del Gobierno PSOE-Sumar.

Junto a la negativa a reconocer el derecho de autodeterminación y la comentada permisividad hacia el sabotaje judicial de la amnistía, el Gobierno mantiene leyes escandalosamente antidemocráticas y reaccionarias como la Ley Mordaza o la de Extranjería. Sus políticas económicas y sociales hacen de oro a los grandes empresarios y especuladores del negocio inmobiliario, agroalimentario y turístico, mientras las familias obreras tenemos cada vez más problemas para llegar a fin de mes y la precariedad laboral, los desahucios, el deterioro de la sanidad y educación públicas, la pobreza y desigualdad, golpean nuestros barrios.

Este giro a la derecha continúa en política exterior con el más cínico sometimiento a EEUU y la OTAN. Mientras Sánchez se presenta como campeón de la paz y derrama lágrimas de cocodrilo por el pueblo palestino, su Gobierno mantiene relaciones y negocios con su verdugo, el régimen sionista de Netanyahu, o financia y envía armas a ese títere ultraderechista de EEUU que es Zelenski.

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Presionados por el movimiento de masas, Pedro Sánchez, Illa y el sector de la burguesía española que ve en ellos la única opción para imponer la paz social en Catalunya tuvieron que hacer concesiones políticas. Esa es la razón de los indultos y la ley de amnistía.

Construir una izquierda revolucionaria

Illa será un fiel ejecutor de estas mismas políticas en Catalunya. Si alguien lo duda, que vea su lista de consellers, trufada de alcaldes y alcaldesas del PSC distinguidos por su aplicación a rajatabla de los recortes y políticas privatizadoras, y de representantes directos de la burguesía catalana procedentes del espacio convergente, como Sàmper, Espadaler, etc.

La estrategia de la burguesía catalana y sectores decisivos de la burguesía española de basarse en el PSC y los pactos con Junts y ERC para cerrar el ciclo político abierto por las crisis revolucionarias de octubre de 2017 y 2019 no es nueva. Tras fracasar el intento de sofocar el movimiento de masas aplicando el 155 y la represión, optaron por la misma táctica que les permitió desactivar el ascenso revolucionario de los años 70 e imponer la monarquía y el régimen del 78: la contrarrevolución bajo formas democráticas, la llamada Transición. 

Si entonces necesitaron a los dirigentes del PSOE y sobre todo del PCE (en Catalunya el PSUC), ahora para desactivar la lucha por la república catalana han recurrido a los propios dirigentes del procés. Y junto a ellos, por supuesto, a los Comuns y la burocracia sindical de CCOO y UGT.

El levantamiento de millones de jóvenes, trabajadores y amplios sectores de las capas medias que giraron masivamente a la izquierda en Catalunya, empujadas por la crisis del sistema capitalista y la opresión nacional, abrió una crisis política con elementos claramente revolucionarios en 2017, tras el referéndum y la huelga general del 3 de octubre, y que tuvo otro jalón decisivo en 2019 después de la sentencia del Supremo. Esto sembró el pánico no solo en la burguesía española y catalana, también en las burguesías europeas. La continuidad y la extensión del movimiento y sus métodos basados en la acción directa representaban un peligroso punto de referencia revolucionario que había que eliminar.

Solo comprendiendo esto, y defendiendo una política de independencia de clase que vinculase la lucha por la autodeterminación y liberación nacional de Catalunya a un programa socialista era posible derrotar los planes capitalistas y desbordar a la derecha y socialdemocracia catalanista de Junts y ERC, arrebatándoles la dirección del movimiento.

La república catalana que queremos no puede estar liderada por la misma oligarquía a la que combatimos y que es responsable de esta traición. Una república de los trabajadores y la juventud, del pueblo, tendrá que tomar el toro por los cuernos: expropiar a los responsables de la crisis económica y social, empezando por monopolios financieros como Caixabank o Banc Sabadell, las eléctricas (Endesa, Naturgy, etc.), Agbar, y siguiendo por la gran burguesía industrial. ¡Los mismos que desde el minuto uno sabotearon la independencia anunciando que se llevaban sus inversiones de Catalunya si el resultado del referéndum del 1 de octubre se aplicaba! 

Hoy más que nunca el único camino para derrotar al régimen del 78 y conquistar una república catalana socialista es construir una izquierda revolucionaria armada con el programa del comunismo. ¡Es el momento de dar el paso: organízate con nosotros para hacerlo realidad!

 

[1]  Cataluña entierra su revolución

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