La dirección del PSOE traiciona a los trabajadores y jóvenes navarros
El 11 de agosto, dos meses y medio después de celebrarse las elecciones autonómicas del 27 de mayo en Navarra, se producía la votación definitiva por la que Miguel Sanz, de UPN, era elegido presidente del gobierno de Navarra con el apoyo minoritario de 24 parlamentarios (22 de UPN y 2 de CDN), el voto en contra de 14 (12 de NaBai y 2 de IUN) y 11 votos en blanco y una abstención del PSN. Este acto culminaba un proceso de negociaciones, cambio de postura e imposición de voto por parte de Ferraz, que han provocado frustración, cabreo y asco en la mayoría de los trabajadores y jóvenes navarros, que habían acudido a votar pensando que el cambio era posible y había que echar ya a UPN del gobierno.
Deseos de cambio
La política del PP en la cuestión nacional -y su eslogan "Navarra no se vende"- provocaba un profundo rechazo entre los trabajadores y los jóvenes, que veían cómo el gobierno de Navarra despreciaba el euskera, cuando no lo perseguía, menospreciaba la cultura vasca y sus expresiones de gran arraigo popular como el olentzero en Navidad, etc. Eso, unido a un deterioro cada vez mayor en los aspectos sociales como la sanidad, educación, vivienda, transporte... hizo que en las elecciones del 27 de mayo, Navarra fuese una de las comunidades donde se registró una participación mayor y donde los resultados generaran entre la gente una expectativa de cambio por el que todas las organizaciones de izquierda apostaban.
El año 2004 se celebra el congreso del PSN en el que se aprobó una resolución política que impedía cualquier tipo de alianza con UPN. Esta resolución plantea: "...Las alianzas derecha-izquierda no están justificadas y, por lo tanto, serán eliminadas de nuestra acción política para los próximos años". Dice que el proyecto es "autónomo", pero "abierto a la convergencia con otras fuerzas de izquierda o progresistas, nacionalistas o no, y alternativo al de la derecha que constituye UPN-PP".
La aspiración de echar al PP y su brazo en Navarra, UPN, era algo asumido por trabajadores y jóvenes de Norte a Sur y de Este a Oeste. Era también la aspiración de los militantes del PSN que lo habían aprobado en el congreso. Alargar la formación de gobierno en Navarra ha perjudicado claramente al PSOE para mucho tiempo. Durante estos meses los comentarios de: "a mí ya no me engañan más", "no les voy a votar en la vida", hasta, "al final van a conseguir que los de la Ribera (el sur de Navarra) nos hagamos nacionalistas", han sido los más frecuentes en todos los rincones de Navarra.
Consecuencias negativas para el PSN
El apoyo a un gobierno de UPN por parte de la dirección del PSOE va a provocar que el PSN retroceda fuertemente en Navarra. Ya sucedió con los casos de corrupción de Urralburu, Otano y compañía, pero ahora es mucho peor. Como expresaba una concejal de un pueblo de la Ribera: "entonces unos se habían aprovechado del partido para enriquecerse, ahora es algo que siento como propio, que hemos fallado a la gente". Esa sensación ha provocado que la ejecutiva de las Juventudes Socialistas de Navarra dimita en bloque, lo mismo que cinco miembros de la ejecutiva del PSN. La dimisión de la ejecutiva de la JSN demostró la catadura moral del Secretario de Organización del PSOE, Pepe Blanco, que la calificó de irrelevante y de mera anécdota. Por otro lado, ante la actitud crítica de los militantes y de muchas agrupaciones, su discurso para convencer era: "el que no esté contento ya sabe donde está la puerta".
El 1 de septiembre se celebró el Comité Regional convocado en la anterior reunión del comité. Asistió Pepe Blanco y otros miembros de la Ejecutiva del PSOE que, en vez de solucionar la crisis del PSN la agudizaron más. Explicaron que Chivite y Puras conocían desde el principio que la dirección del PSOE se iba a oponer a cualquier pacto con NaBai. Eso significa lavarse las manos en el desastre y que Chivite cargue con el muerto. El cabreo de los miembros del comité fue muy grande y las reacciones fueron: unos piden la dimisión de la Ejecutiva y un congreso extraordinario, otros (sobre todo de la Ribera) formar un nuevo partido y un tercer grupo que plantea abandonar todo. Estos dos últimos grupos son minoritarios, pero indican hasta dónde ha llegado la crisis del PSN.
Recuperar el partido para los trabajadores
Lo que se está comprobando con la crisis del PSOE en Navarra es que si el partido quiere recuperar la confianza de los trabajadores y jóvenes navarros, debe defender consecuentemente un programa auténticamente socialista en el que la defensa de los derechos democráticos nacionales de Euskal Herria (de la que Navarra es una parte sustancial) sea una parte fundamental de la lucha por la transformación socialista de la sociedad, explicando a la clase obrera navarra que esta lucha es una lucha de clase, de todos los trabajadores unidos contra nuestro enemigo: la clase capitalista. Por otro lado, el PSOE debe recuperar el papel para el que fue creado el partido: ser el instrumento de la clase trabajadora para la conquista del poder político y así poder transformar la sociedad, destruyendo las lacras que crea el sistema capitalista. Por eso hay que cambiar esta dirección que lleva al partido por el camino opuesto.