A medio camino entre Puerto Real y Cádiz, queda hoy un inmenso vacío en los terrenos que durante un cuarto de siglo ocupó la factoría de la multinacional Delphi. Su cierre no fue algo aislado, antes fueron los trabajadores de astilleros, de Tabacalera, la reconversión de las bodegas en Jerez, y así un largo etcétera en el que hasta a las cifras, tantas veces maquilladas y manoseadas en pro de los intereses de la burguesía, no les queda más remedio que reconocer la realidad: Cádiz es la provincia con más paro del Estado español.

A medio camino entre Puerto Real y Cádiz, queda hoy un inmenso vacío en los terrenos que durante un cuarto de siglo ocupó la factoría de la multinacional Delphi. Su cierre no fue algo aislado, antes fueron los trabajadores de astilleros, de Tabacalera, la reconversión de las bodegas en Jerez, y así un largo etcétera en el que hasta a las cifras, tantas veces maquilladas y manoseadas en pro de los intereses de la burguesía, no les queda más remedio que reconocer la realidad: Cádiz es la provincia con más paro del Estado español.

Pero lo más significativo de la lucha de Delphi no fue su final (hoy hay 4.000 puestos de trabajo menos en la Bahía), un final que no hace justicia a más de 4 intensos meses de movilizaciones, sino el enorme arrojo que demostró la clase obrera gaditana. Por eso es importante tener muy claro qué fue lo que falló: una política sindical que no se basó en llevar la lucha hasta el final, en la movilización y extensión de la misma, y a la que le faltó confianza en la propia fuerza de los trabajadores.

Toda la Bahía en pie de guerra

El anunció del cierre de Delphi, el 22 de febrero de 2007, supuso el inicio de las movilizaciones más importantes de los últimos años contra el cierre de una empresa. El sentimiento de solidaridad recorrió toda la Bahía y se extendió al resto de Andalucía y del Estado hasta el punto de que esta lucha se hizo hueco, a codazos, en las portadas de los telediarios y la prensa de tirada estatal. El mismo presidente del gobierno y el entonces ministro de Industria tuvieron que reunirse con los trabajadores.
En las primeras semanas de la lucha cientos de obreros aguardaban a las puertas de la fábrica para evitar el desmantelamiento de la misma, existía una firme negativa a negociar mientras no se retirase el anuncio de cierre, se hacían constantes emplazamientos públicos a la Junta de Andalucía a implicarse, incluso con llamamientos a la intervención pública de la fábrica.
Fue esta actitud la que hizo que en menos de una semana las calles de Cádiz viviesen la manifestación obrera más grande de la última década, el 1 de marzo de 2007, con más de 80.000 personas gritando al unísono en defensa de los trabajadores de Delphi. Esta movilización desbordó todas las previsiones, e hizo saltar también todas las alarmas en los despachos de la burguesía que vio como se organizaba la huelga general más importante contra el cierre de una empresa privada que nunca había vivido la provincia de Cádiz. Fue el 18 de abril de 2007 y se paralizaron absolutamente todos los sectores, con concentraciones en las principales poblaciones de la Bahía y una masiva manifestación en Jerez.
Además, una consigna lanzada por el Sindicato de Estudiantes y los marxistas de El Militante a través de un manifiesto de solidaridad suscrito por sindicalistas de todo el Estado, la nacionalización de la fábrica bajo control de los trabajadores para impedir el cierre, se hizo enormemente popular entre cientos de obreros de la plantilla que habían visto durante años los salarios abusivos de los directivos de la empresa (el director de la planta obtendría una prima de tres millones de euros al cierre de la misma) y los 11.000 millones de las antiguas pesetas que Delphi había obtenido en subvenciones por parte de la Junta de Andalucía.
Los dirigentes sindicales renunciaron a continuar la lucha por ese camino, renunciaron a sacarla de las fronteras de Cádiz, renunciaron siquiera a dar un paso más mediante la convocatoria de huelga general en Andalucía y renunciaron a exigir medidas concretas a la Junta de Andalucía usando el dinero público, que antaño regaló a Delphi sin problemas, para salvar ahora los 4.000 puestos de trabajo. Tras más de cuatro meses de intensa lucha, la actitud desmovilizadora de los dirigentes sindicales sembró desconcierto entre la plantilla que, finalmente, aceptó un acuerdo que se presentaba por los dirigentes como la única alternativa.

Un año después

Después del 4 de julio de 2007, día en que se aprobó el acuerdo que liquidaba Delphi, no pasó mucho tiempo para descubrir que los anunciados "planes de recolocación" de la Junta no eran más que castillos en el aire. Los trabajadores, la mayoría de entre 40 y 55 años, fueron al paro, y a cursos de preparación para incorporarse a trabajar en nuevas empresas de las que aún poco o nada se sabe, lo que hace que muchos de ellos se planteen la posibilidad de abandonarlos. Se creó una "mesa de seguimiento" del acuerdo, donde algunos de los antiguos dirigentes sindicales, como Antonio Pina, trabajan con contrato de administrativo, velando por el cumplimiento de los acuerdos. La Junta de Andalucía, pese a sus promesas, aún no ha dicho qué empresas se instalarán en la Bahía. Así, Cádiz sigue siendo la provincia con más paro del Estado, en 2007 el 17,61% (8,6% en el conjunto del Estado), cerrando el año pasado con cerca de 100.000 parados.
Hoy Cádiz vuelve a estar amenazada, Qualitel Jerez ya ha anunciado el despido de 400 trabajadores, y todo apunta a que, antes o después, la planta de Ford de El Puerto de Santa María también se verá afectada por los efectos de las deslocalizaciones. No hay duda de que los trabajadores gaditanos volverán a salir a la calle y la tarea es hoy, más que nunca, la de construir una verdadera alternativa política y sindical frente a la bancarrota del sindicalismo de paz social y consensos, aprendiendo de las grandes lecciones que ha dejado la lucha de Delphi; una lucha que no ha caído en saco roto.

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