Estos últimos días, la calle Núñez de Balboa, en la llamada “milla de oro” de Madrid en el barrio de Salamanca, es un hervidero. Aquí, en una de las cunas de la ultraderecha española, donde la renta familiar es una de las más altas de todo el Estado, donde sus residentes disfrutan de algunas de las viviendas más caras del país junto a tiendas y restaurantes de lujo y los tres partidos de la derecha arrasan en todas las elecciones, decenas de jovencitos y jovencitas, de rentistas, especuladores, empresarios y señoras bien arregladas, todos envueltos en sus banderas de España están saliendo a protestar. Cada tarde aparecen en sus amplios balcones para hacer sonar sus cacerolas y salen a la calle a golpear las señales de tráfico con sus palos de golf, para mostrar su descontento reaccionario con el Gobierno PSOE-UP.
Este aquelarre ultraderechista, que rápidamente ha sido apoyado por Vox y el PP con la presidenta Ayuso y el alcalde Martínez-Almeida a la cabeza, está siendo protagonizado por los más privilegiados; ese sector de la población que ni la crisis sanitaria, ni la crisis económica ha tocado ni uno solo de sus privilegios; muy al contrario, son los que están recibiendo cientos de miles de euros en subvenciones del Estado para que sus negocios les sigan reportando ganancias.
A la inmensa mayoría de la población, las y los trabajadores que estamos siendo golpeados por la pandemia, que estamos perdiendo nuestros puestos de trabajo y viendo como nuestras condiciones de vida se hunden, estas “protestas” nos provocan una gran repugnancia.
Sobre todo porque este “descontento” de los ricos, los explotadores, los que no pierden ocasión para despreciar a la clase obrera y sus hijos, choca frontalmente con la realidad que vivimos en los barrios obreros.
Lo primera diferencia que llama la atención entre este barrio de ricos y cualquier barrio obrero es el trato que reciben por parte de la policía los habitantes de unos y otros.
En las partes adineradas de la ciudad la policía es permisiva, paciente y amable con las decenas de reaccionarios exaltados que salen a la calle contraviniendo todas las medidas de alejamiento social establecidas para evitar que el coronavirus se siga propagando, mientras que en los barrios populares “las fuerzas del orden” baten récords sancionando y deteniendo a los que consideran que están infringiendo el confinamiento. Es absolutamente vergonzoso.
Pero este trato diferente palidece ante el contraste entre las condiciones de vida que disfrutan los que viven en zonas privilegiadas como la “milla de oro” y las que se sufren donde habita la clase obrera y sus familias.
Las caceroladas del barrio de Salamanca están coincidiendo con las inmensas colas para poder recoger comida que se vienen formando en zonas como Aluche, Carabanchel, Vallecas, etc, barrios obreros donde vivimos la mayoría.
Las colas del hambre consecuencia directa de décadas de Gobiernos del PP en la CAM
Madrid no solo es el mayor epicentro de COVID19 en el Estado español, a día de hoy, también sufre la mayor epidemia de hambre que posiblemente haya experimentado la ciudad desde la postguerra. Sin embargo, esto no es un simple efecto colateral de la crisis sanitaria, por el contrario, se debe a la frágil situación económica en la que ya han estado viviendo los trabajadores desde hace mucho tiempo.
La política de privatizaciones en la sanidad y los servicios sociales en general y de ataques constantes a las condiciones de trabajo de la clase obrera madrileña practicada por el PP en la Comunidad de Madrid (CAM) durante décadas, explican el rápido hundimiento de las condiciones de vida de la mayoría al primer golpe sufrido por esta nueva crisis capitalista.
Las condiciones laborales en toda la CAM, provocadas por individuos como los que ahora se manifiestan en la calle Núñez de Balboa, ya eran lamentables antes del estallido de esta nueva crisis.
En torno al 46% de los ocupados no trabajan la jornada completa. Además, un 15% de los asalariados tiene sueldos bajos y casi un 20% subsiste con contratos temporales.
Este mercado laboral supone que, en el día a día, los trabajadores condenados a la precariedad se encuentran en una situación muy vulnerable. En la CAM, un 23% de la población tiene dificultades o graves dificultades para llegar a final de mes. Esta situación conduce a que un 18% de la población no pueda hacer cosas tan básicas como irse de vacaciones, tener una lavadora, disponer de teléfono de forma regular o, incluso, comer carne al menos una vez cada dos días. Además, casi un 32% de los madrileños no pueden afrontar gastos imprevistos, y un 9% se retrasa en los pagos.
Estos datos se refieren todos ellos al año 2018, y por tanto no reflejan el duro impacto que ya está teniendo el actual desplome económico.
En lo que a Madrid capital se refiere, la desigualdad es lacerante entre los distintos distritos. Por ejemplo, en el barrio más pobre del municipio, San Cristóbal, situado en el distrito de Villaverde, las familias van tirando con unos ingresos medios de unos 19 mil euros al año por hogar. Por el contrario, en El Palantino, que se encuentra en el distrito de Moncloa-Aravaca, las familias ingresan en torno a los 89 mil euros al año. Y estas cifras solo se refieren a las medias oficiales, la realidad es mucho más extrema.
En estas condiciones la mayoría de las familias obreras viven al día y cualquier gasto imprevisto o reducción de sus ya limitados ingresos les supone caer en la miseria.
La miseria se extiende por la CAM. Solo el pueblo salva al pueblo
Unos 420 mil trabajadores afectados por ERTE en la CAM han visto como sus ya bajos salarios se reducían un 25% en el mejor de los casos, lo que ha caído en los barrios obreros como una bomba.
En estos momentos los datos estiman en unas 102.000 las personas en la capital que están recibiendo ayuda alimentaria de la administración o de otros organismos como ONG, parroquias o asociaciones vecinales. No obstante, la cifra real puede ser mucho mayor.
Solo el Banco de Alimentos dice haber recibido un 30% más de solicitudes durante el confinamiento. La desesperación de la gente se ha visualizado en las largas “colas del hambre”, como la del distrito de Latina, aunque este mismo episodio se repite diariamente en otras zonas como Carabanchel, Orcasitas o Vallecas. En estas colas trabajadores pobres de la capital esperan entre 2 y 7 horas para recibir alimentos básicos como arroz, aceite, huevos, harina y patatas.
En este panorama desolador, hay que destacar el papel jugado por las asociaciones vecinales que retomando las tradiciones del movimiento vecinal, y de forma completamente desinteresada, han levantado en unas pocas semanas una enorme red de apoyo mutuo entre los trabajadores.
Los datos no pueden ser más impresionantes. Según la FRAVM, los vecinos de los barrios han creado 58 redes con más de 6000 voluntarios que ya han suministrado alimentos a más de 20.200 personas; organizando para ello 37 despensas; y todo esto en un tiempo récord. Además, para poder llenar las despensas, estas asociaciones están recibiendo una enorme cantidad de donaciones por parte de los vecinos. La Asociación de Vecinos de Aluche ha manifestado que están recaudando fondos como nunca antes lo que les está permitiendo gastar en torno a los 7.000 euros a la semana en alimentos.
¿Dónde están los beneficios?
En 2018 en PIB de la CAM se situó en más de 230 mil millones de euros, y según los datos provisionales del INE, solo en el primer mes de 2020, las sociedades mercantiles instaladas en Madrid aumentaron en más de 285 millones su capital. Con respecto a estos datos, hay que señalar que las cifras oficiales seguramente ocultan cantidades mucho más elevadas.
Es decir, Madrid dispone de medios suficientes para que nadie pase hambre. Pero esa riqueza que sigue acaparando un número muy reducido de personas gracias en primer lugar a la política aplicada por el PP, solo la usan para vivir como sultanes. Si estos medios fueran intervenidos, por medio de la nacionalización de las principales palancas de la economía, todos esos recursos podrían ponerse a disposición de la lucha contra el hambre, la miseria y el virus y sus consecuencias.
Lejos de esto, a lo que asistimos en la CAM es a un espectáculo bochornoso. Recientemente se ha conocido que la Comunidad ha aprobado una partida de 309.400 euros para uno solo de los hoteles medicalizados en la región, y hay otros 13. En la misma línea, la CAM ha adjudicado más de 800.000 euros para la subcontratación de otro par de hoteles adaptados como residencias temporales. A esto, habría que sumar los contratos firmados con las cadenas de comida basura, destinada a los niños de las familias trabajadoras. En medio de una pandemia siendo la CAM una de las zonas más afectada y cuando cientos de miles de trabajadores estamos siendo empujados a la pobreza por la crisis capitalista, el Gobierno de Isabel Ayuso aprovecha la coyuntura para seguir incrementando el trasvase de dinero público a los bolsillos de los empresarios.
¡Por una alternativa que frene la degradación social que provoca el capitalismo!
Es importante señalar que esta epidemia del hambre ocurre a la par que las despensas de los supermercados se encuentran llenas de alimentos. Es una gran contradicción, pero Madrid es una ciudad en la que los distritos ricos nadan en la abundancia obscena mientras que los obreros pasan una enorme necesidad.
Frente a la rápida extensión de la miseria que se está produciendo ante nuestros ojos, el supuesto “escudo social” elaborado por el Gobierno central y que con tanta vehemencia defienden los dirigentes de Unidas Podemos, se está mostrando escandalosamente insuficiente. Las medidas que el Ejecutivo está implementando son como gotas de agua cayendo en una plancha al rojo.
No se hace frente al drama social al que estamos asistiendo con migajas, son necesarias medidas decisivas que cambien realmente la situación de las cientos de miles de familias que estamos siendo condenadas a la pobreza, la miseria, la marginación y el hambre.
Las medidas que el Gobierno debería aprobar inmediatamente para construir un auténtico “escudo social” deben ser entre otras: Ningún despido, ERTE o ERE al amparo del coronavirus. Ninguna reducción salarial. ¡Que los empresarios pongan su parte de todos los beneficios acumulados estos años! ¡Que se devuelva el dinero de los rescates patronales y bancarios!
Aprobar un SMI de 1.100 euros, y subsidio de desempleo indefinido equivalente para todos los parados hasta encontrar un empleo.
Reducción por ley de los precios de los productos fundamentales para la vida diaria de las familias trabajadoras y persecución contundente de la especulación.
Anulación por ley de todos los desahucios, y garantía de la suspensión temporal del pago de los alquileres, electricidad, gas, agua, calefacción y telecomunicaciones, manteniendo todos estos servicios para las familias trabajadoras que lo necesiten. Movilizar los recursos públicos para asegurar la alimentación y una vida digna para toda la población en riesgo: comedores públicos gratuitos, incremento drástico en la dotación material y humana de los servicios sociales.
Solo con medidas de este calado se podrá garantizar unas condiciones de vida digna a la mayoría de la población.
REFRENCIAS
Datos económicos:
INE: https://www.ine.es/index.htm
Madrid.org: https://bit.ly/2zCJFg1
PIB Madrid: https://bit.ly/2LozJJT
ERTEs Madrid: https://bit.ly/2zwhjUS
Colas del hambre:
https://bit.ly/3bsqUcz
https://bit.ly/2WxfUXn
https://bit.ly/3btzPKL
Hoteles medicalizados y residencializados:
https://bit.ly/3bntUqI
https://bit.ly/3dIh9bL