La crisis que sufre el PSOE no es solo política, burocrática, cainita y demás denominaciones que le achacan tantos plumíferos mercenarios al servicio del capital, sino ideológica y, por consecuencia, también económica. Recientemente se han hecho públicos informes que afirman que la deuda del Partido con la Banca, pese a haberse negociado una rebaja del tipo de interés, asciende a casi 75 millones de euros.
Los informes que existen en el Tribunal de Cuentas indican que el PSOE está operando en la actualidad con un 60 % menos de ingresos que en la etapa de Zapatero e incrementando su deuda. El descenso de ingresos no solamente es debido a la caída de subvenciones por los profundos retrocesos electorales, sino que también hay una alarmante merma de ingresos derivados de la desafiliación de la militancia y de las donaciones de los cargos institucionales que, según un informe aparecido en la prensa burguesa, “apenas cubren el 20 % del gasto del partido”.
Las presiones para obligar a tocar una melodía que no favorece los intereses de la clase trabajadora existen desde hace mucho tiempo. Los acreedores financieros del PSOE son diversos, entre ellos se encuentran el Santander, BBVA, Caixa Bank, Bankia, Popular y otros de menor cuantía. Algunos de sus representantes han defendido públicamente que es urgente la formación de un Gobierno estable que respete los compromisos, con veladas amenazas a que las deudas hay que pagarlas y presionando para que se facilite la continuidad del PP en el gobierno.
En una entrevista con el actual Gerente del Partido, Martínez, se hacía público que se “ha dado mandato a empresas especializadas para vender inmuebles, incluida la histórica sede de la calle Gobelas, a las afueras de Madrid, pero no hay interés comprador. Otra cosa sería la sede de Ferraz, tan céntrica en la capital, pero el gerente ni se ha planteado hasta ahora desprenderse del símbolo de poder de este partido de 137 años de historia. Según información remitida por el PSOE al Tribunal de Cuentas, Martínez exprime lo que puede y sí ha recurrido, además de la frustrante puesta a la venta de inmuebles, a la refinanciación de su gigantesca deuda”. (Carlos Segovia, El Mundo 2/10/16).
Hablamos de una organización que lleva las palabras Socialista y Obrero en sus siglas centenarias, y que nunca debería haber llegado a esta situación. Es indispensable efectuar una profunda autocrítica y rectificar los graves errores cometidos.
Esta situación de peligroso endeudamiento a la que nos enfrentamos representa la bancarrota ideológica y programática a la que se ha llevado a la organización. Ha habido además un auténtico despilfarro, puesto que el Partido tuvo en torno a 750.000 afiliados, cientos de miles de cargos institucionales y, a día de hoy, todavía mantiene una gran implantación en ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Así queda demostrado, también en terreno de las finanzas, que las políticas reformistas, cuando no abiertamente liberales, han llevado al Partido al borde del precipicio. La actual bancarrota no es ninguna sorpresa, se ha gestado durante décadas, y es la consecuencia inevitable del abandono de la autofinanciación a través del movimiento obrero que el PSOE había defendido históricamente, y que le permitieron salvar muchas y más graves dificultades de la que se han presentado desde la Transición.
Actualmente nuestra formación tiene un censo de unos 180.000 afiliados que cotizamos una cuota mínima de 60 € al año. La brecha entre algunos cargos del Partido, que cobran cantidades astronómicas como cualquier burgués, comparadas con los 658 euros en el que está fijado el salario base, es inadmisible y demuestra con claridad que han convertido al Partido en una empresa de colocación para medrar a costa de unas siglas históricas. La solidaridad, la justicia distributiva, que muchos mantienen de palabra, afirmando “que pague más el que más gana”, no se cumple en la práctica.
Todo ello nos reafirma en la necesidad de abrir un profundo debate ideológico en la organización. Las cuestiones organizativas no son más que las consecuencias prácticas de las ideas que se defienden. Una política, ya sea desde el gobierno o desde la oposición, caracterizada por aceptar o aplicar de forma activa los recortes contra las condiciones de vida de la clase trabajadora, inevitablemente va acompañada de un rechazo al debate democrático en la base y a la aproximación a la burguesía, ya sea en el parlamento o en la financiación de la organización.
En una de las enmiendas que presentamos en 2013 titulada, “Girar a la izquierda para luchar por un nuevo programa socialista”, propusimos una modificación de Estatutos sobre las siguientes bases políticas:
“Abrir puertas y ventanas para que entre el aire fresco. Implantar las primarias a todos los niveles. Desarrollar completamente la democracia interna. Garantizar la libertad de expresión plena. Promover la elección y revocabilidad de los cargos desde las Asambleas de Base. Las Asambleas serán soberanas y propondrán a los candidatos con plena libertad. Garantizar la participación de todos los afiliados en igualdad de condiciones, introduciendo la rotación y un máximo de dos mandatos en los cargos. Los representantes elegidos para las instituciones cobrarán el salario medio de un trabajador cualificado. Medidas contundentes contra el fraude y la corrupción, con tolerancia CERO exigiéndonos a todos un comportamiento ético de acuerdo con los principios del genuino socialismo democrático que defendió y practicó Pablo Iglesias. (…) Un programa bien identificado con nuestros principios, trayectoria, proyecto orientado hacia la mayoría social “de izquierdas” que conforman las clases populares (clase obrera y capas medias, profesionales, funcionarios, autónomos, etc). Un partido transparente, responsable ante la sociedad, que rinda cuentas del cumplimiento de sus programas y compromisos, y de la labor de sus cargos públicos (…) que acentúe la efectividad de los mecanismos de exigencia de responsabilidades políticas mediante la revocabilidad de los cargos, con procedimientos de democracia directa (primarias, listas abiertas) para la elección de candidatos a cargos orgánicos e institucionales…”
Hay que desarrollar una batalla sin cuartel contra la derecha y los elementos burgueses dentro del Partido. Su actuación no solo está destruyendo todas las tradiciones clasistas, borrando golpe a golpe las palabras Socialista y Obrero de nuestras siglas, sino que pueden llegar a destruir la organización como tal. Su determinación a facilitar un gobierno de la derecha demuestra lo lejos que han llegado ya y el gigantesco abismo que los separa de los trabajadores y la juventud.
Frente a ello, Izquierda Socialista, levanta una alternativa para utilizar toda la creatividad maravillosa de la que es capaz el género humano que no puede ser otra que el genuino socialismo (*) y la democracia plena.