El Gobierno se pliega nuevamente a las exigencias capitalista

La nueva ola de Covid-19 generada por la difusión de la variante ómicron ha superado con mucho a todas las anteriores en la velocidad de transmisión. A fecha del 18 de enero, las cifras oficiales señalan más de 5,5 millones de muertos y 330 millones de contagios. Solo en la última semana la pandemia ha sumado 20 millones de casos, y se mueve a un ritmo de tres millones nuevos cada día, triplicando así el número diario con la que cerró 2021.

Las cifras oficiales de fallecidos son escalofriantes, pero en modo alguno fiables para ofrecer una dimensión exacta de la matanza. Teniendo en cuenta que en continentes enteros los sistemas de salud pública son extremadamente precarios, para acercarnos a la realidad hay que recurrir al exceso de la mortalidad prevista para estos dos últimos años. Basándonos en este método, el saldo de víctimas se eleva a más de 17 millones, una masacre solo comparable a la de la Primera y Segunda Guerra Mundiales (1).

En el Estado español los muertos oficiales por Covid superan ya los 91.000, pero atendiendo al Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III, y los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística, las muertes imprevistas en el Estado español en comparación con la media de defunciones del periodo 2015-2019, rozan las 109.000 entre marzo de 2020 y la penúltima semana de octubre de 2021 (2). ¡¡Una cifra catastrófica y que se intenta normalizar como si aquí no pasara nada!!

Mientras la Covid-19 se expande dejando tras de sí este terrible saldo, los Gobiernos capitalistas de casi todo el mundo- con la importantísima excepción de China que ha optado decididamente por una estrategia de erradicación total del virus- mantienen sus políticas criminales de recortes en sanidad, colocando los beneficios empresariales por encima de la salud pública y la vida de los trabajadores y sus familias.

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Según la comparación entre la mortalidad prevista para estos dos últimos años y la que se ha producido, la Covid ha provocado más de 17 millones, una masacre solo comparable a la de la Primera y Segunda Guerra Mundiales. 

 
En lugar de una política de Covid cero, y plegándose a las exigencias de los grandes poderes económicos, la estrategia gubernamental global está siendo propiciar la mal llamada “inmunidad de rebaño”, acabar con las medidas de protección, y que la Covid-19 sea tratada como una enfermedad común. Desde Boris Johnson a Macron, Biden y Pedro Sánchez, la cantinela es exactamente la misma: el capital es lo que más importa.

El Gobierno más progresista de la historia: más de lo mismo

Pedro Sánchez anunció el pasado 11 de enero que el Ejecutivo está preparando un plan para tratar a la Covid-19 como una “enfermedad endémica” similar a la gripe, de modo que se eliminarían todas las medidas extraordinarias establecidas al inicio de la pandemia.

Para ir preparando el terreno a lo que la prensa ya ha bautizado como “gripalización”, el Gobierno del PSOE y UP, secundado por todos los Gobiernos autonómicos, ha decidido reducir las cuarentenas, abandonar el seguimiento de los contagiados y sus contactos, y proponer un sistema automatizado de altas médicas, de forma que ya no sea necesario que un médico examine a un paciente antes de declararlo curado de la Covid-19.

Por si esto fuera poco, Sánchez anunció que va a intentar que esta política, cien por cien reaccionaria, se aplique a nivel europeo, y se enorgulleció de que la ministra de Salud, Carolina Darias, la haya planteado a algunos de sus homólogos en la Unión Europea.

Parece que el primero en tomar nota ha sido Boris Johnson, que para salir del atolladero político en el que se encuentra tras los escándalos de sus fiestas privadas, ha proclamado que levantará todas las restricciones a pesar de que los contagios en Reino Unido se han disparado exponencialmente. ¡Qué importa la vida de la gente trabajadora si se puede hacer un poco de demagogia para salvar el tipo!
Muchos especialistas, virólogos y sociedades médicas, incluso la OMS, han advertido que esta estrategia de “inmunidad de rebaño” es una locura, carece de fundamento científico y acarreará resultados desastrosos.

El argumento de Pedro Sánchez para justificar la relajación de medidas frente a la pandemia es que el coronavirus SARS-CoV-2, el causante de la Covid-19, es ahora menos letal que en 2020.
Es evidente que el efecto combinado de la vacunación y de la inmunidad generada por infecciones previas ha reducido el número de fallecimientos. Pero ha sido una mera cuestión de suerte que las mutaciones del virus acumuladas sigan siendo vulnerables ante esta inmunidad adquirida. De hecho, durante las primeras semanas de expansión de la ómicron, hubo serias dudas entre la comunidad científica acerca de la utilidad de las vacunas existentes frente a esa nueva variante.

Dejar circular libremente al virus es jugar a la ruleta rusa con las vidas de la clase trabajadora. Cuantos más contagios, mayor número de mutaciones, y es solo cuestión de tiempo que una variante resistente a las vacunas surja en cualquier parte del mundo y volvamos a encontrarnos en la situación de marzo de 2020.

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Pedro Sánchez ha anunciado que el Ejecutivo tratará a la Covid-19 como una “enfermedad endémica” similar a la gripe. ¡Dejar circular libremente al virus es jugar a la ruleta rusa con las vidas de la clase trabajadora!


Pero no hace falta esperar a ese hipotético momento futuro para constatar los gravísimos daños que está provocando la Covid-19. Solo el 17 de enero se han registrado 284 fallecimientos por esta causa en el Estado español. ¿Consideran PSOE y UP que con estas cifras es aceptable hablar de “retorno a la normalidad”?

Pero además de los fallecimientos, y también con gravísimas consecuencias inmediatas y a medio plazo, nos encontramos con el problema de la saturación de las UCI y las camas hospitalarias.
Desde el 18 de diciembre, y según los estándares de Sanidad, la situación hospitalaria está en “riesgo alto”, acercándose rápidamente al “riesgo muy alto”. Los enfermos de Covid-19 ocupan ya el 23,77% de las camas de UCI, un porcentaje mayor que en la cuarta y quinta olas.

En varias comunidades se ha tenido que recurrir a las camas de recuperación de los quirófanos, lo que ha obligado a suspender una buena parte de las intervenciones quirúrgicas programadas. Personas con cáncer u otras enfermedades graves están viendo que sus tratamientos se aplazan, poniendo sus vidas en peligro o, en el menos malo de los casos, alargando su sufrimiento y agravando las secuelas de su enfermedad.

Las desigualdades matan: un informe que desnuda el capitalismo y a sus apologistas

Este panorama sanitario desolador, y las estrategias criminales que se están adoptando por parte de los Gobiernos, tienen mucho que ver con los datos que están saliendo a la luz estos días.
Para los capitalistas, y especialmente para el 0,01% más rico, la pandemia ha sido una bendición. El último informe publicado por la ONG Oxfam es un retrato fidedigno de lo que significa el capitalismo en estos tiempos. Citamos algunos pasajes del mismo porque demuestran que la hecatombe que recorre el mundo ha sido delineada, muy conscientemente, por los poderes políticos y económicos que velan por el mantenimiento de este orden social decrépito y brutal:

“Desde que comenzó la pandemia se ha creado un nuevo multimillonario cada 26 horas. Los 10 hombres más ricos del mundo han duplicado sus fortunas, pero más de 160 millones de personas se han visto empujadas a la pobreza (…) La pequeña élite mundial de 2.755 multimillonarios ha visto crecer su fortuna durante el periodo Covid-19 más que en los últimos catorce años, catorce años que en sí mismos fueron una bonanza para la riqueza multimillonaria (…)

Este es el mayor aumento anual en la riqueza multimillonaria desde que comenzaron los registros. Está ocurriendo en todos los continentes. Está empujado por el aumento vertiginoso de los precios del mercado de valores, el auge de las entidades no reguladas, un aumento en el poder de monopolio y la privatización, junto con la erosión de las tasas y regulaciones de impuestos corporativos e individuales, y los derechos y salarios de los trabajadores (…)

Nuevas cifras y análisis publicados en diciembre de 2021 por el World Inequality Lab revelan que desde 1995, el 1% más rico ha capturado 19 veces más del crecimiento de la riqueza global que el 50% más pobre de la humanidad (…) Ahora se estima que 163 millones de personas más vivirán con menos de 5.50 dólares por día que cuando comenzó la pandemia. La crisis ha demostrado que, para la mayor parte de la humanidad, no ha habido una salida de la pobreza y la inseguridad.”.

El informe denuncia el mecanismo perverso de la acumulación capitalista en este periodo histórico, con el que tan perfectamente conviven todos los Gobiernos, incluido el del Estado español:

“A medida que se propagó la Covid-19, los bancos centrales inyectaron billones en las economías de todo el mundo, con el objetivo de mantener a flote la economía mundial. Gran parte de ese estímulo se ha destinado a los mercados financieros y, de ahí, al patrimonio neto de los multimillonarios. Los Gobiernos han inyectado 16 billones de dólares en la economía mundial desde el comienzo de la pandemia y, en gran medida, los multimillonarios han visto aumentar su riqueza en 5 billones de dólares, pasando de 8,6 billones de dólares a 13,8 billones de dólares [entre marzo de 2020 y julio de 2021], ya que la intervención del Gobierno ha hecho subir los precios de las acciones”(3).

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El informe publicado por la ONG Oxfam denuncia el mecanismo perverso de la acumulación capitalista en este periodo histórico, con el que tan perfectamente conviven todos los Gobiernos, incluido el del Estado español.

 
Un sufrimiento insoportable

La pandemia significa miedo, sufrimiento y muerte para la inmensa mayoría de la población. Para quién no tiene más remedio que ir diariamente a trabajar en un transporte público atestado, pasando horas en un ambiente insano y propenso al contagio de enfermedades respiratorias, para quién vive con el temor de que una baja médica pueda precipitar el despido u otras represalias empresariales, o para quién se hacina en un piso donde el aislamiento es materialmente imposible, la pandemia pesa como una terrible amenaza.

Cáritas, la organización que administra la caridad de la Iglesia Católica, no ha tenido más remedio que dar la voz de alarma: más del 15% de los menores de 35 años que viven en nuestro país, casi millón y medio de personas, sufren exclusión social grave, cinco puntos más que antes de la crisis. Esta hostilidad cotidiana, que se hace más dura con el panorama de desempleo masivo, precariedad laboral y retroceso de los servicios sociales, se manifiestan en los problemas de salud mental y suicidios que se multiplican desde hace dos años.

Este escenario es una denuncia implacable de las políticas del Gobierno PSOE-UP. Por más que nos quieran abrumar con su campaña de propaganda hueca a todas horas, ni Sánchez y Yolanda Díaz han roto con la agenda de la austeridad. Y en materia de salud pública también ha fracasado, y seguirán fracasando porque su acción está dictada por intereses de clase: los de la CEOE, la banca y los monopolios.

Han pasado dos años desde el inicio de la pandemia y los recortes y las privatizaciones en el sistema público de Salud impuestos por el PP han sido mantenidos por el Gobierno de coalición. El sistema hospitalario público vuelve a estar colapsado. La atención primaria en casi todas las comunidades autónomas, con Madrid a la cabeza, está literalmente destruida. No se han realizado, ni está previsto realizar, las mínimas inversiones necesarias para hacer frente a esta emergencia, e incluso se está despidiendo al personal contratado como refuerzo durante el confinamiento.

Pero los recortes en todo lo que se refiere a crear una infraestructura sanitaria pública de calidad o a mantener unas plantillas bien dimensionadas y bien retribuidas, se convierten en todo lo contrario cuando se trata de gastar en vacunas suministradas por las grandes multinacionales farmacéuticas. En ese caso rige la barra libre.

Según un informe de IQVIA, una empresa especializada en análisis de datos sanitarios, se estima que el gasto mundial en vacunas alcanzará la cifra récord de 130.000 millones de euros hasta 2025. Solo en el presente año las empresas BioNTech y Pfizer tienen previsto facturar en concepto de vacunas contra la Covid-19 un total de 42.284 millones de euros. Es entendible, a la vista de estas cifras, que la industria farmacéutica presione a las autoridades sanitarias para seguir administrando indefinidamente nuevas dosis de la vacuna.

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Transcurridos dos años desde el inicio de la pandemia, los recortes y las privatizaciones en el sistema público de Salud impuestos por el PP han sido mantenidos por el Gobierno de coalición.

 
Por un sistema de salud pública que proteja la vida del pueblo y su bienestar

Sánchez ha descartado completamente cualquier medida para frenar la expansión del virus que obstaculice en lo más mínimo el ansia de beneficios de los empresarios. Vuelta al trabajo a cualquier precio y gasto sin límites para las grandes farmacéuticas se han convertido en los principios rectores de la política sanitaria del PSOE y UP.

Y para encubrir su capitulación, el Gobierno sigue poniendo el acento en la responsabilidad individual. Medidas como la obligatoriedad de mascarillas en exteriores o el pasaporte Covid son completamente inútiles cuando en los centros de trabajo, en los colegios o en el transporte público no se adoptan las medidas necesarias para frenar la expansión del virus.

Las consecuencias políticas de lo que estamos viviendo son evidentes: deterioro de la confianza en el Gobierno, sobre todo en UP, que había despertado unas enormes expectativas que ahora se vienen abajo estrepitosamente; y reforzamiento electoral del PP y Vox, a los que el Ejecutivo deja vía libre para extender su demagogia.

La situación que estamos viendo en otros países, en los que la extrema derecha y los movimientos antivacunas, con su superchería anticientífica y su abierta irracionalidad, están capitalizando el desconcierto y el cansancio de los ciudadanos ante la pandemia, debería ser una señal de alarma.

Unidas Podemos no está dispuesta a romper con una política que está incumpliendo todas las promesas y compromisos adquiridos, y que supone en los hechos una sumisión ante el PSOE y los empresarios sin límites. El precio a pagar ya está pasando factura: desmovilización, escepticismo y desmoralización entre sectores de su base social y electoral.

Hay que dar un giro de 180º para revertir la situación. Y solo hay un camino: que la clase trabajadora y la juventud nos levantemos en una movilización enérgica y continuada para proteger nuestra salud y nuestras vidas, empezando por exigir la contratación masiva de profesionales sanitarios, y la nacionalización de la sanidad privada y las farmacéuticas para hacer frente con medios suficientes a la pandemia y acabar con el colapso de la sanidad pública.

Notas:

1 Este dato es del último informe de la ONG británica Oxfam
2 https://www.rtve.es/noticias/20220118/mapa-del-coronavirus-espana/2004681.shtml
3 https://www.oxfam.org/es/informes/las-desigualdades-matan

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