PERSPECTIVAS PARA EL GOBIERNO DEL PNV

Miles de trabajadores de la CAF, Laminaciones Arregui (Grupo CELSA), Corrugados Azpeitia, Foronda, 010 y de otras empresas en lucha, se manifestaron frente al parlamento vasco con un potente despliegue de consignas y material pirotécnico el día del debate de investidura de Urkullu. Pero mientras la clase trabajadora vasca tiene muy claro qué representa el nuevo Lehendakari, en sede parlamentaria es diferente: PP, PSE-EE/PSOE y EH Bildu se han mostrado, desde ángulos opuestos, dispuestos a colaborar con el PNV.

PERSPECTIVAS PARA EL GOBIERNO DEL PNV

Miles de trabajadores de la CAF, Laminaciones Arregui (Grupo CELSA), Corrugados Azpeitia, Foronda, 010 y de otras empresas en lucha, se manifestaron frente al parlamento vasco con un potente despliegue de consignas y material pirotécnico el día del debate de investidura de Urkullu. Pero mientras la clase trabajadora vasca tiene muy claro qué representa el nuevo Lehendakari, en sede parlamentaria es diferente: PP, PSE-EE/PSOE y EH Bildu se han mostrado, desde ángulos opuestos, dispuestos a colaborar con el PNV.

La portavoz de EH Bildu, Laura Mintegi, ha dejado clara su posición: “Toda política encaminada a la soberanía tiene que pasar por un trabajo en común con el PNV y esperemos que su alma más independentista florezca”. Su Gobierno [del PNV] “tiene que ser valiente para cortar el cordón umbilical con un Estado que es autoritario e impositivo” (El Correo 31-12-12). Desde el PSE-EE/PSOE la colaboración, el traspaso de poderes y los ofrecimientos de acuerdo son tan intensos que han merecido los elogios del propio Urkullu. Para Antonio Basagoiti “habrá posibilidades de acuerdo” con el ejecutivo peneuvista en la medida que se centre en la economía y apueste por la “estabilidad y la convivencia”.

Tras el contacto con los distintos grupos, el PNV confirmó la decisión ya tomada anteriormente de formar un Gobierno en minoría con 27 de los 75 escaños con que cuenta la cámara vasca. Urkullu se sitúa como Lehendakari y Josu Erkoreka (ex portavoz del PNV en el Parlamento estatal) como hombre fuerte para facilitar las relaciones con el Gobierno de Mariano Rajoy. Pero ¿Cuáles son los objetivos estratégicos de Urkullu y el PNV? Para responder a esta pregunta es necesario remontarse a los anteriores gobiernos del PNV y analizar su política.

La gestión del PNV-EA en pleno boom económico

Entre 1994 y 2009 el PNV lideró los diferentes gobiernos autonómicos en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV). En 1998 Ibarretxe, al igual que Urkullu, formó un gobierno en minoría con los 27 escaños obtenidos entre el PNV (21) y EA (6), necesitando en dicha ocasión del acuerdo de Euskal Herritarrok. Ibarretxe en su discurso de investidura proclamó: “La construcción de una nación es el poder económico y financiero. Una soberanía basada en los números y la competitividad, que tiene como modelo los países más desarrollados de Europa”. Veamos como entendió la burguesía vaca el concepto de “soberanía nacional” mientras estuvo al frente de la Lehendakaritza.

Según el balance realizado por ELA, los beneficios netos empresariales crecieron, del 52% en 1996 al 78% en 1998 mientras que la clase trabajadora vasca perdió 300.000 millones de pesetas en el mismo período. El paro aumentó y el 93% de los contratos eran temporales, con uno de cada cinco trabajadores contratados por ETTs bajo salarios de miseria. Los gastos de protección social disminuyeron del 12,2% del PIB en 1996 al 11,3% en 1998. La tasa de cobertura por desempleo cayó 10 puntos y cayeron los gastos en sanidad y educación pública.

La política de derechas que pusieron en práctica a lo largo de una década, condujo al PNV-EA a perder 150.000 votos en las elecciones autonómicas del 2005, lo que no impidió que volviesen a formar Gobierno, nuevamente con el apoyo de dos diputados de la izquierda abertzale con las siglas esta vez de EHAK. En cualquier caso la acción política del gobierno del PNV-EA (con la colaboración de Ezker Batua), continuó por la misma vía. Por ejemplo, la sanidad vasca contaba en 2006 con un total de 45 centros hospitalarios, 18 de ellos eran públicos (Osakidetza) y 27 privados, y con un presupuesto que representaba el 2,7% del PIB de la CAV cuando en 1994 se había destinado el 4,7% a la sanidad.

La actitud de la burguesía vasca bajo la crisis

Los últimos años, dramáticos para la clase trabajadora y los sectores más desfavorecidos de la sociedad, están siendo una bicoca para la burguesía vasca. Pongamos algunos ejemplos. Las exportaciones vascas han crecido fuertemente desde el inicio de esta crisis, hasta un record histórico de 21.077 millones de euros en 2011 (un incremento anual del 20%), lo que ha permitido lograr un superávit comercial de 4.000 millones de euros. Mientras en 1995 se exportaban 6.217 millones de euros, el 22% del PIB, en 2011 se alcanzó nada menos que un 32% del PIB. Estas cifras obviamente empeorarán en 2012 y en 2013, afectadas por el frenazo de la economía mundial: dos tercios de los productos vascos se venden en espacios económicos con perspectivas de crecimiento negativas o débiles, lo que provocará una previsible contracción de la economía, que algunos especialistas estiman para el primer semestre del 2013 de hasta un -2% del PIB.

La producción industrial vasca depende de la venta exterior, pues el mercado interno vasco es muy modesto. En la CAV se consume apenas el 21% de su producción de bienes, mientras vende en el mercado español el 45% y exporta un 34% (21% a la UE, 4% a otros países de la OCDE y el 9% al resto del mundo). Estos datos explican mejor que cualquier otro las limitaciones del soberanismo del PNV que le reclama la dirección de la izquierda abertzale: la burguesía vasca tiene muy claro que quiere, prioritariamente, mantener buenas relaciones con cualquier gobierno que haya en Madrid para asegurar su cuenta de resultados. El nacionalismo del PNV acaba donde empieza su bolsillo.

Urkullu ha marcado como prioridad en esta primera parte de su mandato la “recuperación de la competitividad” y el “crecimiento de la economía vasca para el 2015”, a través de un proceso de duros ajustes, recorte del gasto en sanidad y en educación, y aplicación de un esquema social y económico semejante al del PP en el gobierno del Estado. También ha señalado como tarea la “consolidación de la paz” tras la tregua de ETA, planteando para la segunda parte de su mandato el “modelo de país a construir”.

El gobierno del PNV querría llegar a acuerdos con el PP en fiscalidad y presupuestos profundizando en los recortes sociales y las privatizaciones. Sin embargo, la debilidad de Urkullu en el Parlamento le hace muy difícil sortear la fuerte polarización social sin buscar el apoyo de las organizaciones de izquierda. El PNV ha adelantado al mes de enero la paga extra de julio del 2013 a los 70.000 funcionarios después de que en los últimos años éstos hayan respondido una y otra vez a cada convocatoria de huelga general de la mayoría sindical.

En cualquier caso, el modelo de crecimiento económico y de competitividad que Urkullu propone solo beneficia a una minoría. ¿O acaso la dirección nacionalista propone una ruptura con el capitalismo? Por supuesto que no, están en el gobierno para defender los intereses del capital vasco, y eso es completamente contradictorio con resolver una situación social y económica dramática para una mayoría creciente de la población.

Desde el principio de la crisis en 2008, han desaparecido el 10% del tejido productivo de la CAV y 6.100 empresas han cerrado, 2000 de ellas en 2012, acentuando el empobrecimiento también de las capas medias, como se ha visto en las luchas en Bilbao del pequeño comercio contra la libertad de horarios. La clase trabajadora, la juventud, las mujeres, los parados, los emigrantes, sufren esta situación de forma más aguda. El paro llega ya a los 180.000 trabajadores y se calcula que en 2013 se perderán 21.000 empleos más. Casi 35.000 trabajadores vascos se han visto afectados por un ERE en los 11 primeros meses del año pasado, a los que hay que sumar miles de despidos individuales.

Según los últimos datos de la encuesta sobre la pobreza, en Euskadi viven más de 157.600 personas (7,3% de la población) en riesgo de pobreza, 46.122 personas han sentido hambre, con un incremento del 116,8% respecto a 2008. Estos datos son consecuencia del paro, la precariedad, los recortes salariales y de las prestaciones sociales. Son las consecuencias de las políticas neo-liberales de privatizaciones y recortes sociales y del fracaso de la socialdemocracia, arrasada bajo el vendaval de la llamada economía de libre mercado. No existe ninguna alternativa bajo el sistema capitalista que defiende Urkullu, ya que para lograr el crecimiento económico que propugna exigirá todavía más sacrificios y recortes sociales contra los más desfavorecidos.

La clase trabajadora vasca consigue sus primeras victorias

La clase trabajadora ha respondido a la crisis con la lucha y con sucesivas huelgas generales desde el 21 de mayo del 2009, logrando la respuesta más contundente en la convocatoria unitaria del 29 de marzo del 2012. Los trabajadores comprenden la necesidad de un sindicalismo combativo, de la unificación y coordinación de las luchas obreras, frente a unas direcciones sindicales que son incapaces de alcanzarla, tal como demuestra que cada vez haya más movilizaciones de empresas conjuntas. Con esta táctica se están consiguiendo echar atrás en los tribunales EREs de extinción, siendo declarados nulos por negación de derechos fundamentales los de las empresas Koyo Bearings y Celsa Atlantic y los de Corrugados Azpeitia. En total 422 despidos han sido declarados nulos aunque los tribunales no obliguen a su inmediata readmisión.

Tras 60 días de huelga la plantilla de Guardian Llodio también ha conseguido la retirada del ERE de extinción para 139 trabajadores y un convenio que bloquea la reforma laboral, tras lograr que todo el pueblo, literalmente, se volcase en su apoyo como ahora los están haciendo con la plantilla de Lipmesa. Los trabajadores en lucha de la CAF también han logrado la retirada del expediente de suspensión que afectaba a 869 trabajadores, tras 10 jornadas de paro de cuatro horas; y los trabajadores de Formica tras varios meses de huelga indefinida, con una de las mayores movilizaciones en décadas en Galdakano, han ratificado el acuerdo alcanzado con el comité que triplica el mínimo indemnizatorio legal que establece la reforma laboral.

Estas victorias parciales permiten a la clase trabajadora aumentar la confianza en sus propias fuerzas pero el auténtico logro es lograr estrechar lazos de unidad y elevar la lucha sindical a nivel político, a una lucha de clase contra clase que en lugar de la búsqueda de pactos y compromisos con la burguesía, oriente la fuerza del movimiento obrero a un cambio social profundo.

La debilidad del PP también es la debilidad de Urkullu. Los pactos a la carta

Al PNV le hubiese gustado, y así lo ha manifestado, que el PP hubiese obtenido al menos un escaño más (El PP tiene 10 escaños), para poder pactar sin mayores problemas unos presupuestos de derechas, y no necesitar el apoyo de EH Bildu, con 21 escaños, o del PSE-EE/PSOE con 16, lo que le dificultará meter la tijera con rapidez y en profundidad.

El PNV ofreció a la izquierda abertzale un pacto presupuestario que alcanzase tanto al Gobierno vasco como a la Diputación de Guipúzcoa gobernada por EH-Bildu, a la de Bizkaia en manos del PNV y a la de Vitoria-Gasteiz dirigida por el PP. La izquierda abertzale no pudo ni quiso aceptar este regalado envenenado. Finalmente la Diputación de Guipúzcoa es la única que tiene aprobados sus presupuestos tras el acuerdo entre Bildu y el PSE-EE/PSOE que incluye una subida de impuestos a las grandes fortunas, y que ha contado con la oposición frontal del PP y el PNV pero que ha levantado expectativas y apoyo entre la clase trabajadora vasca.

En el período preelectoral Urkullu señaló insistentemente la horrible situación de las cuentas públicas administradas por los socialistas, comprometiéndose a realizar una auditoria privada de las mismas y tensando las relaciones con el Gobierno de Patxi López. El PNV quería utilizar la misma estrategia de Rajoy en Madrid; culpabilizar a la herencia recibida de los recortes sociales que se vería “obligado” a aplicar. Sin embargo su debilidad objetiva en el Parlamento, la radicalización de la lucha de clases, la necesidad de abortar cualquier acuerdo entre Bildu y el PSE, junto a la excelente disposición de la dirección del Partido Socialista, le ha hecho reconsiderar su postura inicial haciendo concesiones al PSE-EE/PSOE. Quiere tener a este partido enredado en su telaraña, como ocurre en Catalunya entre CiU y el PSC, y los primeros gestos han llegado con la cesión de un representante del PNV a los socialistas en el senado, aparcando la cuestión de la auditoria y dejando abierta la posibilidad de una colaboración más intensa en un futuro no muy lejano.

La izquierda abertzale en la encrucijada

Por supuesto, el otro frente donde el PNV va a intentar ganar estabilidad es con la izquierda abertzale: pactar con Bildu, puntualmente, para desactivar la conflictividad en las calles. ¿Como hacerlo? Ofreciendo “ayudar” en el proceso de paz y más concretamente en la cuestión de la salida de la cárcel de los presos de ETA. Esta táctica, lamentablemente, parece haber encontrado eco entre dirigentes de Bildu que insisten permanentemente en el entendimiento con el PNV. No son casualidad los editoriales y artículos en Gara defendiendo el pacto alcanzado en Catalunya entre CiU y ERC, justificando veladamente el respaldo a los recortes a cambio de avanzar en la “soberanía nacional”.

La idea de que apoyando puntualmente al PNV la izquierda abertzale puede salir fortalecida es completamente ingenua y muy equivocada. El PNV quiere dar el abrazo del oso a la izquierda abertzale, implicarla en su política de ajustes y ataques a la clase obrera, “institucionalizar” su vuelta al parlamento, y desactivarla como organización de lucha que puede cuestionar los fundamentos del capitalismo. La pretensión de que la burguesía vasca puede facilitar la resolución del problema nacional, puede ayudar en la conquista del derecho de autodeterminación, también es falsa. El PNV no quiere desentenderse del mercado español, del que obtiene grandes plusvalías y beneficios, al contrario: quiere fortalecer esa relación pero, obviamente, en su propio interés. La demagogia del PNV, que en el pasado aplicó sin mayor objeción la legislación de excepción contra la izquierda abertzale y todas las medidas represivas que le dictaron desde Madrid, sólo pretende contener la lucha de clases. Incorporar a Bildu, a ELA y LAB a su campo político, a través de pactos sociales, envueltos en el celofán de “acuerdos a favor de la soberanía” es un objetivo que van a intentar lograr en esta legislatura, sobre todo cuando se vean más desgastados.

La izquierda abertzale tiene una responsabilidad fundamental en este momento. Puede elegir el papel de ERC, comparsa en los planes antiobreros de CiU a cambio de un inseguro referéndum que no tiene nada que ver con el ejercicio real de autodeterminación; o el papel de liderar la oposición de izquierdas a la burguesía vasca, a la derecha vasca, agrupando a la mayoría de los explotados, de los trabajadores y de las capas más afectadas por la crisis capitalista, en torno a un programa de liberación nacional y de ruptura con el capitalismo: el programa de la transformación socialista de la sociedad.

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