La situación que vive el pueblo de Valencia es absolutamente espeluznante. Ya son más de 200 muertos pero las cifras de víctimas pueden aumentar dramáticamente ya que fuentes oficiales admiten que hay 1.900 desaparecidos. Y en medio de una destrucción inenarrable y de unas cifras de muertos insoportables, el abandono de las instituciones no hace más que añadir dolor e indignación.

Barrios y localidades enteras están completamente colapsados, sin agua, alimentos, electricidad o servicios sanitarios, con sus ciudadanos pidiendo desesperadamente una ayuda que sigue sin llegar, y en muchos casos obligados a permanecer junto a los cadáveres de sus seres queridos desde hace dos días.

Frente a la Generalitat del PP y Mazón, que han actuado como auténticos criminales, y un Gobierno de Pedro Sánchez cómplice necesario en esta desidia nauseabunda, decenas de miles de trabajadores y jóvenes están dando una lección de solidaridad y apoyo mutuo inolvidable. Que gran verdad que solo el pueblo salva al pueblo.

La responsabilidad de la Generalitat y del Gobierno

Como ya señalamos en nuestra anterior declaración, la catástrofe en vidas humanas podría haberse evitado, pero la Generalitat del PP encabezada por Mazón, y sostenida por Vox, esta caterva de reaccionarios fanáticos de los recortes sociales y negacionistas del cambio climático, no hicieron nada para evitarlo. A día de hoy ya sabemos a ciencia cierta que esta terrible DANA había sido anunciada con hasta cinco días de antelación tanto por el centro europeo de predicción meteorológica como por AEMET, pero estos arrogantes derechistas despreciaron los avisos y no movieron un dedo por evitar la destrucción vivida.

Este criminal llamado Mazón, en un ejercicio de incompetencia sin parangón y de cara también a garantizar los beneficios de sus amos, los capitalistas, decidió lanzar un mensaje de tranquilidad a primera hora de la tarde, señalando que la DANA comenzaría a remitir a partir de las 18h. Era el momento en que ya se sabía con precisión la magnitud de lo que se venía encima, gracias a los medidores de agua la Rambla del Poio, en la localidad de Chiva, una de las más afectadas, y donde se pasó de 100m3/s a las 17.10h a 2.000m3/s a las 18.30, cinco veces el caudal del Ebro.

A pesar de las numerosas advertencias la Generalitat del PP solo mandó un mensaje de alerta pasadas las 20h. ¡Un crimen social contra la clase obrera, la juventud, contra la población más humilde que trabaja y vive en las casas más vulnerables! Una verdad cristalina que no ha impedido a Feijoó mentir abiertamente y llegar a afirmar, con toda el rostro de cemento armado del mundo, que se avisó a tiempo. De hecho, en algunos ámbitos de la administración, como la Universidad de Valencia y la Diputación, sí se cancelaron las clases y se dio permiso a los trabajadores para regresar a sus casas antes de la hora de comer. Pero fue algo completamente testimonial.

Si Mazón y la Generalitat del PP han actuado como criminales, el papel del Gobierno central ha sido de una desidia completa, y de una complicidad bochornosa. Cuando la gravedad era evidente,  desde La Moncloa valoraron declarar el nivel 3 de alerta, “emergencia nacional”, el más alto de todos, pero lo descartaron para evitar tomar el control de la situación e intervenir la Generalitat valenciana. Es decir, ante una tragedia de esta magnitud, ¿lo importante era no molestar al PP? ¡Qué vergüenza y qué bochorno! Igual de vergonzante que cuando vemos en televisión a Mazón y Pedro Sánchez dedicarse abrazos y agradecimientos, para tapar mutuamente sus gravísimas responsabilidades.

Abandono institucional y autoorganización por abajo. ¡Solo el pueblo salva al pueblo!

Dos días después la situación sigue siendo dantesca mientras el abandono y menosprecio de las “autoridades” continúa provocando la indignación popular. Es difícil encontrar un ejemplo más acabado de una incompetencia tan escandalosa. Las redes sociales están llenas de denuncias de los bomberos de Navarra, la CAV y Catalunya, que insisten en que Manzón rechazó los ofrecimientos de ayuda que hicieron en reiteradas ocasiones.

Pero frente a esta desidia institucional, la autoorganización de decenas de miles de vecinos y vecinas, la solidaridad de los trabajadores y de los jóvenes, de los más golpeados, desde abajo, mediante la acción directa, desplazándose hasta los barrios y localidades para llevar utensilios para limpiar, comida, agua, y ayudar en las tareas que hagan falta... dan la medida de la inmensa generosidad de nuestra clase.

Hay precedentes de una actuación así, cuando miles de voluntarios se desplazaron a Galiza a limpiar junto a la población el desastre provocado por el vertido del Prestige, mientras los mismos criminales políticos del PP restaban importancia al asunto y no los querían en tierras gallegas. Ahora ocurre lo mismo. Manzón dice a la gente que no vaya a ayudar, “porque se colapsan los accesos”. ¡Hay que ser miserable! No quiere testigos incomodos que levanten acta de la barbarie, ni de su completa inutilidad y responsabilidad en ella.

Este testimonio de uno de nuestros compañeros de Izquierda Revolucionaria de la capital valenciana, que están en primera línea de este masivo movimiento de autoorganización, señala con claridad el ejemplo heroico que está dando la población:

“Ahora mismo estamos en mitad de Benetússer, aquí no había forma de encontrar dónde dejar los alimentos, la gente quería ayudar, no se sabe dónde… Hemos dado con la asociación de vecinos y aquí ves el embrión de autoorganización. Hay un almacén, están distribuyendo el agua por un lado, productos de higiene, por otro, la gente lo está utilizando de centro neurálgico para coger material, para saber adónde ir. Aquí las instituciones están desaparecidas, desaparecidas… no exagero... por cada 5.000 personas igual hay un policía municipal, están parados en mitad de la carretera, rascándose los huevos, nadie hace nada, y aquí es la gente, la gente organizada...

Vamos a ver cómo se desarrolla todo, vamos a estar muy atentos. Pero si esto se alarga y el desastre sigue así es evidente que se van a convertir en puntos —no de ayuda— sino políticos, de organización, porque no hay instituciones, ya está, ha desaparecido todo. Estamos los vecinos, está la gente ayudando y nos estamos organizando como podemos y es evidente que ahora es un momento muy de shock, muy de ir para adelante, y de… de supervivencia; pero si este primer momento pasa y esto sigue así, aquí se va a tener que empezar a discutir cómo se distribuyen las cosas, cómo funcionan los servicios básicos, y eso para organizarlo va a ser de forma asamblearia y utilizando los puntos que haya, que van a ser las fallas, las asociaciones de vecinos... y yo que sé, cualquier organización social que haya. En Patraix, por ejemplo, que es un barrio obrero muy muy grande, tipo Carabanchel en Madrid, la peña he visto que se está organizando en la asociación que hace cerámica ahí, como no hay otra cosa, pues la peña está ofreciendo ayuda desde ahí y ese está siendo el núcleo.

Ahora todo el mundo está arrimando el hombro para la pura supervivencia. Hay que estar muy atentos… para mí el punto central es paralizar la actividad productiva, permiso remunerado para los trabajadores, indemnización por parte de los capitalistas para financiar todo el gasto público y cera a muerte por supuesto a la Generalitat, pero al Gobierno, al Ministerio de Trabajo, a todo el mundo, hay darles pero bien. Qué abandono, qué criminales y qué hijos de...”

Los capitalistas y sus políticas son responsables de esta catástrofe ¡Ellos tienen que pagar todo!

En contraste con todo este movimiento de solidaridad, tenemos la actitud miserable de los capitalistas, de todos aquellos que en momentos de tanto dolor no pueden dejar de defender el becerro de oro, la santísima propiedad privada, y que tienen la desvergüenza de utilizar a sus medios de manipulación masiva para lanzar una campaña contra el “saqueo y el pillaje”. Qué asco de verdad. Cuando no hay nada para comer y para beber, no hay con que atender a nuestros niños y mayores, y muchas personas en una situación límite entran en supermercados en busca de alimentos, agua o utensilios para poder limpiar sus casas y sus calles, la prensa y la televisión les tildan de…”saqueadores”. Que infamia.

Pero no es lo único. Que plutócratas como Joan Roig, dueño de Mercadona, que mantuvieron a empleados y empleadas trabajando hasta última hora a pesar del enorme riesgo, y que mandaron a trabajadores a repartir pedidos cuando ya la situación ya era crítica, difundan ahora mensajes de condolencia y lloren lágrimas de cocodrilo, nos dan la medida de un cinismo sin límite. ¿Por qué no entregan gratuitamente alimentos, agua y bebidas a la población que está al borde del colapso? ¿Acaso no cuentan con los recursos y medios para poder hacerlo? Malditos sean ellos y quienes desde el poder político les protegen.

La noticia de que Florentino Pérez y el Real Madrid han donado un millón de euros, o de que el dueño de Inditex, Amancio Ortega, donará cinco, no es más que otro insulto lacerante. Como decía Engels sobre este tipo de caridad despreciable: “Primero chupáis la sangre a los proletarios y luego practicáis con ellos autocomplaciente filantropía, presentándoos ante el mundo como benefactores de la humanidad cuando dais a las víctimas una centésima parte de lo que les pertenece”.

Pero no contentos con eso, y cuando miles de familias buscan a sus seres queridos o tratan de recuperar sus viviendas y sus vidas, estos mismos empresarios exigen a sus trabajadores seguir con la actividad, como si nada hubiera pasado. Y en este contexto, no ya la Generalitat, sino el Gobierno central y Yolanda Díaz, solo hablan de aprobar nuevos ERTEs para garantizar que los empresarios… no sufren pérdidas. ¡Es una vergüenza!

El colapso que estamos viviendo, y que ha dejado a miles de personas abandonadas, es también el resultado de la destrucción de los servicios públicos. El Govern de Mazón eliminó la unidad de emergencias que existía, para dedicar parte de esos recursos a las corridas de toros. Una destrucción de la educación, la sanidad, los servicios de protección civil o bomberos liderada por el PP y Vox en Valencia, pero de la que también participa el PSOE y el Gobierno central.

Frente al comportamiento criminal de las grandes empresas y de la patronal, ¿qué hacen los dirigentes de CCOO y UGT? Se encogen de hombros y miran hacia otro lado. En vez de actuar con diligencia, forzando el cierre de los centros de trabajo, algo que podían hacer sus delegados, mantuvieron y mantienen la misma pasividad a la que nos tienen acostumbrados, y solo se lamentan por redes sociales. Esta burocracia egoísta no representa el sentir de decenas de miles de sus afiliados ni de la clase obrera. Habrá que obligarlos a pasar a la acción.

La iniciativa del Sindicat d’Estudiants de convocar huelga estudiantil en el País Valencià del 4 al 12 de noviembre porque “¡Queremos seguir ayudando al pueblo, no volvemos a clase!”, y el martes 12 en todo el Estado en solidaridad, es todo un ejemplo de cómo avanzar en esta lucha. Una huelga acompañada del llamamiento a celebrar asambleas y organizar comités de estudiantes para convertir los institutos en centros de recogida de alimentos y herramientas necesarias, para que estos centros de estudio se habiliten para prestar atención médica y techo a todas las familias que lo necesiten. Y también para organizar la participación masiva en la manifestación del 9 de noviembre para exigir justicia, reparación y la dimisión del Govern.

Por un plan de reconstrucción al servicio del pueblo

Tenemos que ser claros. La tragedia que estamos viviendo no solo apunta directamente al PP y a Vox. Señala también a un Gobierno de izquierdas que no está adoptando medidas enérgicas para paliar esta hecatombe. Un Gobierno progresista, digno de tal nombre, debería decretar la suspensión inmediata de la actividad económica en los sectores no esenciales, con permisos retribuidos a todos los trabajadores y trabajadoras y para las familias afectadas, y movilizar todas las fuerzas humanas y materiales disponibles, bajo el control democrático de los afacetados, a la limpieza, la reparación y la reconstrucción.

Que en pleno siglo XXI, con los medios técnicos y avances tecnológicos que existen, aún estén numerosos barrios y pueblos incomunicados sin agua, alimentos, o servicios sanitarios no es fruto de la falta de recursos, sino de que están al servicio de los capitalistas, tanto en Valencia como en el resto del Estado.

La cuestión es concreta: los capitalistas ya se están frotando las manos ante la posibilidad de hacer jugosos negocios con la reconstrucción, y nuestra obligación es impedirlo.

Lo que necesitamos ya, inmediatamente, es un plan para tomar el control de todos los recursos necesarios y garantizar la reconstrucción. Y eso pasa por la nacionalización de los grandes monopolios de la alimentación como Mercadona, de las energéticas, del sector del transporte, de las hoteleras e inmobiliarias, y de la sanidad privada. Solo así se garantizará que los capitalistas no se llenan los bolsillos con el sufrimiento del pueblo, y que las necesidades de alimentación, sanidad, educación, vivienda, empleo, y reconstrucción de infraestructuras de todo tipo, se cubran en el menor tiempo posible.

Lograr este plan exige de la movilización obrera, vecinal y social más masiva y contundente. Solo con la lucha lograremos arrancar a los capitalistas y a los Gobiernos que les protegen las medidas que realmente necesitamos para afrontar una reconstrucción que cubra al menos las pérdidas que hemos sufrido en el terreno material, y que no se hunda más nuestro nivel de vida con desempleo y empobrecimiento.

No es casualidad que muchos de los barrios y pueblos más afectados sean de población trabajadora, localidades construidas en cauces de ríos o en terrenos inestables, con viviendas precarias, con bajos comerciales reconvertidos de cara a especular. No solo se podrían haber limitado las pérdidas de vidas humanas, sino que también podrían limitarse los daños materiales, si en lugar de imperar una especulación urbanística feroz existiera una ordenación del territorio ajena al negocio y que tuviera en cuenta el equilibrio con el medio ambiente. Esta DANA, fruto de un cambio climático cada día más evidente, tiene responsables: el capitalismo y los capitalistas, a los que lo único que les importa es producir masivamente para hacerse cada día más obscenamente ricos, sin importar el ser humano o la naturaleza.

Estos duros acontecimientos están poniendo encima de la mesa que no hay futuro bajo este sistema, que necesitamos cambiar de raíz el actual estado de cosas, derrocar este orden social decrépito por otro basado en la justicia social y el respeto por el medio ambiente. Y ese nuevo orden humano, liberado de la barbarie ecológica y capitalista, se llama socialismo.

Las brutales jornadas que han conmovido a millones de trabajadores y de jóvenes en Valencia, en el estado español y en todo el mundo, demuestra que solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas. La tarea ahora mismo es fortalecer este potente movimiento de solidaridad que está emergiendo por abajo y que pone encima de la mesa lo mejor del ser humano. Un movimiento así, peleando por un programa de medidas claras, es la única manera de que la reconstrucción sirva realmente a los intereses del pueblo trabajador, de las familias que lo han perdido todo, y que no suponga una nueva orgía de beneficios para los de siempre.

• Revertir todos los recortes y privatizaciones en los servicios públicos: bomberos, protección civil, sanidad, atención psicológica, etc... y realizar inversiones masivas para fortalecerlos garantizando condiciones laborales dignas.

• Suspensión inmediata de actividad económica y productiva no esencial en las zonas afectadas garantizando permisos retribuidos. Toda la fuerza de la clase trabajadora debe estar dirigida y organizada a garantizar la búsqueda y recuperación de las personas desaparecidas, la limpieza de pueblos y barrios, y la reconstrucción.

• Coordinación, desde abajo y democráticamente, de estas tareas de reconstrucción, y potestad de los comités de trabajadores para expropiar los recursos necesarios para llevarlas a cabo.

• Los seguros, que son propiedad de la gran banca, deben ser obligados por un decreto de emergencia a cubrir el 100% de los daños materiales de todas las pólizas afectadas.

• Expropiación y nacionalización inmediata de todos los sectores estratégicos, alimentación, vivienda, energía, transporte, etc... de cara a dedicar todos esos recursos a la reconstrucción y garantizar condiciones de vida dignas a todas y todos los afectados. ¡Ni un solo euro de dinero público a las empresas para que hagan negocio con la reconstrucción!

• Suspensión de alquileres e hipotecas, expropiación de pisos de la banca, fondos de inversión y caseros rentistas, para garantizar vivienda digna a todas las familias afectadas.

• Sanciones ejemplares a empresas y empresarios que evitaron que sus trabajadores pudieran marcharse a casa a pesar de los avisos de AEMET.

• Dimisión de Mazón y de su Gobierno por su negativa a alertar a la población. Juicio y castigo ejemplar a todos responsables de esta masacre.

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