“Somos un pueblo pequeño, una nación pequeña, con grandes riesgos, y hay marcos electorales en los que, en nuestra opinión, deberíamos jugar como pueblo. [...] ¿Qué sentido tiene que el PNV concurra en unas europeas con Coalición Canaria, que ha votado en contra de la Ley de Amnistía, en vez de hacer una lista de país? Defendemos esa opción porque nuestra máxima es primero el país y luego el partido”.Con estas palabras señalaba Otegi la posibilidad de constituir en el futuro listas conjuntas con el PNV, el partido de la patronal, para las elecciones europeas.

Tras la investidura del nuevo lehendakari Imanol Pradales, apodado “el diputado de las obras” por sus contratos a dedo con constructoras amigas, y la constitución del nuevo Gobierno PNV-PSE, EH Bildu parece dispuesto a profundizar su acercamiento al PNV y aparecer como una formación responsable y fiable de Gobierno.

Pero, ¿es este el camino para enfrentar la situación que padecemos los trabajadores y la juventud? ¿Es este el camino para acabar con el problema de la vivienda y la precariedad laboral, de la represión, o de la destrucción de  Osakidetza y la educación pública? ¿Es así como vamos a poder acercarnos a la independencia? ¿De la mano de un PNV que se conjuró contra la rebelión del pueblo catalán? En nuestra opinión no, sino todo lo contrario.

El nuevo Gobierno de Imanol Pradales, más pro patronal, más pro sionista y más represivo

El nuevo Gobierno PNV-PSE es más de lo mismo, sino peor. A pesar de que en su discurso de investidura, Pradales anunció demagógicamente que va a “devolver el orgullo a Osakidetza” con un “plan de choque”, la realidad es que cada vez son más las consultoras y empresas que se lucran a cambio de la privatización[1]. Y lo mismo podemos decir de otros servicios públicos, como las residencias, entregado a empresas amigas. Solo 40 de 434 residencias existentes en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) son de gestión pública. De ahí las potentes huelgas y movilizaciones que hemos visto en ambos sectores durante los últimos años.

Pero esta demagogia, desgraciadamente, puede tener cierto efecto, cuando el líder de EH Bildu, Pello Otxandiano, acepta constituir una mesa por la sanidad con el PNV, responsable de la destrucción de Osakidetza, señalando que “nos gusta la melodía, a ver qué dice la letra”. En vez de denunciar este paripé, como ha hecho ELA, e impulsar movilizaciones, intentan dar un respiro a un Gobierno muy desacreditado por su destrucción constante de la sanidad pública.

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El nuevo Gobierno PNV-PSE es más de lo mismo. Sin duda seguirá por el camino de la privatización de la sanidad, la educación y el resto de los servicios público y tendrá que seguir enfrentando las huelgas y movilizaciones que hemos visto los últimos años. 

Un nuevo Gobierno con consejeros vinculados a la patronal y deseosos de hacer negocio a costa de destruir los servicios públicos, especular con el derecho a la vivienda o reprimir aún más duramente las movilizaciones sociales y laborales.

Es el caso de Mikel Jauregi Letemendia, que será consejero de Industria, Transición energética y Sostenibilidad. Jauregi trabajaba hasta ahora como directivo en Centrica Plc., la filial de British Petroleum en el Estado español, acusada de estafa por sus inversiones en “energía verde”, y de financiar a un think tank conservador y negacionista ligado a Trump que rechaza el calentamiento global[2]. Y este elemento se va a encargar de la “sostenibilidad”.

Pero el mejor ejemplo del cariz de este Gobierno, en el que EH Bildu deposita esperanzas, es la vuelta de tuerca en el terreno de la represión y de la Ertzaintza. A pesar de unos índices de delincuencia muy bajos, desde el nuevo Gobierno y la Ertzaintza se está impulsando una campaña de miedo, al puro estilo de la ultraderecha, de cara a justificar más policía y más represión, especialmente contra nuestras hermanas y hermanos inmigrantes.

Así se ha visto este verano con la campaña de acoso y brutalidad de la policía en Bilbo contra los manteros. Algo que no ha impedido que EH Bildu se haya sumado al nuevo Plan de Seguridad del PNV en esta misma ciudad, que prevé un incremento de la presencia policial y la videovigilancia, planteando, entre otras cosas, que obedecerá “a criterios científicos” y que “esto nos acerca más a un modelo de policía comunitaria al que hay que avanzar”

Estas políticas y discursos racistas y de criminalización están impulsando, como en el resto del Estado, a las asociaciones y sindicatos ultraderechistas en el seno de la Ertzaintza. Al mismo tiempo el nuevo Ejecutivo vasco seguirá facilitando contratos con empresas de seguridad sionistas para perfeccionar la represión y garantizar de paso jugosos contratos de defensa a la poderosa industria armamentística vasca para que continúe el genocidio sionista en Gaza.

De hecho, el propio EH Bildu es también víctima de esta escalada represiva, con multas a 133 miembros de Ernai, las juventudes de Sortu, por valor de 290.500€. ¿No resulta un poco contradictorio poner esperanzas y estar dispuestos a colaborar con un Gobierno, y un partido, el PNV, que actúa de esta manera?

EH Bildu, el poder institucional y la lucha en las calles. ¿Qué alternativa necesitamos?

Durante los últimos años los avances de EH Bildu en el terreno electoral e institucional han sido espectaculares. En este momento es la fuerza municipal más fuerte en Euskal Herria, con el 40% de los concejales (1040) en la CAV y el 16% de los concejales en Nafarroa (341), además de tener 51 junteros en la CAV (el 33%), 27 escaños en el Parlamento vasco, 9 en el navarro, y 6 en el Congreso de los Diputados. Pero todo este poder institucional, como hemos visto ya muchas veces en el pasado, con el PCE durante la Transición o con Podemos hace diez años, resulta impotente cuando se acepta la lógica capitalista y cuando todo se reduce al peor de los cretinismos parlamentario e institucional.

Que Otegi apele al PNV para hacer políticas “de país” resulta sorprendente, pero aún más sorprendente después de lo sucedido en Catalunya, donde justamente la derecha de Junts y la socialdemocracia de ERC, apelando a esa supuesta unidad nacional, y a la necesidad de ser moderados para contar con el apoyo de la patronal y los empresarios catalanes, ha llevado la lucha por la independencia y la República a un callejón sin salida. La derrota, temporal, de la rebelión vivida en Catalunya, que fue el mayor desafío al régimen del 78, pone en evidencia qué sirve y qué no sirve. El desafío en las calles, mediante la movilización de masas y la acción directa, fue lo que puso contra las cuerdas al aparato del Estado, al PP, a la monarquía y a todo el régimen del 78.

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La amenaza de la ultraderecha, la guerra imperialista, el horrible genocidio contra el pueblo palestino, etc., hay que afrontarlas con políticas revolucionarias. Esa es la alternativa que defendemos desde Ezker Iraultzea. 

El fracaso de la nueva izquierda surgida al calor de la crisis capitalista de 2008, de Podemos, Die Linke, Syriza, Sanders o Corbyn, arroja serias lecciones. La primera, que sin una movilización contundente en las calles, sin el movimiento de masas, cualquier posición institucional está condenada al fracaso. Y segundo, que si no se rompe con la lógica del capitalismo, con sus reglas y la política del mal menor, finalmente no solo no se cambian las cosas, sino que se abre la puerta, como estamos viendo, a la ultraderecha y a la reacción.

En Hego Euskal Herria durante los últimos años no hemos dejado de movilizarnos con contundencia contra la represión y un aparato del Estado cada vez más fascistizado, contra el régimen del 78 y el rancio españolismo franquista, pero también contra el PNV y la patronal. Los ejemplos son muchos: Tubacex, Mercedes o Michelin, las limpiadoras del Guggenheim o las trabajadoras de residencias, el movimiento feminista y los pensionistas, o las reciente movilizaciones contra el genocidio en Gaza. El propio Gobierno de Urkullu estuvo, gracias a la movilización, contra las cuerdas, como ocurrió tras la masiva huelga general de enero de 2020. ¡Este es el único camino para cambiar las cosas, y no las negociaciones y maniobras parlamentarias!

Las declaraciones de Otegi u Otxandiano apelando al PNV a presentar candidaturas electorales “de país” o sacar Osakidetza del debate presupuestario, así como intentar ganar a los jeltzales (miembros del PNV) al “abertzalismo y las política de izquierda” no servirán para conseguir ninguna de nuestras reivindicaciones.

La amenazas que enfrentamos, el ascenso de la ultraderecha y el fascismo, la guerra imperialista, el horrible genocidio en Gaza y la masacre contra el pueblo palestino, no requieren de “políticas realistas”, sino de políticas audaces, sí, revolucionarias, que planteen en primer lugar que es imposible acabar con estas lacras bajo el capitalismo.

La deriva de EH Bildu, cada vez más atrapado por la política institucional, y por las políticas de colaboración de clase, les hacen impotentes, pero abren un camino para las ideas y la organización revolucionaria. Un camino que requiere establecer un diálogo con miles de militantes de la Izquierda Abertzale muy críticos con su dirección, que entienden, aunque les voten, que por ese camino no van bien las cosas.

Las organizaciones que nos reivindicamos comunistas y revolucionarias, como Ezker Iraultzea, o como GKS, que agrupa a miles de jóvenes y también a trabajadores, tenemos la obligación, sin sectarismo ni ultimatismos, de levantar esa alternativa. Ese fue el método de Lenin, y así conquistaron los bolcheviques la mayoría de los sóviets. Hay que continuar la movilización en las calles, ligarse al movimiento obrero, participar en los sindicatos combativos, como LAB y ELA, construyendo corrientes comunistas, y levantar una alternativa genuinamente comunista que ponga en el punto de mira a los capitalistas, vascos, españoles o europeos.

 

Notas:

[1]Un instituto controlado por consultoras afines al PNV condiciona el pacto de salud y el futuro de Osakidetza

[2]El nuevo consejero vasco de Transición energética dirigió dos firmas que financian el negacionismo climático

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