Los resultados de las primarias del Partido Demócrata en Nueva York han sido un nuevo ejemplo del rechazo masivo a las políticas fascistoides del trumpismo. Pero también contra el aparato del otro gran partido de la oligarquía estadounidense: los demócratas, que -bajo el Gobierno de Biden y desde los Gobiernos federales y ayuntamientos que controlan- aplican políticas muy similares de recortes y ataques contra la clase trabajadora.
Rechazo a la ultraderecha y al capitalismo
El gran vencedor de estas primarias ha sido Zohran Mamdani, hijo de padres migrantes de religión musulmana originarios de Uganda e India y miembro de la corriente Demócratas Socialistas de América (DSA). Mamdani venció contra todo pronóstico, con un discurso apelando a la defensa de los derechos de la clase trabajadora y denunciando al actual alcalde demócrata de Nueva York, Eric Adams, por aplicar políticas a favor de los ricos y las corporaciones como las de Trump.
Su programa incluía transporte público gratuito, congelación de alquileres, construcción de 200.000 viviendas públicas en 10 años para alquilarlas a precio accesible, guarderías públicas, salario mínimo de 30 dólares la hora para 2030, impuestos a las grandes corporaciones y millonarios, apoyo a los inmigrantes y la comunidad LGBTI+ y una crítica frontal a la desigualdad de clase y la discriminación.

También fue clave su postura firme contra el genocidio en Palestina. Su participación en protestas propalestinas, que incluyó su arresto el 13 de octubre de 2023, le granjeó la simpatía de miles, así como su rechazo a las deportaciones de migrantes de Trump.
Nueva York ha sido, junto a Los Ángeles, epicentro de las movilizaciones de las últimas semanas. La rebelión contra las políticas migratorias ha canalizado la rabia acumulada de miles de trabajadores y jóvenes que habitan en la ciudad más desigual de EE.UU., donde los ricos ganan 5.8 veces más que los pobres[1], el 25% vive en condiciones de pobreza[2] —casi el doble del promedio nacional—, y la gentrificación avanza brutalmente con alquileres que superan los $4.000 mensuales en Manhattan.
Más de 100.000 personas pasan por los refugios para indigentes y personas sin recursos anualmente. La tasa de desempleo juvenil es del 13% entre los 16 y 24 años y del 15% entre los 20 y 24 años.
La victoria de Mamdani es una enorme demostración del giro a la izquierda y rechazo a las políticas trumpistas, en el marco del levantamiento migrante de junio y la mayor movilización antiTrump, el llamado “No Kings Day”.

La movilización desde abajo derrota la campaña mediática de la derecha
Zohran arrancó en febrero con apenas un 1% de intención de voto. Para el 24 de junio, había remontado hasta obtener el 43%, superando al candidato apoyado por el establishment y el aparato demócrata Andrew Cuomo, quien obtuvo el 36%.
Cuomo, representante de la vieja guardia demócrata, arrastraba acusaciones por violencia sexual y corrupción, pero contaba con el respaldo de Wall Street y el lobby sionista AIPAC. En tercer lugar quedó Brad Lander, también crítico por la izquierda pero que no aparecía con un perfil tan combativo como Mamdani. Lander ae hizo viral en las redes sociales hace semanas tras ser detenido y agredido por la policía mientras acompañaba a trabajadores migrantes a una vista judicial.
Cuomo, Adams, el aparato demócrata y medios afines lanzaron todo tipo de acusaciones contra Mamdani: radical antisemita (en una de las ciudades estadounidenses con más población judía: 1,2 millones), amenaza para los Estados Unidos, etc. Esto animó aún más la movilización de jóvenes y trabajadores apoyándole, con 50.000 voluntarios realizando más de 1,5 millones de visitas puerta a puerta y obteniendo 8 millones de dólares para su campaña, la misma cantidad que aportaron los lobbies de Wall Street a Cuomo.
Otro aspecto interesante de esta campaña es que ha provocado una división dentro de los sindicatos. Aquellos situados más a la izquierda han apoyado abiertamente a Mamdani frente a la burocracia sindical más degenerada de la AFL-CIO, vinculada al aparato demócrata, que apoyó a Cuomo.
Finalmente, en la segunda ronda del conteo por voto preferencial, Mamdani obtuvo 545.334 votos, 56% del total, frente a 428.530 de Cuomo, 44 %. Se trata de una victoria sin precedentes, que abre de forma significativa el camino hacia la alcaldía de una ciudad donde los demócratas han ganado con márgenes de hasta el 70% en años recientes[3]. De hecho, Mamdani ganó todos los distritos, incluidos aquellos donde se impuso Trump en las presidenciales de 2024 aprovechando el descontento con el Gobierno demócrata de Biden.

La burguesía moviliza sus fuerzas para derrotar o asimilar a Mamdani
La burguesía estadounidense comprende perfectamente que la victoria de Zohran expresa la radicalización creciente entre la clase trabajadora —nativa y migrante— y, en particular entre la juventud. Por eso han desatado una campaña por tierra, mar y aire para intentar que no llegue a la Alcaldía, algo que podría animar aún más a las masas que ya le apoyan en NY y servir de punto de referencia para el resto del país.
Trump le ha llamado “lunático comunista 100%” y ha amenazado con cortar los fondos federales a Nueva York si “no se comporta”. Recientemente, incluso ha planteado que, si llega a alcalde y obstaculiza la deportación de migrantes, le encarcelará. Dirigentes republicanos han propuesto quitarle la ciudadanía y deportarlo basándose en el origen migrante de sus padres.
A estos ataques trumpistas se suma la decisión de Cuomo y el alcalde Adams de mantener sus candidaturas como independientes para intentar restarle votos. La otra cara de esta campaña es el “abrazo del oso” de Chuck Schumer y Hakeem Jeffries (líderes de las minorías demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes) planteando reunirse con él y “apoyarle”. Detrás de todos estos movimientos está el objetivo de presionarle para que renuncie a sus propuestas más a la izquierda y asimilarle.
Si Mamdani y el DSA quieren cumplir el mandato que han recibido de sus votantes y no dejarse arrastrar por estas maniobras solo hay una manera: basarse en la movilización revolucionaria de los centenares de miles de jóvenes y trabajadores que les apoyan para luchar por un programa socialista que rompa con el capitalismo.
Ha sido la sintonía con las demandas reales de las familias trabajadoras lo que ha impulsado su candidatura. Pero estas demandas no podrán concretarse sin medidas socialistas de fondo. Subir los impuestos a los ricos es imprescindible, pero la clase dominante utilizará su control del aparato estatal y la propiedad de las empresas para burlar y sabotear esta y otras medidas. Lo mismo ocurre con la construcción de 200.000 viviendas públicas. Sería un paso adelante pero es a 10 años y el propio Mamdani denunciaba que a comienzos de este año las solicitudes de vivienda pública superaban las 600.000.
Pensar que la burguesía imperialista y financiera aceptará voluntariamente un programa de justicia social es más utópico que luchar por expropiarla. Mientras los grandes bancos e industrias claves sigan en manos del capital, será imposible resolver las necesidades del pueblo trabajador.
El triunfo de Mamdani no se ha debido a aparecer de la mano de los dirigentes demócratas. Al contrario. Estos dirigentes son repudiados por las masas por su complicidad en la represión de las protestas pro inmigrantes y pro-Palestina y la aprobación de leyes racistas, incluso en las llamadas “ciudades santuario”. Es el mismo partido que, bajo Obama y Biden, tiene el récord de deportaciones, financió el genocidio en Palestina y promovió la guerra de Ucrania.

Bajo la presión de los medios y del aparato demócrata Mamdani ya ha cedido en cuestiones importantes como mantener el presupuesto a la policía de Nueva York o plantear que sus actuaciones violentas y represivas se deben a falta de capacitación y no el racismo y la violencia institucional. Esto va en contra del mismo programa del DSA (que plantea restringir, disminuir y abolir las fuerzas carcelarias del Estado[4]) y de las expectativas de muchas familias obreras que le apoyan.
La única salida es la revolución socialista
La receta de “huir del radicalismo” —rebajar el programa, disimularlo, suavizar el lenguaje— no es nueva. Se basa en la desconfianza en la clase trabajadora, a la que se considera incapaz de comprender y llevar a cabo una lucha revolucionaria. Pero es la misma política que llevó a Bernie Sanders y Ocasio Cortez a desaprovechar la oportunidad de levantar una genuina alternativa de izquierdas basada en la clase obrera y los oprimidos en EEUU frente a los dos partidos de la clase dominante, apoyando en la práctica el Gobierno de Biden, lo que solo sirvió para allanar el camino a Trump. También son las recetas que han hecho fracasar los Gobiernos del cambio de la nueva izquierda reformista en distintos países de Europa y América Latina
Rebajar el programa y moderar el discurso solo puede llevar al desastre. Más cuando la movilización ha alcanzado niveles históricos y la juventud y la clase obrera estadounidense están demostrando que están dispuestas a plantar cara al trumpismo y luchar contra el capitalismo.
Mientras desde la izquierda reformista se insiste en la moderación y combatir al trumpismo utilizando las estructuras de un partido controlado férreamente por la clase dominante como el demócrata, Trump sigue avanzando en su guerra contra la clase trabajadora. La Corte Suprema acaba de aprobar leyes que permitirán retirar la nacionalidad a hijos de migrantes nacidos en EE.UU. Profundizando su línea racista y fascistoide, también ha anunciado la apertura del “centro de detenciones Alcatraz” que no es más que un campo de concentración de migrantes custodiado por pitones y lagartos.
El programa y los métodos para luchar contra estos ataques resultan decisivos. Hay que ir a por todas. La derrota del trumpismo y la aplicación de políticas en beneficio de los trabajadores en terrenos como la vivienda, el transporte, el empleo, la educación y sanidad, etc., es perfectamente posible. Pero hay que basarse en la lucha organizada desde abajo, sin generar falsas ilusiones en los demócratas y avanzando en la organización del movimiento, con comités en cada barrio, escuela y centro de trabajo, con asambleas abiertas y comités de autodefensa contra la policía y las fuerzas armadas.

Si explicamos todo esto con claridad a cada joven, a cada trabajador, lejos de ocultarlo o suavizarlo por temor a que “suene muy radical”, ganaremos la participación consciente y militante de miles. Para llevar esta pelea hasta el final hay que levantar una izquierda revolucionaria con un programa socialista que plante cara al sistema y apueste por el poder organizado y la lucha en las calles.
Ese es el ejército que necesitamos para derrotar a las fuerzas fascistoides que se fortalecen en el corazón del decrépito imperialismo estadounidense y luchar por unos Estados Unidos socialistas en un mundo socialista.
Notas:
[1] Desigualdad de ingresos por estado 2025
[2] February 2025 Annual Report: The State of Poverty and Disadvantage in New York City Vol. 7
[3] Candidato de izquierda Zohran Mamdani se impone en las primarias demócratas y apunta a la alcaldía de Nueva York