Estos últimos días, los medios de comunicación afines a CiU tratan de mostrarnos al honorable Jordi Pujol, president de la Generalitat entre 1980 y 2003, como un luchador contra el franquismo y padre de la democracia. Estos cínicos esfuerzos no son una casualidad: los últimos casos de corrupción descubiertos en Catalunya no solo salpican al clan de los Pujol, sino que los incrimina directamente. Si a su hijo mayor, Jordi Pujol Jr., su exesposa le acusa de blanqueo de dinero a gran escala (con las famosas maletas repletas de dinero procedentes de Andorra), el heredero político del clan, Oriol Pujol, está imputado en el escándalo de las ITV, acusado de amañar los concursos públicos para estas concesiones. Por supuesto, CiU y los Pujol tratan de presentar estas acusaciones como un ataque a toda Catalunya. ¡Qué cara más dura!

Un sistema corrupto por naturaleza

La corrupción no es nueva en Catalunya. Y no es un hecho exclusivo de CiU. Era conocido el tristemente famoso 3%, la mordida generalizada, popularizada en su día por Pasqual Maragall, aunque el Tripartit no hizo nada para atajarla. Caso Palau, caso Pretoria, las cuentas de Suiza, la trama de los espías y Método 3… “Hay unas 400 personas que nos encontramos en todas partes. Nos vemos coincidiendo en muchas cosas, tanto si somos parientes o no” dijo, en 2001, mucho antes de que estallara el caso Palau, el entonces respetado Félix Millet refiriéndose a la oligarquía financiera, industrial y política que dirige los destinos de Catalunya, y que tiene a CiU como aglutinante político.

CiU, garante del capitalismo por encima de cualquier otra cosa

CiU nunca ha dudado en utilizar una retórica nacionalista con el objetivo de conseguir una mayor tajada para los suyos, en detrimento de la mayoría de la población catalana. Así, Catalunya es una de las comunidades autónomas con un mayor porcentaje de sanidad y educación privatizadas y con mayores desigualdades sociales. Ciertamente el Tripartit hizo muy poco por revertir esta situación y esa fue la principal causa por la que CiU volvió al gobierno en 2010. Con Artur Mas ya en la presidencia, Catalunya ha sido la punta de lanza en la política de recortes y ataques sociales. El resultado de esos recortes, y de una política servil con el capital financiero, ha sido llevar a la Generalitat al borde de la suspensión de pagos.
El “giro soberanista” de CiU y la convocatoria de elecciones anticipadas fue una maniobra de la dirección convergente para hacer frente al tremendo desgaste social que los recortes estaban provocando. Pero la “mayoría excepcional” a la que apeló Artur Mas se saldó con un sonoro fracaso, gracias fundamentalmente al ascenso de la lucha de clases. No es casualidad el tremendo impacto que tuvo la huelga general del 14-N en plena campaña electoral catalana. El gobierno surgido de las urnas es más débil y más inestable que el que le precedió. Y ahora, el cinismo de CiU se está revelando, cuando ante la situación de asfixia económica que vive la Generalitat de Catalunya, cada vez más sectores de la coalición nacionalista se alejan de las tesis soberanistas del “Estado propio” y el “derecho a decidir”. Las divisiones entre Convergencia (el partido de Mas) y Unió (el de Duran), y últimamente en el seno de la propia Convergencia e incluso en el gobierno, reflejan la tremenda debilidad de CiU, así como las disputas en el seno de la burguesía sobre cuál es la mejor manera de afrontar nuevos ataques y recortes y enfrentarse a una inevitable rebelión social.
Los marxistas siempre hemos defendido el derecho de autodeterminación, pero incluso este derecho democrático depende de qué clase social lo formule y con qué intereses. De la mano de la burguesía catalana, la clase obrera y las capas medias de Catalunya nunca serán libres. Artur Mas —igual que el PP— usa los sentimientos nacionales de manera interesada, para dividir y enfrentar a los trabajadores. El enésimo ejemplo lo hemos visto con la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya que impone el uso del castellano en las aulas catalanas a todos los alumnos, si la familia de un único estudiante así lo exige. Esta sentencia es un grave ataque reaccionario que posibilita la segregación en líneas lingüísticas de los estudiantes, ¿pero es CiU nuestro aliado en la lucha contra esta sentencia? ¡CiU, que lleva años atacando a la educación pública! Ahora mismo hay encima de la mesa un recorte de un 17% del presupuesto para universidades, más un ataque salvaje a los profesores interinos que puede suponer miles de despidos y una ofensiva contra las escuelas públicas de 0 a 3 años que podría acarrear el cierre de decenas de ellas. ¿Así se defiende el aprendizaje y uso del catalán?

La responsabilidad de la izquierda: tenemos fuerza para tumbar a CiU

Tanto si CiU pacta los nuevos presupuestos de la Generalitat con ERC como si lo hace con el PSC, una nueva oleada de recortes está a la orden del día (ver El Militante nº 270) lo que traerá más contestación social. El gobierno de CiU está acorralado. De hecho, si los partidos que se reclaman de izquierdas dejaran de sostenerles en el Parlament, el gobierno de Artur Mas no duraría ni cinco minutos. El principal sostén de CiU ha sido ERC, que aspira a sustituir a Convergencia como el principal partido nacionalista catalán y que, hasta el momento, en todas las votaciones fundamentales, ha dado su apoyo al gobierno. Pero incluso este apoyo no serviría de nada si el PSC e ICV, defendieran una alternativa realmente de izquierdas y dejaran de dar balones de oxígeno a Artur Mas con el llamado “debate soberanista”, en forma de apoyos parlamentarios, votaciones conjuntas, acuerdos y declaraciones.
En lugar de apoyar a CiU, la izquierda debería romper radicalmente con los partidos de la burguesía: desenmascarar las maniobras y mentiras tanto de la burguesía catalana, como de la española y reivindicar un programa absolutamente opuesto a los recortes (vengan de donde vengan), basado en la lucha unida de los trabajadores de todo el estado y vinculando la conquista de los derechos democráticos, incluido el derecho a la autodeterminación, a la expropiación de la banca y de los grandes capitalistas.

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