El 25 de julio un dispositivo de siete efectivos encapuchados de la Policía Nacional detenía en su casa a Carlos Ochoa, secretario general del Sindicato de Estudiantes de Sevilla. La excusa: tomarle declaración por las acciones de la acampada por Palestina de la Universidad de Sevilla (US) en la que jugó un papel destacado.

Esto ocurría después de que el Rectorado de dicha universidad y la Subdelegación del Gobierno utilizaran todos los mecanismos a su alcance, incluyendo la violencia física, para tratar de amedrentar al movimiento estudiantil combativo y a quienes señalan la complicidad de Gobierno y universidades con el genocidio sionista contra el pueblo palestino. 

Entrevistamos a Carlos para hablar de estos hechos que, sin duda, ahondan en la deriva represiva por parte del Estado contra los derechos democráticos más elementales, y también sobre cómo responder a este atropello.

El Militante.- En primer lugar, queremos solidarizarnos contigo. Nos podemos imaginar la sorpresa mayúscula que viviste ante esta detención tan arbitraria. Cuéntanos, ¿cómo se produjo y de qué se te acusaba?

Carlos Ochoa.- Me encontraba solo en casa desayunando cuando, a las ocho de la mañana, llamaron a la puerta con mucha insistencia. Al abrir, la escena me dejó perplejo: siete policías encapuchados y detrás de ellos un furgón de policía mal aparcado. Me dijeron que me iban a llevar detenido por unos supuestos daños en una sucursal del BBVA.

Me esposaron y me trasladaron a la comisaría, como si fuera un peligroso delincuente, con la excusa de tomarme declaración. Y digo excusa porque, incluso, la propia policía me reconoció que sabían que no iba a declarar en comisaría porque nadie lo hace. Entonces, uno se pregunta, ¿a qué se debe este despliegue? ¿Por qué no optaron por una citación como suele hacerse en estos casos?

EM.- Efectivamente, ¿a qué crees que se debe esta intimidación policial?

CO.- La respuesta es simple: quieren amedrentarnos y cerrarnos la boca, generar un clima de miedo e intentar que la juventud no se organice, no proteste.  Ese es su objetivo político. Y para ello utilizan a quienes nos hemos destacado, quieren darnos un escarmiento.

Y no solo al movimiento estudiantil. Otro ejemplo reciente, también en Sevilla, fue la detención del portavoz de la plataforma Barrios Hartos, que denuncia los cortes de luz en los barrios más humildes de la ciudad. A nadie se le escapa que asistimos a la mayor escalada represiva en décadas. Las 6 militantes de la CNT de La Suiza, Pablo Hasél, los 6 de Zaragoza, los 13 de la Macarena… parece increíble, pero estamos hablando de que cada vez más activistas de la izquierda se enfrentan a la cárcel por enfrentarse a sus patronos, a los fascistas, por denunciar a la corrupta monarquía o por luchar por una sociedad libre de opresión.

Y todo esto con el consentimiento del Gobierno del PSOE y Sumar. Ni siquiera han derogado la Ley Mordaza. Es obvio que no es casual, le es muy útil. Este Gobierno no ha dejado de profundizar su escalada represiva contra la izquierda combativa. El movimiento por Palestina ha sido el último capítulo. Hemos visto intervenciones policiales salvajes en las acampadas de Madrid, Valencia, Santiago… y la más sonada en Sevilla. Todos vimos las imágenes de los antidisturbios desalojándonos a palos del Rectorado. Incluso uno de nuestros compañeros de US por Palestina fue enviado a juicio por participar en la ocupación.

El Sindicato de Estudiantes está en el punto de mira. Nuestra organización convocó dos huelgas estudiantiles contra el genocidio en Gaza y ha estado en primera línea en las manifestaciones y acampadas por Palestina. La embajada de Israel llegó a exigir que se prohibiera la huelga estudiantil que convocamos el 16 de noviembre.

No solo eso. El SE ha estado en la vanguardia de la lucha por la sanidad y la educación públicas, contra el fascismo y contra el machismo. Otras dos compañeras del SE se enfrentan a ser expulsadas de la universidad por participar en una campaña colectiva contra el acoso machista en la Universidad de Sevilla.

Para la clase dominante que nuestra organización señale la podredumbre del sistema capitalista y luche por transformar la sociedad es una gran amenaza. Por eso descargan su arsenal represivo sobre nosotros. Pero no nos van a callar.

EM.- Uno de los principios de la izquierda que lucha es el de que ninguna agresión puede quedar sin respuesta. ¿Cómo pensáis hacerlo y qué apoyos habéis tenido por parte de otros colectivos?

CO.- En primer lugar, me gustaría agradecer todo el apoyo que recibí tras mi detención especialmente a los compañeros y las compañeras de la CGT y US por Palestina. Efectivamente, este ataque no es solo contra mí o contra el Sindicato de Estudiantes. Ha sido un intento de amedrentar al movimiento por Palestina y a toda la izquierda combativa en general. 

Estamos recibiendo numerosas adhesiones de distintos colectivos y organizaciones al manifiesto público que elaboramos denunciando esta situación. En él señalamos la responsabilidad del Ministerio del Interior y exigimos al Gobierno la retirada inmediata de todos los cargos. De momento sabemos que hay otro compañero de US por Palestina investigado. Ahora queda esperar si nos llevan a juicio o no.

En cualquier caso, no vamos a permitir que se salgan con la suya. Hay una izquierda que piensa que en estos casos lo mejor es agachar la cabeza y esperar que los jueces sean benévolos. Nosotros ni formamos parte de ella ni creemos en un sistema judicial heredado de la dictadura franquista. Seguiremos en la lucha contra la barbarie sionista y contra el capitalismo.

EM.- Además de en el Sindicato de Estudiantes también militas en Izquierda Revolucionaria, ¿por qué?

CO.- Milito en IR desde hace seis años. Al poco tiempo de afiliarme al SE comprendí que no tenía sentido luchar por la escuela pública o contra el machismo limitándome al activismo estudiantil. Entendí que hace falta un programa más amplio, un programa revolucionario y comunista. Tampoco bastaba con organizarme con mis compañeros y mis compañeras en mi instituto: para transformar la sociedad necesitas la fuerza del movimiento obrero, de los parados, los pensionistas… Por eso milito en Izquierda Revolucionaria, porque creo que es una organización de combate y con un programa revolucionario capaz de liberar al conjunto de nuestra clase.

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