hg_euskadi_26sManifestaciones multitudinarias con más de 110.000 participantes exigen parar los recortes.

La sexta huelga general convocada en Euskal Herria desde el 21 de mayo del 2009, y la quinta convocada por la mayoría sindical vasca, ha concitado un gran apoyo en numerosas industrias y empresas de todo el territorio, y ha permitido que decenas de miles de trabajadores, jubilados, mujeres y jóvenes estudiantes y parados inundasen las calles con manifestaciones multitudinarias donde predominaba un ambiente de fuerza y confianza.

Como se expresó en los mítines, a la movilización en la calle se unirá la lucha a través del voto en las elecciones autonómicas vascas convocadas para el 21 de octubre. La presencia de EH-Bildu fue muy destacada en las manifestaciones. Laura Mintegi, Garitano,  junto a centenares de  concejales y  militante,  estuvieron en las calles  mientras los diputados de Amaiur se unían en Madrid a quienes rodeaban el parlamento. La lucha también avanza en el terreno político. El próximo parlamento vasco dará un giro brusco hacia la izquierda al poder volver a presentarse la izquierda abertzale.

Sin duda los docentes de todos los tramos educativos, uno de los más afectados por los recortes, junto a los sectores más militantes y con más conciencia de clase en las fábricas y la construcción,  han sido los que han respondido de forma más resuelta a la llamada de huelga general, superando las tremendas dificultades del momento: una situación económica cada día más precaria; la presión patronal  con amenazas del despido en una situación de paro masivo, y los numerosos piquetes anti-huelga de la Ertzaintza y la Policía Nacional que intentaban romper conscientemente el apoyo masivo a la huelga y las manifestaciones,  y que  provocaron al menos cuatro heridos por pelotazos y veinte detenidos.

La participación en la huelga contaba además con otros obstáculos añadidos, como la falta de unidad de acción entre las centrales sindicales. La acusación de que la mayoría sindical convocaba la huelga para “dividir” fue la excusa para adoptar una actitud de boicot a la lucha  por parte de las direcciones de UGT y CCOO que pedían a la mayoría sindical que la desconvocase como había hecho la CIG en Galicia y se sumasen a la petición de un Referéndum al Gobierno de Rajoy. En las fábricas había un ambiente de reflexión y una actitud crítica al fallar las direcciones de los sindicatos mayoritarios una vez más, no extendiendo la huelga vasca a todo el Estado elevando la presión con 48 horas de huelga general. Esta idea expuesta en las hojas y en la prensa de El Militante encontró un gran apoyo en todos los sectores, fuesen de UGT, CCOO, ELA, LAB, CGT etc.

Ha sido una huelga militante

carteles_hg_26s_euskadiTampoco ayuda a los trabajadores la dinámica que se ha creado durante años, en que en las pocas asambleas que se realiza se proponga adoptar una postura individual frente a la huelga: “Que salga el que quiera”, en lugar de votar la huelga como era la tradición en los años 70. Esto provoca que cada trabajador no sepa cuántos van a salir o han salido hasta el día siguiente de la huelga. Por todo ello salir a la huelga es una actitud decididamente militante, y así lo reconoció en el Paseo Sarasate en Pamplona el representante de LAB que agradeció en especial a los militantes sindicales su compromiso y actitud de lucha.

Con todas estas dificultades la huelga general del 26S ha logrado sacar una mayoría del 56% de media en toda Euskal Herria. La huelga ha tenido mucha más incidencia en Gipúzkoa con un paro industrial del 70%, y una huelga masiva en las plantas de Arcelor Mittal de Zumarraga, Bergara y Olaberria, la CAF de Irun y Beasain; Orkli de Ordizia, Indar de Beasain; Irizar de Ormaiztegi;  CIF y Grupo Bellota de Legazpi; KSB Itur, Industrias Auxiliares Getaria y Aia, Talleres de Escoeriaza y su planta de Irun ... También se sumaron la construcción, la educación y las instituciones gobernadas por Bildu, quedando pueblos enteros absolutamente paralizados.

En Bizkaia el sector industrial paró en un 47,66%, mientras en un 16,35% el paro afectó a un tercio de la plantilla. El seguimiento de la huelga no fue homogéneo notándose sobre todo en los municipios de Busturialdea y Durangaldea y algo menos en el Gran Bilbao y Ezkerraldea, en Barakaldo cerraron la mayoría de los comercios; pararon Gernika y Bermeo paralizando el puerto al igual que el de Ondarroa. En Araba las cifras de seguimiento son de un 46%, y también  se dio mayor incidencia en el norte de Nafarroa que en el sur: según las centrales convocantes la huelga obtuvo un seguimiento “prácticamente total” en el norte, “menor” en Erribera, una respuesta “muy importante” en Iruñerria y “reseñable” en zonas como Irunberri, Tafallaldea y Lizarra. En Sakana el paro medio llegó al 90%. Pararon al “cien por cien” empresas como Portland, Sarrio de Leitza, Arcelor Mittal, Funvera, Schilinder, Sunsundegui, Norton, Kayaba, Jangarria... Tampoco funcionó la Universidad Pública apenas y paró el personal de distintos ayuntamientos como Itruñea, Altsasu, Antsoain, Bera, Baztan, Berriozar, Burlata, Atarrabia y Zizur Nagusia. En Nafarroa ha sido la mayor huelga de las convocadas por la mayoría sindical vasca, que lograron  el apoyo de un sector de militantes y delegados de UGT y CCOO, que también estuvieron presentes en las movilizaciones.

También es de destacar que, a diferencia de otras huelgas anteriores, el sector cooperativo vasco, en gran parte dependiente del grupo Mondragón, ha participado en la huelga general y no es ajeno que dentro del grupo se está planteando recortes y más recortes; el último la reducción a la mitad de la paga extra de navidad mientras que el abanico salarial,  que en un principio era de uno a cuatro entre el que más cobra y el que menos cobra en las cooperativas, se ha ido ampliando cada vez más. El dato recientemente aparecido de que el grupo Erosky, tiene más de 40.000 asalariados para tan sólo 8.000 socios, a los que también se les están aplicando duros recortes, es un buen ejemplo de que la crisis capitalista no respeta a ningún sector.

Comités de huelga en los barrios

Contrariamente a la versión oficial sobre el papel coercitivo de los piquetes, lo que hay que destacar fue precisamente lo contrario. Ha primado mucho más su carácter persuasivo con el reparto de hojas y propaganda. Se han creado Comités de huelga en muchos barrios y pueblos que además de hacer propaganda local, van por los comercios explicando el carácter de la convocatoria y pidiendo el apoyo consciente de los comerciantes y pequeños talleres al paro para que coloquen carteles en sus escaparates animando a hacer las compras los días previos a la huelga general, lo cual va creando un ambiente pueblo a pueblo y barrio a barrio.  Es de destacar que en esta ocasión se ha visto que no hacía falta tanto esfuerzo como en huelgas anteriores para convencer a los pequeños negocios de que parasen en los barrios obreros, e incluso en el centro de las ciudades. La base social de la derecha se está resquebrajando y se observa lo que seguramente no es más que el inicio de un giro de las capas medias hacia la izquierda, al menos en Euskal Herria. A la idea de que si los obreros no tienen trabajo ni poder adquisitivo, se hunden y cierran las tiendas, bares y todos los negocios cuya supervivencia está directamente ligada a la clase obrera, se está sumando la experiencia de sectores cada día más amplios de las capas medias bajas que ven cómo el Gobierno de los banqueros también les roba a ellos con las preferentes, la subida del IVA, la libertad de horarios que beneficia a las grandes superficies etc.

Manifestaciones masivas

De esta forma la huelga, aunque no tan contundente como el 29 de marzo por la falta de unidad de acción, se ha notado de forma muy significativa en las calles con grandes marchas recorriendo los cuatro puntos cardinales de las capitales. Era muy impresionante en Pamplona ver a toda la dotación de bomberos con sus trajes de faena y sus cascos seguidos de una multitud, dirigirse desde los barrios obreros al centro para unirse a la multitudinaria manifestación con más de 20.000 personas.

Igualmente es de destacar en Vitoria-Gasteiz a los trabajadores de Laminaciones Arregui que con su pancarta y sus camisetas, tras cinco meses de huelga indefinida y con 178 despedidos, estuvieron en las marchas al igual que otras muchas empresas con EREs, despidos, amenazas de reducción salarial que se sumaron conscientes de que solo la unidad en la lucha les puede hacer ganar en esta batalla que se libra clase contra clase.

Es evidente que la huelga general del 26S ha sido menor en extensión que la del 29M, a la que se sumaron UGT y CCOO, aunque cualitativamente ha expresado un nivel de militancia y radicalización política muy importante. La conciencia de clase está subiendo enteros a marchas forzadas. Los trabajadores y sindicalistas marxistas de El Militante pudimos comprobarlo a la entrada de las fábricas y en los numerosos repartos de propaganda que hemos llevado a cabo. Los trabajadores leían las hojas delante nuestro mientras esperaban la salida de los autobuses y luego las doblaban y guardaban cuidadosamente. Sus comentarios coincidían con nosotros. Hace falta abandonar las posiciones sectarias, las vacilaciones, la ilusión de que el gobierno o la patronal se pueden moderar, y unirse para frenar los recortes, extender la lucha y aumentar la presión contra el Gobierno con una huelga general de 48 horas. La idea de extender la lucha a toda Europa se apoyaba contundentemente. La distribución de la prensa revolucionaria y marxista también ha alcanzado hitos históricos en esta jornada, lo que demuestra un hambre de ideas por parte de capas muy extensas de la clase.  La clase trabajadora está buscando alternativas serias para parar estos ataques. Se necesita un rearme ideológico y recuperar las ideas, las tradiciones y métodos revolucionarios  porque existe la clara conciencia de que vamos a peor y la lucha será dura y sin cuartel.

Hace falta ya una huelga unitaria de 48 horas

La mayoría de los trabajadores vascos opinan que después del éxito de la huelga unitaria del 29 de marzo de 24 horas, era necesario dar un paso adelante convocando una nueva huelga general, más unitaria todavía y más fuerte, como mínimo de 48 horas, para frenar la batería de  recortes del Partido Popular que está destruyendo las conquistas históricas de la clase trabajadora.

El ambiente en las fábricas ha sido muy reflexivo y crítico en todas direcciones, aunque la responsabilidad mayor recaiga lógicamente  en las cúpulas de UGT y CCOO que se han negado en esta ocasión a extender la convocatoria como hicieron el 29 de marzo, perdiendo una oportunidad maravillosa para anunciarlo en la multitudinaria manifestación en Madrid el día 15 de octubre. La huelga general ha tenido mayor incidencia en aquellos centros de trabajo donde se han sumado delegados y activistas tanto de UGT como de CCOO, en Alava, Bizkaia y Navarra. Sin embargo, han sido muchos los afiliados de ambas organizaciones  que,  convencidos de que es ineludible que UGT y CCOO convoquen próximamente una huelga general, han preferido no sumarse a una huelga limitada a Euskal Herria. Este argumento, que los marxistas de El Militante no compartimos y hemos combatido defendiendo que el éxito de la huelga del 26S, además de representar un paso adelante en la cohesión de las fuerzas de la clase obrera también supondría una fuerte presión sobre las direcciones de UGT y CCOO para que extiendan la lucha y convoquen una huelga en todo el Estado, se convirtió en una de las razones que ha utilizado la dirección de la UGT de Euskadi para frenar la huelga.  Pero no ha sido la única. Las direcciones de UGT y CCOO en Euskadi, también han apelado, como lamentable ha hecho Toxo en ocasiones recientes, a que la huelga “supone un desgaste del poder adquisitivo” de los trabajadores y que “no es la mejor solución”. Flaco favor hacen estos dirigentes reformistas a la causa de la lucha contra los recortes, esparciendo prejuicios e ideas que reflejan el pensamiento de los sectores más atrasados y pasivos de nuestra clase.

La patronal y los medios de comunicación están haciendo un esfuerzo ímprobo por evitar la simpatía hacia la huelga general vasca, ignorándola o minimizándola en la prensa estatal, evitando que se distribuyan las imágenes de las multitudinarias manifestaciones o bien diciendo que fue un fracaso, que no hubo huelga general, que  el consumo de energía eléctrica cayó un 20% sobre un día normal cuando en la huelga general del pasado 29 de marzo fue de más del 40%.... etc. Piensan que la clase trabajadora es tonta. El 29 de marzo que ahora utilizan como referencia también dijeron que había sido un fracaso como hacen con cada huelga general.

Tampoco  podemos ignorar que en Euskal Herria hay un sector donde ha penetrado profundamente el mensaje del nacionalismo, que cree que la huelga general no unitaria es positiva ya que remarca todavía más el hecho diferencial vasco y ayuda al crecimiento de una corriente independentista en el seno del movimiento obrero. Este no es el ambiente predominante ni mucho menos entre la clase trabajadora vasca. La conciencia de clase se ve fortalecida al imponerse los mismos ataques sobre toda la clase en un país y en otro. Los trabajadores vascos, incluidos muchos abertzales, quieren unidad pero en condiciones de igualdad, sin opresión ni imposiciones, sin recortes de derechos democráticos, una unidad voluntaria a través del derecho a la autodeterminación. Bajo el capitalismo, una Euskal Herria independiente tampoco resolvería las contradicciones del sistema: la burguesía, la oligarquía vasca, mientras mantuviera su poder sobre las palancas fundamentales de la economía, la política y la cultura, continuaría siendo la enemiga declarada de los intereses y las necesidades de la mayoría de la población trabajadora. Sólo un régimen social diferente, socialista, basado en la democracia de la mayoría y la expropiación de la banca y los monopolios sin ninguna indemnización y bajo el control democrático de los trabajadores,  podría garantizar a las nacionalidades históricas, y al conjunto de los oprimidos, la auténtica libertad. Bajo una República Socialista se podría garantizar una federación de las nacionalidades en pie de igualdad, libres de todo tipo de opresión.

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