Las elecciones del pasado 21 de abril han supuesto un terremoto político en la CAV, y en el Estado español. EH Bildu consigue unos resultados históricos para la izquierda abertzale, 341.735 votos, y un empate en escaños con el PNV, 27, que cosecha su peor resultado desde 1998.
La distancia entre ambas formaciones se ha reducido a menos de 30.000 votos, cuando hace cuatro años era de 100.000. Si sumamos los resultados en Nafarroa, EH Bildu es la primera fuerza en Hego Euskal Herria.
Al mismo tiempo, estos resultados golpean al régimen del 78: a Vox, el PP y su españolismo neofranquista; al aparato del Estado y esa caterva de jueces y fiscales reaccionarios que persiguen y criminalizan sin tregua a la izquierda abertzale, al independentismo o a la izquierda combativa; y a ese PSOE-PSE que se llena la boca hablando contra la extrema derecha, para terminar recurriendo de ETA, como el PP y Vox, más de una década después de su desaparición.
La derecha españolista obtiene conjuntamente un mediocre resultado: 118.545 papeletas y tan solo un escaño más, del PP, manteniéndose como una fuerza residual con tan solo el 11,26 % de los votos (un 9,23% el PP, y un 2,03% Vox), siendo triplicados por EH Bildu.
Por otro lado, el PNV, el partido de la derecha y la patronal vasca, sigue la estela de las municipales, donde ya se vieron superados por EH Bildu en número de concejales en la CAV. Con 370.554 votos cosechan su peor resultado en décadas. Respecto a 2012 y 2016, el PNV pierde 14.000 y 28.000 votos respectivamente, y casi 4 puntos porcentuales y 4 diputados respecto a 2020. A pesar de todo, gracias al firme apoyo del PSE-EE se aseguran cuatro años más en el Gobierno de Lakua, a cambio del apoyo en el Congreso a Pedro Sánchez.
EH Bildu hegemónico en la izquierda mientras Sumar y Podemos se hunden
Los resultados de EH Bildu, aunque previstos por las encuestas, son el factor más destacable de la jornada y arrojan importantes consecuencias. Con el 32,48% de los votos, 92.155 votos más que en 2020, un incremento del 36,9 % y 6 diputados más en el Parlamento de Gasteiz, la izquierda abertzale penetra en territorios históricos que habían sido feudos del PSE e incluso del PNV, y fagocitan el espacio de Podemos.
De los 249 municipios que componen la CAV, la izquierda abertzale es primera fuerza en 153 de ellos, mientras que el PNV lo es en 95 y el PP en 1. En la margen izquierda de Bizkaia (Barakaldo, Sestao, Portugalete y Santurtzi), zonas de apoyo tradicional al PSE, la candidatura de EH Bildu consigue casi 10.000 votos más, superando al PSE y siendo la segunda fuerza en todas, salvo en Portugalete.
EH Bildu gana las elecciones en las grandes localidades industriales de Gipuzkoa, en Eibar, Tolosa o Zumarraga, y es segunda, a poca distancia del PNV, en Irun o Beasain. En las dos localidades obreras más importantes de Aiaraldea (Laudio y Amurrio), también se alzan con la victoria.
En Bilbo, feudo electoral del PNV, consiguen casi 13.000 votos más que en 2020. En Donosti, EH Bildu es segunda fuerza a un puñado de votos del PNV (hace 4 años, el PNV los aventajaba por casi 10.000 sufragios) y en Gasteiz, EH Bildu revalida la victoria que obtuvo en las elecciones municipales, casi 2,5 puntos por encima de los jeltzales frente a los 7 puntos que les sacó el PNV en 2020.
Al mismo tiempo, las fuerzas que conforman el Gobierno de coalición en Madrid obtienen resultados que van de malos a catastróficos, por mucho que se intenten maquillar.
El PSE (que también forma parte del Gobierno Vasco) obtiene 149.660 votos, el 14,22%, aumentan sus papeletas en 27.412 y pasan de 10 a 12 diputados. Unas cifras que están muy lejos de los 25 parlamentarios y el 30% de votos que lograron en 2009. Si comparamos estos resultados con las pasadas elecciones generales, el PSE sufre una sangría de 142.272 sufragios, el 48% de sus votos.
En cuanto a Sumar el varapalo es de órdago: 35.092 sufragios, un pírrico 3,34%, y un único diputado por Araba. Un nuevo golpe a un proyecto personalista y gregario del PSOE, carente de credibilidad y que no ha sido siquiera capaz de despegar.
En resumen, los partidos del Gobierno central no llegan conjuntamente al 18%, siendo doblados por EH Bildu. Una clara condena a su gestión, a sus políticas capitalistas, y a su militarismo otanista.
En cuanto a Elkarrekin Podemos, que ganó las elecciones generales en Euskadi en 2016, desaparece del Parlamento vasco, perdiendo los 6 asientos que ocupaban y obteniendo un ínfimo 2,25 % de votos. Desde 2016 se dejan el 93% de sus votos pasando de más de 310.000 a 21.000. Una debacle más de la que no se saca ningún tipo de conclusión, y que plantea una perspectiva desastrosa para la formación morada.
No necesitamos una izquierda para gestionar el capitalismo, sino de combate, internacionalista y comunista
Decenas de miles de trabajadores y jóvenes que en el pasado votaron a Podemos, les han dado la espalda para apoyar a EH Bildu. La amarga experiencia del realismo gubernamental capitalista, de los Gobiernos de coalición, y de una política de gestos vacíos y charlatanería parlamentaria, han asfaltado el terreno para la destrucción del partido que iba a “tomar el cielo por asalto”. El viaje para algunos ha concluido en una televisión online y una taberna en Lavapiés, pero para cientos de miles ha sido una decepción profunda.
Pero aunque ahora EH Bildu se beneficie de esta situación, con una imagen más combativa gracias a la constante ofensiva contra ellos de la reacción, por su no participación directa tanto en el Consejo de Ministros como en el Gobierno Vasco, y gracias a sus raíces en el poderoso movimiento obrero vasco, con una mayoría sindical combativa encabezada por ELA y LAB que no ha dejado de impulsar huelgas en estos años, es necesario sacar todas las conclusiones de la profunda descomposición que asola a la nueva izquierda reformista.
Estas organizaciones, surgidas al calor de la rebelión social ante la crisis capitalista de 2008, Podemos, Syriza, Die Linke, Bernie Sanders o Corbyn, y que tuvieron un carácter de masas, con millones en las calles respaldándoles, asumieron la institucionalidad burguesa y las políticas parlamentarias como la vía para cambiar las cosas. Pero desde un Gobierno capitalista solo es posible hacer políticas capitalistas, incapaces de resolver, como estamos viendo, las graves lacras que padecemos.
Una lección que los dirigentes de EH Bildu deberían estudiar concienzudamente. Los buenos resultados que han obtenido son sin lugar a dudas una gran noticia para todos y todas los que pensamos que podemos vencer al PNV, y que somos plenamente conscientes que EH Bildu y el PNV no son ni de lejos lo mismo. Pensar esto es de un izquierdismo infantil que insulta la memoria y el compromiso militante de miles de luchadores y luchadoras que han hecho enormes sacrificios.
La clase trabajadora, los miles de activistas del sindicalismo combativo que han impulsado huelga tras huelga en estos cuatro años por todo Euskal Herria, han votado masivamente a EH Bildu. Eso es inapelable, y una condena a aquellos que se llenan la boca de proletariado y socialismo, pero que son incapaces de aplicar la política leninista del frente único contra la reacción, la derecha vasca y la patronal.
Pero todo este potencial se malogrará si se repiten los mismos errores: llamando al PNV, el partido de la patronal vasca, a una alianza de país, o al PSOE-PSE, a hacer unas políticas sociales de cartón piedra mientras se garantizan ingentes negocios a los capitalistas y se nos condena a millones a la precariedad, la desigualdad y la pobreza.
Reducir la acción política al parlamentarismo, como pretende la nueva estrategia de la dirección de EH Bildu, asumiendo el marco viciado y falso de la democracia burguesa, donde quien decide las cuestiones decisivas son los grandes monopolios capitalistas del Ibex35, llevará tarde o temprano a la frustración, la desmoralización y el desastre. Así lo hemos visto una y otra vez.
Esta política "pragmática e incluso conservadora", tal y como recoge la ponencia aprobada en el último congreso de Sortu, es la que ha llevado a Podemos, o antes a Syriza, a una situación de descomposición, con consecuencias negativas para el movimiento obrero y la juventud.
Lo que necesitamos no es eso, sino levantar bien alto la bandera de la revolución socialista, impulsando desde abajo, en las calles, mediante la herramienta de las huelgas, incluida la huelga general, las movilizaciones de masas, las ocupaciones de fábricas, la lucha ideológica, un combate sin cuartel contra el capitalismo, contra el militarismo y la guerra imperialista, contra el terrible genocidio en Gaza, y contra un desastre ecológico que amenaza a la humanidad.
Desde Ezker Iraultzailea tenemos claro que es eso es lo que de verdad puede permitir romper con el corrupto régimen borbónico del 78, y lo que asusta al PNV y la patronal vasca, piezas esenciales de dicho régimen. Así es como se cambia la correlación de fuerzas, y no con el pragmatismo ni los discursos vacíos desde la tribuna parlamentaria.
Estas elecciones han demostrado que existe un espacio muy amplio para dar esta batalla. Pero para eso necesitamos organizarnos y construir una organización leninista de combate. ¡Únete a Ezker Iraultzailea! ¡Defiende estas ideas con los y las comunistas revolucionarias!