El 29 de noviembre se hacía pública una carta dirigida al rey Felipe VI y firmada por 73 exmandos del Ejército de Tierra contra el Gobierno “socialcomunista apoyado por filoetarras e independentistas” que amenaza con la “descomposición de la Unidad Nacional” y pone en riesgo “la cohesión nacional”, a la vez que manifestaban su lealtad al monarca.

En dicha misiva también defendían la moción de censura de Vox contra el Gobierno y asumían su discurso ultraderechista. Unos días antes, varios altos mandos del Ejército del Aire mandaban otra carta al Parlamento Europeo en los mismos términos: “salvar a la patria” y defender la monarquía.

A raíz de esto, Infolibre sacó la información de un chat de WhatsApp en el que varios de estos mandos militares declaran que “habría que fusilar a 26 millones de hijos de puta”, refiriéndose a personas de izquierdas, independentistas, etc. Otros mensajes afirman que los miembros de la Asamblea Nacional de Catalunya (ANC) “pagarán algún día” por lo que han hecho, que Franco (al que uno de los militares denomina El Irrepetible) y José Antonio Primo de Rivera “trajeron la paz y la prosperidad a España” tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

Está claro que estos militares golpistas que dicen querer “salvar la democracia” son unos franquistas que querrían aplastar los más mínimos derechos democráticos y acabar con todos aquellos que luchamos por transformar la sociedad.

Como no podía ser de otra manera, Vox no ha perdido un segundo en salir en defensa de los firmantes del texto y de los mensajes del chat, diciendo con orgullo que son “nuestra gente”; igualmente Felipe VI no ha hecho el más mínimo gesto de condena ni se ha desvinculado de esta caterva de fascistas. Su silencio habla por sí solo. No, no se trata de “neutralidad” por parte del monarca, como lamentablemente ha declarado la ministra de Defensa Margarita Robles. ¿O acaso no salió Felipe VI el 3-O de 2017 en un mensaje a todo el país en horario de máxima audiencia para ponerse del lado de la represión contra el pueblo catalán?

El carácter reaccionario del aparato del Estado

Todo esto no es ninguna anécdota. No es la primera carta o escrito que unos militares ponen negro sobre blanco con ese tufo reaccionario, fascista y españolista. Y no solo son militares retirados jubilados y ancianos trasnochados —como nos intentan hacer creer— sino que también hay jefes militares en activo, que ocupan puestos en el alto mando. Podemos recordar, sin irnos muy lejos, las declaraciones apelando a “sacar los tanques a la calle” de varios militares de Almería ante el levantamiento del pueblo catalán por la república y la celebración del referéndum del 1 de octubre de 2017, mientras la policía apaleaba a aquellos que se manifestaban y ejercían el derecho democrático del voto.

El 20 de septiembre de 2012, un coronel, Francisco Alamán Castro, declaraba que Catalunya se independizaría “por encima de su cadáver” y amenazaba con un ataque militar alegando su juramento de “cumplir con el ordenamiento constitucional que consagra la unidad de España como principio irrenunciable”. Pocos días después, el 24 de septiembre, la Asociación de Militares Españoles (AME) advertía al presidente de la Generalitat que podría ser juzgado en los tribunales castrenses si permitía la “fractura de España”, por la “alta traición a la Constitución que ello conllevaría”.

En septiembre de 2018 —gobernando ya el PSOE— más de 1.000 jefes y exmandos militares firmaron una carta de apoyo a la figura de Franco. En dicha carta afirmaban que había “una campaña infame” por parte de la izquierda contra la figura del dictador, que según estos gerifaltes fue el “principal artífice” de la Historia de España y que el golpe de Estado del 18 de julio estaba justificado porque España “estaba siendo agredida por el comunismo internacional” y que exhumar los restos de Franco era “una perversa pretensión”. Está claro que en el Ejército, como en la Policía, la Justicia y en todo el aparato del Estado, el ADN franquista es una realidad.

Por eso no es suficiente que desde el Gobierno de coalición simplemente se desacredite la carta de estos militares golpistas, ni tampoco es suficiente con que un diputado socialista, Odón Elorza, denuncie a estos fascistas desde la tribuna parlamentaria señalando sus vínculos con Vox. ¿Y luego qué? Nada de sanciones, ni de quitarles privilegios, ni mucho menos de la depuración de una vez por todas del aparato del Estado franquista. Hay que pasar de las palabras a los hechos, también en este terreno.

Y para eso, lo primero que tiene que hacer el Gobierno PSOE-UP es reconocer que durante los años de la Transición, con la connivencia de la izquierda parlamentaria (PSOE y PCE), se mantuvo a todos aquellos policías, militares, jueces... que durante 40 años habían reprimido con sangre, detenido, torturado, encarcelado y fusilado a los luchadores antifranquistas. Mediante la Ley de Amnistía de 1977 se les perdonaron todos sus crímenes. Y no solo no fueron depurados ni juzgados, sino que incluso llegaron a escalar en el escalafón de sus respectivos cuerpos armados y policiales. También aquellos que participaron en el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 o en los GAL, pasaron muy poco tiempo en la cárcel o fueron indultados y después disfrutaron de jugosas jubilaciones y prebendas. 

¡Hay que depurar el aparato del Estado de elementos fascistas!

En todos los momentos en que ha peligrado el dominio de los grandes capitalistas, las Fuerzas Armadas han jugado un papel fundamental en mantener el orden y la estabilidad, siendo el punto culmen el golpe de Estado de 1936. Ahora que el Régimen del 78 sufre un descrédito y una descomposición sin parangón, sale el polvo social a defender a capa y espada a una monarquía, hija legítima del franquismo, podrida de corrupción y al sistema que representa. Y no solo militares, sino también los secretarios generales del PP, Vox y Ciudadanos, antiguos dirigentes del PSOE, empezando por Felipe González, salen a la palestra a defender a Felipe VI gritando ¡Viva el Rey! Porque saben que defender al monarca, que defender la impunidad del franquismo, es defender sus propios intereses sociales, de parásitos apalancados en el aparato del Estado.

En estos más de 40 años transcurridos desde los años de la Transición todos aquellos militares, policías... que se han mostrado a favor del franquismo, que han acosado sexualmente a mujeres, que han reprimido y abogado por aplastar al movimiento obrero, las luchas sociales o los movimientos por la liberación nacional y la independencia, que ha practicado torturas... siempre, siempre han quedado impunes y libres. De hecho, el único militar que ha sido expulsado del Ejército en estos años, concretamente en 2019, ha sido el cabo Marco Antonio Santos Soto ¡por criticar a Franco y a los franquistas que escribieron al carta alabándole! Y esto ha ocurrido gobernando el PSOE y con Margarita Robles como ministra de Defensa.

Eso sí, mientras que estos golpistas quedan impunes, asistimos en los últimos tiempos a la represión contra tuiteros por criticar al rey, contra raperos que han tenido que exiliarse por hacer canciones llamando corrupto al monarca. Esta es la doble moral de la  justicia burguesa.

Es momento de que eso cambie. Un Gobierno que supuestamente apuesta por la “memoria democrática” debe tomar medidas contundentes. Hay que derogar la Ley de Amnistía, depurar el aparato del Estado de elementos franquistas y reaccionarios, perseguir la apología del franquismo, juzgar a todos esos militares que llaman a las armas y todos los crímenes del franquismo. Contra la reacción, no puede haber silencios ni medias tintas.

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